C.8 - Las damas primero.

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Masky

La luz ensució a la oscuridad, empañando mi vista por un momento. Giré lentamente, quejándome internamente por los dolores musculares y los huesos que tronaban con cada movimiento, estiré mis piernas y mis brazos, haciendo que sintiera un alivio recorrer mis extremidades. Encontraba placentero el estirarme, y, era raro. Era como encontrar dinero en un pantalón viejo. Era malditamente satisfactorio.

Me removí lentamente y quité las cobijas que me cubrieron durante la fría noche. Sentía en el ambiente ese mismo olor a pinos y lluvia, a la vez que hacía un frío jodidamente anormal, me levanté con una cobija rodeando mis hombros y tirité un poco.

  — Mierda...— Susurré, haciendo que una nube saliera de mi boca — Ahora sólo me falta cagar cubitos de hielo.

Aline seguía dormida, con su cabello alborotado y un brazo saliendo de dentro de las cobijas. Su delgado brazo tenía múltiples lunares y era muy blanquecino. Observé mi alrededor y me topé con la camisa que Aline me había dado en mi ataque de tos, la sangre lucía marrón, al parecer se había secado a lo largo de la noche.

— ¡NO!

—¡AH!—  Solté un grito. Sé que es patético, pero en mi es normal; asustarme con facilidad.

Puedo jurar que mi corazón se paró unos segundos debido a el maldito grito. Aline estaba tirada en el suelo, se había caído de la cama y ahora estaba enredada entre cobijas.

—¡Ayúdame! —Chilló, mientras luchaba por deshacerse de las cobijas que la aprisionaban.

Caminé hacia donde se encontraba y la ayudé a salir de aquél revoltijo. Cuando salió de eso, se paró y me observó. Su cabello corto se hallaba ondulado en pequeñas partes y lucía una expresión enferma y cansada. Casi como la de Toby.

—Te detesto.

—Yo también te quiero, darling.

Unos pasos rápidos se acercaron a la puerta acompañados de unos toques a la puerta.

—Aline, cariño, ¿estás bien?

Los dos giramos a vernos sorprendidos y esperé la respuesta de Aline.

—Ah... sí, sólo caí de la cama, soy muy tonta — Pronunció Aline, casi callando cuando dijo lo último.

—Está bien, recuerda que hoy saldré, estarás sola. Ya me voy, no le abras a nadie, no salgas, cierra las ventanas y puertas, estaré llamándote para ver cómo te encuentras, ¿sí? Dejé el desayuno en la mesa.

—Adiós papá ... te quiero — Susurró.

Oímos pasos a la distancia, y el sonido del coche encendiéndose. Supimos que se había ido el padre de Aline.

—Casi me descubren ¿qué hubiera hecho si entraba? — Se sentó en su cama mientras mordía sus uñas con expresión perdida.

—Bueno, habría que explicarle, ó me hubiera escondido debajo de tu cama. No sería la primera vez que lo hago.

Me regaló una mirada nerviosa antes de volver a morder sus uñas con furia.

—Hey, hey, para. Las uñas no te han hecho nada  —Protesté.

Dejó de morder sus uñas y suspiró.

—No sé si no es la primera vez en la que entras al cuarto de una adolescente, que según los artículos, y frente a América, soy menor de edad, y tú tienes ...

•Rec |Masky|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora