C.6 - Con risas y llantos.

1K 92 26
                                    

Aline

Hay veces que parece que el dolor nos ahoga. Nos consume, nos invade. Y la única forma que deje de ser tan tortuoso; es llorando. Desbordando todo desde dentro. Desahogando el alma de tan mal sentimiento. Ella no se lo merecía, realmente nadie se lo esperaba. Tan llena de luz, radiante, fascinante. Era hermosa, se llevaba muy bien con todos. Ella era feliz. Ella era la felicidad de muchos.

Y sin duda la mía también.

Me salvó de la oscuridad que me atrapó cuando mamá murió, aún puedo recordar cómo pronunciaba sus nombre, a veces las palabras se convertían en algo sin sentido si las repetías con una gran frecuencia en poco tiempo. Así que repetía el nombre de mamá una y otra vez, sin duda no quería olvidarla. Pero necesitaba una manera de aplacar tanto tormento.

Melanie, Melanie, Melanie.

Madison me consoló, me abrazaba. Me daba palmaditas en la espalda.
Si yo sentí aquel dolor al perder a mi madre, ¿cómo será el de los padres? Y todavía peor ¿el de su hermano, Ethan? Su hermano mayor por 3 años. Eran muy unidos. Era su pequeña princesa. Su único y primer amor. Su vida.

Me recorrió un escalofrío y mis lágrimas pararon. Solté mi almohada y miré la hora. Tenía que cambiarme.
Tomé la ropa que había dejado en la silla de mi escritorio. Estaba de luto. Se suponía que debía ir de negro. Y así fue. Me puse con delicadeza aquel vestido negro que tanto amaba Madison. Una pequeña capa negra, que mamá me había comprado hacia mucho tiempo. Y unos pequeños zapatos negros sin tacón. Me observé en el mismo espejo en el que me pregunté si soportaría otro daño más.
Lavé mis dientes, tomé mi cámara y salí.

Papá me esperaba en el auto, subí y arrancó.

—No estés triste, cariño, para todos fue así de horrible —Trataba de consolarme, trataba, pero no lograba nada.

—Tú no estuviste a la línea en sus últimos momentos ...  —Ahogué el llanto, me encogí en el asiento, sintiendo el ácido recorrer mi garganta.

Abrió la boca para hablar, y sin saber qué decir, siguió manejando, reflejando la amargura en sus gafas.
El camino fue largo, emotivo, diferente. No me imaginaba que iba camino a un cementerio. Al funeral de mi mejor amiga. Con quien pasé tantos años. Nadie cree que a los quince años tendrás tantos problemas como los tengo yo ahora. Tantas pérdidas como las tengo yo. Pero supongo que todas estas experiencias te servirán, o te están preparando para un futuro incierto. El día seguía nublado, se había previsto una fuerte lluvia de nuevo, mas, la hora no se sabía. Había que estar prevenidos.

El entorno comenzó a teñirse de gris, nos acercábamos a un lugar de aura triste y oscura. Sus grandes rejas metálicas rodeaban el área, se veían oxidadas, pero aún parecían puntiagudas y peligrosas al final. Unos grandes portones de herrería formaban la entrada. Sin duda eran hermosas, finas, viejas y nostálgicas. Habían presenciado tantos lamentos y lágrimas, gritos de frustración, y situaciones injustas. Yo recordaba este lugar mejor que nadie. Al parecer papá también, pues su expresión cambió al instante a una endeble y melancólica.

—Ninguna de las dos se lo merecía—  me sentía insegura de esto, cuando no sabes si romper con la paz que te rodea por tu voz desdichosa y pesarosa.—Eran ... grandes mujeres.

Fruncí el ceño, y apreté los dientes, las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, cayendo lentamente sobre mis mejillas. Antes de esto, quería hacerme la fuerte. Pensé que muchas personas pasaron por cosas peores que yo. Que no debería llorar. Pero para mí, esto era tan fuerte que me destrozaba por dentro, algo tuve que hacer mal para que regresara contra mí. Tal vez no debí haber hablando con Tim. Tal vez no debí haber besado a Madison. Tal vez no debí haber hecho nada de lo que hice. Pero yo qué sabía. Iba caminando por la vida con una venda en los ojos, a tientas. Pensando qué estaba bien y qué no. En el camino alguien puede guiarte, tus padres. Pero a mí me faltaba toda esa atención.

•Rec |Masky|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora