Capítulo 1. Sombras en el umbral.

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Hoy comenzó como cualquier otro día monótono en mi vida. Luz, la única persona que realmente me importa, me despertó suavemente para anunciar que era hora de ir a la escuela. Su tono siempre rebosa de ternura y cariño, lo que me hace sentir querida en un mundo donde el abandono y el desprecio han sido mis compañeros más cercanos.

No puedo más, tía. Dame solo cinco minutitos.- supliqué, aferrándome a las cobijas y negándome a enfrentar el día que se cierne sobre mí.

Pero Luz, con una sonrisa traviesa, me advirtió. Hija, levántate o el agua fría vendrá a ti.- Su humor me sacó una leve sonrisa y, finalmente, me obligó a sentarme y despertar del sopor matutino.

Después de arreglarme, miré mi reflejo en el espejo. Mis ojos tristes y oscuros reflejaban una historia donde el dolor que me persigue desde el abandono de mis padres. Aunque Luz ha sido un pilar en mi vida, el vacío de su ausencia persiste.

En el colegio, enfrenté la mirada de los demás, el desprecio y la soledad que siempre me acompañan. Pero no me importa, solo asisto para poder aprender, superarme y lograr enfrentar el mundo sin importar cuán oscura sea la sombra que se pose sobre mis hombros.

Sin embargo, algo extraño e inquietante atrajo mi atención en el camino. Una figura humana en el sureste, entre los árboles, capturó mi mirada durante unos minutos. Vestía una sudadera blanca manchada y pantalones negros, pero el rostro permanecía oculto. Sentía curiosidad, sin embargo, volví a mi camino sin darle mayor importancia.

Mientras me acercaba a la escuela, esa sensación de ser observada me atormentó. La incomodidad me hizo apurar el paso, deseando llegar al lugar donde la rutina ofrece un refugio momentáneo.

Tomé las llaves del balcón y me dirigí allí, un pequeño rincón solitario esperando el comienzo de las clases donde podía pensar y desentrañar misterios en mi mente inquieta.

En mi soledad, mi mente vagó por oscuros interrogantes sobre asesinos seriales y justicieros que purgan el mal del mundo. En medio de mis reflexiones, una nueva figura emergió del bosque que yacía a mis espaldas. Con un aire enigmático, se posaba en un árbol, su rostro oculto bajo el gorro de la peculiar sudadera blanca.

Intrigada, saqué mi cuadernillo de dibujo y empecé a plasmar aquella imagen, una figura que parecía haber surgido de una leyenda oscura.

Pero el tiempo apremiaba y debía volver a clases. Guardé mis cosas y volví la mirada una última vez hacia el bosque, solo para descubrir que la figura misteriosa había desaparecido, dejando tras de sí un rastro de incertidumbre.

Las sombras del atisbo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora