La mayor historia de amor según Divinity parte 2

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Como compensación por haberle salvado la vida, Pedro y su pequeña prometida invitaron a Pablo a cenar con ellos la noche siguiente en el restaurante de primera clase.
Así que allí estaba Pablo, en el camarote, intentando ponerse decente con lo que tenía, unos vaqueros y una camisa de cuadro, de estilo leñador, de esas que estaban de moda.
- ¿Te das cuenta, Pablo? - le dijo Íñigo- Vas a entrar en la cúpula de la casta. Podrías aprovechar y llevarte un megáfono y...
- No, esta noche no. Se lo prometí.
- Oh, vamos Pablo, es tu oportunidad.
- Déjalo, Íñigo, ¿quieres?
- ¿Y vas a ir así vestido?
- ¿Y de dónde saco un traje, Íñigo? ¿Se lo pido a Camps?
Pareció una tontería cuando Pablo lo dijo pero al final lo hizo así. Pero claro, en vez de pedirlo miraron en el contenedor de basura, en el que efectivamente había un montón de la temporada anterior.
Así que aquella noche se plantó en la puerta de acceso a primera clase.
Allí todo brillaba y Pablo pensó en desvalijarlo para comprar champú. Pero aquella noche no.
Entonces le vio, todo elegante en la escalera, como una visión, sonriéndole mientras bajaba con un gesto seductor y apoyado en la barandilla. Pablo le cogió la mano y se la besó. Fue un momento mágico. Pero como siempre alguien tenía que estropear la magia.
- Ejem.
- Ah, sí, Pablo. ¿Recuerdas a Soraya?
Ella le dio la mano y le dirigió una cara de asco antes de marcharse al salón.
Pablo agarró a Pedro del brazo, y éste le fue susurrando el nombre de todos los presentes.
- Aquella de allí es Esperanza Aguirre. El peligro de las carreteras de Madrid. ¿Y aquel de allí? Es Iceta. Le das unas palmas y te baila cuatro jotas y una sevillana.
Le saludó con la mano y respondió al saludo de una señora.
- Esa es Ana Botella. Hace poco se apuntó a inglés, pero como sobornaba al profesor, hizo el ridículo hablandolo. Un escándalo.
En la mesa, toda la atracción se centró en Pablo, el recién llegado, aunque también los comensales se mostraron interesados en las recientes adquisiciones de Pedro y Soraya para su futura casa en LaMoraleja.
- Oh, querido, esos Monet son espectaculares. Deberías donarlos al Prado.
- Creo que no, señora Botella. De todas formas, eso no va a hacer que la reelijan alcaldesa.
- Señor Iglesias, va usted al museo regularmente? - preguntó el marido de Ana, José Aznar, para cambiar de tema.
- Pablo no tiene tiempo para eso, ¿verdad que no?- dijo Soraya- Con todo su trabajo en la universidad para poder pagarse el chopped de la cena y los carteles para las manifestaciones...
- El problema, con todo respeto, es que tienen ustedes el impuesto sobre la cultura demasiado alto. Desde mi...
- Ahora no, Pablo- le cortó Pedro.
El resto de la cena transcurrió con tranquilidad, hasta que algunos de los comensales se levantaron para echarse un cigarro, a modo de postre. Pablo entonces vio el momento de marcharse y Pedro insistió en acompañarlo hasta la puerta.

- Oye, Pedro - dijo cuando llegaron a la puerta-. ¿Quieres correrte una juerga de verdad?

Pedro sonrió travieso.

- Pero nos llevamos a Iceta.

- Por supuesto que nos llevamos a Iceta, joder.

Abajo, en los camarotes de segunda clase, la música sonaba y la cerveza corría. Pablo se puso a bailar un rato con una niña mientras Pedro se bebía una cerveza con un vasco que no paraba de hablarle en euskera. Cuando La gozadera acabó, Pablo agarró a Pedro del brazo y lo sacó a bailar.
- Pablo, no sé como se baila esto... - dijo preocupado.
- Yo tampoco. Pero eso da igual. Tú solo déjate llevar.
Y así, entre los acordes de la canción que sea, joder, esta parte me está costando lo mío, y no está saliendo bien ㅠ.ㅠ El caso es que los señores estos empezaron a bailar y se enamoraron tipo Disney y aquí va alguna referencia hortera y manida a si el ardor del momento es del amor o de las cervezas que los dos se han metido entre pecho y espalda. La canción termina y da igual como, pero acaban diciéndole a Pablo que no hay huevos a ponerse de puntillas tipo bailarina del Mariinsky y él lo hace y se hace un esguince y el capítulo acaba dramáticamente con Pablo quejándose en brazos de su amante bandido.

¿Es esto un adiós?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora