Él

451 40 4
                                    


NATASHA ROMANOFF

Llegue al centro de la ciudad, eran las diez en punto. Busque el Starbucks y me tardé más de cinco minutos en encontrarlo. Cuando lo vi, pude ver que una camioneta negra se estacionó y un hombre alto y fornido salió para abrirle la puerta a un hombre bajito y con porte de caballero.

Ese tenía que ser Kilgrave.

Tome mis lentes de sol y me los puse. Me acerqué despacio y desprevenida al Starbucks y pedí un café. Sentí unos ojos encima, pero decidí ignorar. Sabía que era Kilgrave, a menos de que me hayan descubierto. Sentí que alguien me tocó mi hombro. Voltee rápidamente y vi a una niña que traía una rosa.

Me la entregó. ─Él quiere que tengas esta rosa para demostrarte lo hermosa y perfecta que eres, Natalia Romanova.─ Dijo con un tono como si la estuvieran obligando. Mi corazón empezó a latir rápidamente. La niña tomo uno de los cafés de la mesa al lado de nosotros y se lo tiro en la cara. Empezó a gritar de lo caliente que estaba. Fruncí el ceño y la ayude a secarse. ¿Pero qué rayos? ¿Kilgrave le dijo que hiciera eso?

Personas se empezaron a acercar y vi que él también se paró para venir a dónde estaba. Deje la rosa ahí y salí corriendo de aquel lugar sin que él me viera. Corrí tan rápido que hasta me sentí como Pietro. Deje salir una risa.

Ese tipo está loco. Kilgrave está loco.

Decidí venir mañana y acabar con esto lo más rápido posible. Llame a un taxi y le di la dirección del apartamento de Jessica. Espero y haya encontrado a Ward. Cheque mi celular y no tenía ninguna llamada ni mensaje de Steve o Tony. Suspiré.

Volví a llamarle a Steve, pero él no contestaba. Llame a María. ─¿Si?─ Escuche que dijo. ─María he estado llamándole a Steve más de cien veces, ¿tú puedes comunicarte con el?─ Le pregunte rápidamente y ella se quedó en silencio por un momento. ─Natasha, Steve está en una misión muy complicada, no puede estar contestando el teléfono a cada hora.─ Dijo y yo rodé los ojos.

─Lo sé, solo quiero saber si está bien.─ Le dije y ella suspiro. ─Si está bien, ahora mismo lo estoy viendo por las cámaras de seguridad del quinjet que se llevaron.─ Me informó y yo suspiré aliviada. ─Te llamo cualquier cosa, Natasha no te preocupes.─ Acabo de decir y corto la llamada.

Bloquee el celular y lo aguarde en mi bolsillo. Bueno, Steve está bien. Aun así me tengo que apresurar y acabar con todo esto.

Entre más rápido, mejor.

Llegamos al apartamento. Le pague al taxi y me subí rápidamente a la habitación. Entre rápidamente al apartamento de Jessica y lo que vi jamás me había hecho sentir tan.. feliz. Por así decirlo. Ward estaba en una silla atado mientras tenía cinta en la boca.

Tenía varios moretones en la cara. Sonreí. ─Vaya, Vaya. ¿A quién tenemos aquí? A un traidor estupido.─ Escupí enojada. Jessica rió. ─Este tipo es un llorón de primera, Natasha. ¿Cómo pudo ser agente de S.H.I.E.L.D.? Aparte, es un ladrón.─ Termino de decir mientras tomaba un trago de vodka.

Esta mujer es una alcohólica. Me cruce de brazos y negué con la cabeza. Ward me miraba detenidamente. Me quite los lentes y los aguarde en mi chaqueta para después dejarla en el sillón. Jessica miraba con asco a Ward. Sonreí. ─¿Ya has conocido a mi nueva amiga, Ward?─ Le pregunte sabiendo que no me podía contestar.

Me miró con odio y trató de zafarse de la silla. Reí. Me encantaba verlo así tan vulnerable, jamás me cayó bien. Jessica salió de la sala para irse a dar una ducha. Tome unas plumas que habían en la mesita de noche y las aguarde en mis bolsillos traseros. Una en cada uno.

Now you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora