La despedida

106 2 0
                                    

Abro los ojos, y puedo ver como los rayos de sol atraviesan la persiana. Miro perezosamente el móvil para ver la hora pero estoy tan dormida que al bloquearlo ya se me ha olvidado la susodicha. Miro a la nada y recuerdo que hoy es el gran día, el día en el que nos vamos a la casa de la playa de vacaciones.

Intento lograr levantarme a pesar de tener la sensación de que el cuerpo me pesa. Miro hacia la puerta y veo un montón de maletas de viaje apiladas excepto la mía que no terminé de hacerla.

Empiezo a meter ropa en ella, y algunas cosas varias imprescindibles para mí : Maquillaje,cargadores,el portátil...

Tengo ganas de irme y desaparecer por un tiempo de aquí pero se que será un verano como el de todos los años, que no habrá ninguna novedad ya que aquel pueblo no es muy grande y lo único interesante es su playa. Esa maravillosa playa de aguas cristalinas, de fina arena, de impresionantes rincones ocultos y lugares que son una maravilla. Es el pequeño paraíso en el que no te importa ignorar por mucho tiempo a personas con tal de poder relajarte, oír las olas del mar, de sentir esa pequeña brisa de verano, la comodidad de la fina y ligera ropa, el cielo abierto, las noches de risas con el resto de gente que llega allí con el mismo propósito que el tuyo, disfrutar.

La gente de allí siempre resulta ser la misma de todos los años, los chicos del pueblo y pocas personas que van de vacaciones como yo.

-¡Laia ,termina de hacer tu maleta! -Grita mi madre desde abajo sacándome de mis pensamientos.

Cierro la maleta y la pongo junto al resto.

Abro el armario, cojo una camiseta ancha y shorts un poco anchos. Lo más cómodo para un viaje de dos horas en coche. Me miro al espejo y me observo por unos minutos. Mi cabello es rubio por debajo de los hombros. Mi piel es blanca pero en verano me pongo demasiado morena. Mis cejas son algo extraño que no se describir y mis ojos un poco pequeños pero con pestañas largas y pupilas de color verde , mi nariz es pequeña y mis labios son gruesos, siempre están muy rojos, tanto que parece que los pinto. Mido 1,65 y tengo 16 años. Me sentía un poco acomplejada por estar delgada pero al fin y al cabo, ya me daba igual. Mis brazos son delgados al igual que mis piernas, pero al menos, tengo forma definida y no parezco un palo. En resumen, tampoco soy nada del otro mundo.

Bajo las escaleras y veo que mi madre está preparando el almuerzo mientras que mi padre revisa algunas de sus cosas para el viaje.

Me siento en el sofá e intento contactar con Álex a través del móvil pero resulta imposible así que decido ir a su casa.

Salgo de casa, la calle está vacía y con razón, la calor es insoportable pero estoy deseando de ver a Álex para poder despedirme de él.

Álex es el típico mujeriego, imbécil y egocéntrico chico por el que alguna extraña razón muuuuy extraña a mi me gustaba en cambio otras ni lo aguanto.

Llego a su casa y ahí en la misma puerta está él, sentando en un banco,algunos mechones de su pelo castaño brillan al reflejo del sol deslizándose por su cara, al lado de sus intensos ojos verdes y observo como se está encendiendo un cigarrilo. Está sin camiseta y se puede observar el perfecto bronceado que tiene . Me acerco despacio, le doy un beso y me siento a su lado, no tenemos nada serio por lo que el solo busca lo que le interesa.

-Hola Laia, ¿Qué pasa? -Me habla con su voz grave y ese tono que le da a sus frases cada vez que quería algo.

-Hola Álex. -contesto seca por su estúpido tono de interés.

- La casa está sola. -Dice entre risas inclinándose cada vez más hacia mí a lo que yo ruedo los ojos.

-Álex no estoy aquí por eso. -replico intentando no desquiciarme.

-Está bien, parece que hoy no será. -Dice entre dientes.

-Tu nunca cambias. -Contesto mas calmada. -Pero me voy ya.

-Te llamaré todas las noches, te lo prometo. -Me aparta el pelo de la cara y me da un beso de despedida, y ahí estaba su táctica del chico tierno que era toda una farsa.

Se que no tardará más de dos días en hablarle a otra chica el muy imbécil o que pasará de mí asi que prefiero que lo nuestro no sea nada serio.
Bien Laia, controlando la situación, nunca más te dejes ilusionar por un chico, NUNCA.

Llego a casa y el coche ya está en la puerta y solo faltan algunas maletas por cargar.

Agotada de todo el día a pesar de que no he hecho gran cosa, me tumbo en los asientos de atrás, coloco mi cabeza en una almohada y observo como desaparece el cielo azul y se convierte poco a poco en un cielo anaranjado hasta que al fin vamos rumbo a la playa. Tengo sueño pero prefiero contemplar las estrellas, escuchar la música que suena en mis auriculares cuando de repente suena mi móvil. Es un mensaje de Álex.

-Oye, que te acabas de ir y te hecho de menos.

Esto me hace sonreír y le contesto:
-"♡♡♡"

Apago el móvil y me acomodo para dormir hasta llegar.

ImpredeciblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora