Parte 5 del tiranic

97 6 4
                                    


- Cuando el barco atraque, me reuniré contigo -anunció Pedro, mientras paseaba con Pablo por la cubierta, aquella fría noche de abril, después de que Pablo terminase el retrato de Pedro a la francesa.
- Eso sería una locura -respondió él, sonriendo.
- Lo sé. Pero no me importa.
- ¿Y qué hay de tu prometida?
- Que le den a mi prometida. No voy a dejarte ir, Pablo. Nunca.
Pedro se inclinó para besar a Pablo tras esta romántica confesión, pero un ruido, como de pipas siendo peladas, les sobresaltó.
- Pero no os cortéis, guapos - dijeron unas señoras, que estaban sentadas en corro -. Si nosotras solo estamos tomando el aire, que a la Herminia le sienta mal estar encerrada mucho tiempo.
- Hombre, es que a mi ustedes ahí mirando me corta un poco el rollo, ¿saben?
- Algo tendremos que hacer, que desde aquí no se ve el Deluxe.
Pedro puso "la pose" y miró a las mujeres.
- Señoras, nos tenemos que ir. Pero no se preocupen. Siempre pueden volver mañana a ver el capítulo dos.
Agarró a Pablo de la mano, les guiñó un ojo y echó a correr. 

******
- ¡Menosh mal!- exclamó Mariano al ver aparecer a Pedro en la puerta de su camarote-. ¿Dónde estabas? Es tarde.
- Hemos ido a dar un paseo. ¿Está Soraya?
- Está en su camarote. Pero Pedro - Mariano le agarró el hombro-. Creo que ir con este... Señor... Es una mala idea. Muy mala.
Pedro le dirigió una mirada intensa. Tenía que hacerlo. Ahora o nunca. Y el miedo no le iba a ayudar en absoluto.
- Sé lo que hago, Mariano.
Este asintió. "Buena suerte" parecía decirle con los ojos. O "recuérdame que saque la basura". Este señor era impredecible.
A continuación llamó a la puerta tres veces, muy educado él.
- ¿Se puede?
- Pues no sé, tú verás. Ah, eres tú, Pedrito - dijo Soraya desde su cama, dejando en la mesilla su preciado ejemplar de Ambiciones y reflexiones - Pasa. Pero... ¿Y ÉL QUÉ HACE AQUÍ?
- Tranquilízate, Soraya. Estamos aquí para hablar. Pablo, controla que no haya tijeras cerca, ¿quieres?
- No quiero hablar con vosotros.
- Por favor, Soraya. Es importante. ¿Podemos sentarnos?- preguntó señalando la cama.
Ella no contestó, pero se incorporó en la cama, con la almohada como respaldo, por lo que lo interpretaron como un sí.
- Soraya - comenzó Pedro-. Hace ya algún tiempo que vivo contigo, y aún no me acostumbro, para qué te voy a mentir.
Pablo le dio un codazo.
- Y me he dado cuenta de que eres una persona maravillosa - continuó Pedro-. Inteligente, atenta... una vez me clavaste unas tijeras y casi dejas calvo a Pablo, pero no pasa nada, eres estupenda. Es por eso que he pensado que... Deberíamos dejar este compromiso.
- ¿QUÉ?
- Soraya, es lo mejor para todos, tú te mereces algo más...
- NO. ME NIEGO.
- Entiéndelo... No eres tú, soy yo.
- ¡Qué cojones! -intervino, Pablo -. No eres tú, es ella, tú estás que te cagas.
- No voy a romper el compromiso.
- Pero Soraya...
- Es mi última palabra.
- Sé razonable.
- No. No voy a romper un compromiso provechoso solo porque te haya dado un estúpido capricho con el camarada Rapunzel. Seguro que incluso son extensiones.
- Soraya. No es un capricho, quiero a Pablo.
- Vete a la cama, Pedro. No me vas a convencer.
- Está bien, Soraya. Si tú no rompes el compromiso lo haré yo. Te dejo.
- No te atreverás...
- Es triste que tengamos que acabar así pero...
- No - En ese momento, Soraya se volvió loca, más loca que la vez anterior.
Y sacó una navaja de debajo de su almohada.
Pablo no pudo evitar soltar un "me cago en la puta". Pedro intentó tranquilizarla.
- Soraya... Suelta eso, por favor.
- ¿Para qué, para que te vayas con tu amiguito el lisiado del demonio?
- Pero si se va a venir igual.
- No... No lo hará. ¡PORQUE ME DESHARÉ DE TI, ESCUINCLA BABOSA!
- ¿Y cómo vas a hacer eso?
- Pablo, que tiene un cuchillo.
- Que me meta un tajo si tiene huevos.
- No, si no será necesario...
Soraya se levantó de la cama y se puso el filo de la navaja en la mano.
- Por favor, Soraya. Te vas a hacer daño.
Ella se rio.
- Esa es la intención...
Fue Pedro, y no Soraya, quien gritó al clavarse esta el cuchillo. La sangre empezó a brotarle en seguida, manchándolo todo. Se abalanzó sobre Pedro y Pablo manchándolos también, al mismo tiempo que reía como una loca y procuraba hacer mucho ruido.

Mariano, ante tanto ruido, llamó a la policía del barco. Aunque cuando llegaron la situación era distinta. Pedro había conseguido retener a Soraya, quien ahora parecía la víctima.

- ¡Policía! ¡Menos mal! - gritó al verlos -. ¡Estos señores han querido asesinarme!

- ¿Pero qué dices?

- ¡Él tenía una navaja!- dijo señalando a Pablo - ¡Y él lo ha permitido!

- ¡Pero si has sido tú, puerca!

- ¡Y AHORA ME INSULTA!

Uno de los policías se dirigió a Mariano.

- ¿Usted que piensa? Es quien nos ha llamado, ¿no?

Mariano vaciló por un momento. Pedro pudo ver la traición  en sus ojos cuando dijo:

- Ella dice la verdad.

Otro policía se acercó a Pablo.

- ¿Puede vaciarse los bolsillos?

Pablo sacó las cosas que guardaba en su abrigo muy lentamente: un ticket del metro... una chapa de la casa Targaryen... un boli bic azul y ... la navaja ensangrentada de Soraya.

- Queda usted arrestado- dijo el policía esposándolo -. Como no hay pruebas contra su compañero, no podemos detenerle. Su caso se decidirá en un tribunal en cuanto lleguemos a puerto, pero por ahora, viene con nosotros. 

- ¡Esto no es justo!

- ¡No intente impedirlo, señor Sánchez! O será peor para usted.

- Tranquilo, Pedro.Estaré bien. Volveremos a vernos.

- Te sacaré de esta, Pablo. Ya lo verás. Nunca te dejaré ir.

  Pedro se quedó mirando en el pasillo, triste e impotente, viendo como se llevaban a su amor al calabozo.  

Mientras, Albert salió de su camarote. 

- ¿Qué me he perdido? - le preguntó a Mariano.

- Nada, una pataletilla de tu hermana. Oye, Albert, hazte así, que tienes como un poco de caspa.

- ¿Qué? Ah sí, caspa. Claro que sí. Caspa.

-----

Quiero disculparme por la sarta de tonterías de este capítulo pero es que algunos son un asco de escribir en verdad, nada cuadra.

BTW, ¿no os pasa que leéis esto y os preguntáis qué hacéis con vuestra vida? Porque yo lo hago mientras escribo.

¿Es esto un adiós?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora