Un dolor de cabeza

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- TOMA QUE TOMA QUE TOMA QUE TOMA QUE TOMA, QUE TOMATÁ. -

La usualmente sensual, sexy y autoritaria voz del candidato a la presidencia de Podemos se escuchaba a pleno pulmón aquella mañana, y su canto, algo ahogado por el agua de la ducha, no contribuía a amortiguar la cacofonía. Ese era uno de esos días que se despertaba flamenco, y después de una noche de sexo, lujuria y pasión, ¿qué hay más rojo que cantar sobre tomates?

̶ Joder, otra vez no. . . ̶

Aquel murmullo ahogado escapó de los labios de Pedro, que desmadejado, yacía sobre la cama. El revoltijo de sábanas arrugadas cubría su cuerpo, los tibios rayos del sol acariciaban su piel, hubiera sido una idílica escena si esto no fuese España, estuviesen a un par de semanas de las elecciones y cada cual se esmerase en hacer méritos para ganar el voto, por lo que a la encantadora voz de Pablo se unió la hermosa sintonía de una taladradora rompiendo contra el asfalto. Una vez más, la clase obrera y trabajadora se presentaba ante él en forma de horondo peón, que casco, gafas, guantes y con el sudor corriendo a raudales, parecía tener por encargo el despertar a todo el vecindario, y quizás, algún que otro instinto asesino. Porque ponerse a arreglar el pavimento español a dos días de las elecciones y no durante los cuatro años de legislatura era deporte nacional, una especie de: A ver quién consigue sacarse mejor el examen estudiando la noche de antes.

Frotándose las sienes y los ojos con cansancio, el candidato del PSOE dejó escapar un resignado suspiro, tenía dos opciones, y cómo no, empezar el día con el pie izquierdo siempre era preferible a hacerlo con el derecho. Por lo que con un gruñido y una negatividad tan profunda como el aura de Batman, Pedro plantó los pies sobre el frío suelo, una mañana ideal en lo que eran los amaneceres de diciembre. Se pasó una mano por los cabellos, peinándoselos con un rápido gesto, dejándolo en lo que él consideraba un look informal y juvenil, aunque lo cierto es que parecía copiado de Edward Cullen, sólo le faltaba la purpurina, la sonrisa de conquistador ya la tenía, por lo que se le disimulaba la cara de asco, ah, las ventajas de ser español, guapo y moreno, de pata negra vamos, aunque eso fuese casta, pero, ¿a quién no le gustaba un buen jamón?

Se dirigió al cuarto de baño, donde Pablo seguía con su serenata, suspiró, verse reflejado en el espejo siempre lo alegraba. Yo me daba, pensó exhibiendo su sonrisa Colgate. Desde luego, podrían cogerlo a él para todos los anuncios de dentífricos, basta ya de esos dentistas polioperados y de pómulos perfectos, nunca te fíes de un hombre con bata, eso le dijo a Pablo cuando le echaron de la agencia de modelos capilares al ser timado por un gurú calvo de la moda que lo engatusó vilmente con muestras gratuitas de champú fructis hidra fabulous, un borracho medio loco que quiso cortarle la coleta en un ataque de celos al grito de 'ROJO ATEO DE MIERDA'. Luego resultó que aquel tipo pertenecía al Ortus Fei, y quería poseer la coleta del Iglesias por sus propiedades afrodisíacas y versátiles como objeto de sadomasoquismo. Aquellos recuerdos sólo hicieron acrecentar su sonrisa, últimamente habían estado haciendo cosas de pareja, como ir a terapia, Pablo por unos extraños sueños con Lenin y Stalin y él por su narcisismo, según el psicólogo, argentino por cierto, no había visto un caso de amor propio tan grande desde que Narciso se descubrió a sí mismo.
- Pablo- llamó- .
- ¿Sí, Pedro?
- Pablo...
- Pedro.
- Nos hemos quedado sin gomina...
- Oh, qué tragedia- dijo con total pasividad.
- Pablo, esto es serio. ¿Cómo voy a presumir de guapura con mis amigos del baloncesto así? ¿Cómo puedo sacar adelante el Partido Socialista Obrero Español sin gomina? ¿Cómo, Pablo, dime, cómo?
- Pedro, no te pongas nervioso. La gomina es cosa de casta.
Pedro le miró espantado, con los ojos más abiertos que el bolsillo de Bárcenas.
- ¡No te atrevas a llamarme así!
- ¡Es la verdad, Pedro! ¡El mundo no lo he hecho yo, si no no existiría la derecha! ¡No hagas drama de esto!

Y así es como acabaron otra vez en terapia con el argentino.

Continuará... O no, yo qué .

¿Es esto un adiós?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora