La mayor historia de amor según Divinity parte 3

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Apoyado en Pedro, Pablo se las ingenió para llegar a la enfermería del barco. La enfermera le vendó el tobillo y le mandó a descansar. Uno no puede ir por ahí bailando El lago de los cisnes teniendo los tobillos flojos, porque luego te esguinzas vivo. 

Pablo intentó mandar a Pedro a dormir la mona, pero este insistió en quedarse junto al enfermo porque según él los esguinces son como el tabaco, te pueden matar.  Así que allí se quedaron los dos, en la enfermería, sentados uno al lado del otro charlando animadamente. Pero de repente, Pedro sintió un impulso muy fuerte. Quería besarle. Necesitaba besarle. Y él parecía tener ganas de que lo hiciera. Sus caras se acercaron lentamente, por unos segundos que les parecieron horas y...  Por fin, el momento glorioso. Sus labios se rozaron y ambos sintieron fuegos artificiales en su pecho y... a alguien soltar un grito ahogado. 

Soraya se erguía en la puerta con la boca más abierta que la catedral de Toledo para los turistas.

- ¡QUÉ HACES BESANDO A LA LISIADA!- gritó.

Los dos amantes sintieron como el miedo les recorría el cuerpo mientras Soraya les miraba fijamente, con los brazos en jarras.

- Así que era de este de quien estabas enamorada, ¡MALDITA LISIADA! ¡DE MI PEDRIITO!

Al oír los gritos, la señora Aguirre se asomó por la puerta. Pero a Soraya no pareció importarle el espectáculo que pudiese estar dando.

- Una vez te lo dije...- prosiguió- Que no se te ocurriera poner los ojos en él. ¡Y LOS PUSISTE! ¡ESCUINCLA BABOSA! ¡TE ATREVISTE! Pero te va a pesar. ¡TE VA A PESAR! Te voy a dar una paliza... ¡QUE NO VAS A OLVIDAR EN TU VIDA,  INVÁLIDO DEL DEMONIO!- gritó antes de abalanzarse sobre ella. Pero Pedro se interpuso.

- ¡Déjale, Soraya!

Y Esperanza también acudió en su ayuda.

- ¡No pegues al perroflauta que nos denuncia y perdemos votos!

- ¡QUÍTATE, INFELIZ!- chilló empujando a Pedro- ¡QUÍTATE, VIEJA ZORRA! QUE LA VOY A MATAR, QUE LA VOY A MATAR.

- ¡NO, POR FAVOR!- gritaba Pablo mientras Soraya le sacudía.

-¡Tú, mustio! ¡Tú, besándote con mi hombre! 

Y Pedro volvió al rescate.

- ¡Que le dejes, Soraya!

Pero esta le calzó una leche con toda la mano abierta, lo que Esperanza aprovechó para huir corriendo (y atropellando gente por el camino), gritando por los pasillos:

- ¡Esta mujer está loca!¡Se le ha metido el demonio!

Se encontró con Albert y Mariano y todos juntos fueron al camarote, donde Soraya seguía luchando al grito de "¡Maldito!" con nuestros dos trágicos amantes, que se defendían como podían. Al ver entrar a Esperanza, Soraya cambió de objetivo y se puso a tirarla de los pelos, aunque duró poco porque Albert y Pedro la intentaron sujetar.

- ¡DEJADME QUE LE DE LO SUYO A LA SEÑORA LAGARTA ESA!¡QUE SI NO ESTÁ MUERTA LA TERMINO DE MATAR!

- ¡Tú, haz algo!- le ordenó Albert a Mariano mientras forcejeaba con Soraya.

- ¿Yo qué?- respondió él.

- ¡ME LAS VAIS A PAGAR TODOS!- En un momento de despiste, Soraya cogió unas tijeras y se acercó a Pedro- Tú... de todos eres el que más daño me has hecho...

Y le metió un tijeretazo.
- ¡PEDRITO!- Chilló Pablo.
Albert se apresuró a agarrar a Soraya otra vez y la sacó fuera.
- ¿Te das cuenta de lo que has hecho?- le dijo- Eres una delincuente. Te van a llevar a la cárcel.
- ¡No! A la cárcel no.
- Sí, hija, sí.
- Al que me denuncie... ¡lo mato!
La policía del barco (porque a ver, es un barco de  lujo, tiene de todo) detuvo a Soraya y la llevó a los calabozos. Mientras, en la enfermería, Mariano se quedó mirando a la enfermera, que comprobaba si Esperanza se iba a quedar o no calva tras los tirones de pelo, y a Pablo y Pedro, que esperaban su turno.
- Bueno, señora Aguirre. Parece que le queda aún pelo, al menos hasta que lleguemos a puerto.
- ¡Es un crimen, un crimen!
- ¡Me dueeele!
- Eso está bien, significa que estás vivo. A ver, que te vea ese tijeretazo - Pedro le enseñó el brazo a la enfermera-. Pero qué dramático. Esto no es ná, es un rasguño. Te pongo una tirita y vas tirando. Mariano, acompañe a la señora Aguirre a su camarote. ¿O se va a quedar ahí parado como siempre?
- ¿Y la europea?
Mientras la enfermera echaba a Mariano y le daba una colleja porque ya bastantes dramas y tonterías que le habían alejado de su vasito de leche y su Sálvame Deluxe había tenido la mujer aquella noche, Pablo y Pedro aprovecharon para hablar.
- Siento el numerito de hoy.
- No pasa nada, Pedro. Con ella fuera de combate, nada se interpondrá entre nosotros.
- Pero es que Pablo... No puedo deshacerme de ella tan fácilmente...
Hubo una pausa incómoda mientras la enfermera se marchaba a su camarote. En cuanto cerró la puerta, Pablo explotó.
- ¿Aún sigues pensando casarte con ella? ¿Es que no significo nada para ti?
- No tengo opción, Pablo. Y si sigo viéndote te pondré en peligro.
- Pero yo te quie...
- Basta, Pablo - le interrumpió-. No puedo seguir viviendo así. Lo siento. Es lo mejor.
Y acto seguido se fue, dejando a Pablo solo en aquella enfermería, que aunque tenía todo tipo de instrumentos y medicinas no disponía de la cura para su roto corazón.


¿Es esto un adiós?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora