Tiranic 6 : Al agua patos

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Hacía horas que se habían llevado a Pablo, pero Pedro seguía despierto, sin poder dormir. Se había lavado y se había cambiado, tras tirar la ropa manchada con la sangre de Soraya. Ahora estaba sentado en el lujoso sofá de su camarote, aquel sofá en donde Pablo le había pintado. Estaba tan arrepentido, se sentía tan estúpido. Tenía que hacer algo para sacarlo del calabozo y fugarse juntos. ¿Pero qué? Ah, aquello era más difícil que en las telenovelas. Entonces el barco dio una sacudida.

No fue el único en salir al pasillo a preguntar si había algún problema. Uno de los empleados del barco estaba llamando a la gente a mantener la calma. Pero la realidad era bien distinta. Se estaba dando la alarma y el caos en el barco estaba comenzando.

El segundo de a bordo o alguno de esos señores de los barcos, yo qué sé, no soy marinera, fue corriendo al camarote del capitán, al que iban a despertar para que se hiciera cargo de la emergencia porque vamos a ver, hijo, pa algo eres el capitán.
- ¡Capitán, hemos avistado algo al frente!
- A ver, el qué.
- ¡No sabemos, mi capitán, creemos que es un iceberg!

- ¿Y pa'esto me levantas? Habréis creído ver algo. ¿No será una patera o algo?

- No hay pateras en el Antártico norte, mi capitán.

- Ah es verdad. Pues espera un segundo, que me visto, Ignacio. Señor, ni dormir me dejan. No me pagan suficiente.

- Señores, malas noticias - dijo el constructor del barco, cuando se reunió con el capitán-. Nos vamos a la mierda. No va a aguantar mucho más. Tenemos que empezar a evacuar pasajeros.
- Ya han oído, caballeros. Den la orden.
***
- Como dijo el capitán, música alegre - dijo uno de los músicos mientras Pedro pasaba por su lado-. Comenzaremos con el Aserejé, llamen a los de la tuna.

- Mujeres y niños primero - gritaba un oficial, mientras se preparaban los botes.

  Soraya y su familia habían arrastrado a Pedro a cubierta, donde pensaban sobornar a alguien para ir todos juntos en un bote salvavidas.  Pero Pedro tenía otros planes. Esa era su oportunidad, era ahora o nunca. Es cierto que podrían morir en el intento, pero tenía que intentarlo. Aprovechando la confusión existente y un momento de descuido, Pedro se escapó de su próximamente ex futura familia política.

- ¿Donde, vas Pedro? - gritó Albert al verle correr en dirección al interior del barco - ¡El bote ya casi está!
- ¡Tengo que encontrar a Pablo!

Se recorrió todo el barco, con el agua hasta las rodillas,  llamando a Pablo, gritando como si fuera un tertuliano del corazón. Hasta que por fin, la tan ansiada respuesta llegó.

- PEEEDROOOOO - gritó Pablo como si fuera Penélope Cruz en los Oscar.

El calabozo era una pequeña habitación escondida en las entrañas del barco, que ya estaba inundada, obligando a Pablo a subirse a una mesa. Este estaba esposado a una tubería.

Lo primero que Pedro hizo al verle fue pegarle un morreo, pero Pablo se zafó rápidamente.

- Yo también me alegro que te pasas de verte, pero es que no tenemos mucho tiempo antes de morir ahogados.

- Cierto, buscaré la llave.

- Debe estar en ese armarito de allí.

- No encuentro la llave, pero he encontrado esto- dijo sacando un hacha.

- Servirá.

- Pablo - se detuvo en seco.

- ¿Qué?

- Nunca he usado un hacha.

- No pasa nada, Pedro. Yo confío en ti.

Afortunadamente, Pedro acertó el tiro y las esposas se rompieron. Pero claro, no había tiempo de celebrar porque estaban con el agua ya por las caderas y había que salir de allí a toda leche. Así que nuestro héroes echaron a correr lo más rápido que pudieron en la medida de lo posible. Pero a Pedro le entró así  como una crisis existencial y se paró en medio de un pasillo.

- ¡Pero corre, Pablo!- le chilló Pedro.

- Oye... ¿yo no tenía un amigo? Y estaba lisiado...

- Tu amigo está en su casa y tu pierna se  ha curado por obra de Esperanza Gracia. Es el poder de los fanfiction malos. Vamos, cabrón, que nos ahogamos

Pero cuando llegaron a cubierta ya era tarde. Los botes ya estaban llenos y se habían marchado, y los pasajeros que quedaban se estaban tirando por la borda con lo que tuvieran a mano. Aquello era el fin del mundo y la única esperanza era arriesgarse. Así que se tomaron de la mano y se miraron a los ojos.

- ¿Juntos? - preguntó Pablo.

- Juntos - y se tiraron.

El agua estaba congelada y ni siquiera chapoteando se te quitaba el frío. Necesitaban garrarse a algo...

- ¡Una tabla!- gritó Pedro.
- Pero no cabemos los dos... Se hunde cuando intento subirme.
- Pues querido, quédate tú abajo, que estos pantalones son de Armani y como sigan mojándose se van a estropear.
- El agua está helada- dijo Pablo tiritando.
- Tranquilo, solo debes aguantar hasta que venga el otro barco.
- No me sueltes, Pedro.
- Nunca.
Pasó un poco de tiempo y bueno, el drama continúa and shit. Y de repente, una idea nace, como si fuera su Atenea particular, de la cabeza de Pablo. "Me voy a hacer el muerto, a ver si lo asusto"
- Pablo.
Silencio.
- ¿Pablo? - no podía ser- ¡Contéstame, joder!- estaba muerto. Aunque su mano aún estaba caliente. Pero nunca le iba a dejar ir.
De pronto, un bote vino a rescatar a los posibles supervivientes.
- Si no lo suelta - le dijo el señor que lo llevaba a  Pedro-, no podemos hacer nada. Es usted o él.
Pedro miró al falso cadáver de Pablo.
- Lo siento, Pablo. A la mierda. 

Embarcaron a salvo en el Sea Esta (¿Sabíais que existía un boat name generator?), el barco donde viajaban ahora los supervivientes, y los botes de rescate no pararon de salir y llegar en toda la noche, cargados con gente viva o gente con esperanzas de vivir. 

Pedro no reconoció a nadie. Le informaron de que otros barcos también habían acogido a pasajeros del Tiranic, así que era probable que Soraya y los suyos estuvieran bien. Bien pero afortunadamente lejos. Menos mal, pensó. Al fin había escapado de su compromiso y tenía por delante un futuro lleno de posibilidades en donde el camino lo marcaba él. Porque la vida continuaba, a pesar de todo. Aunque él sentía que la suya solamente acababa de empezar. Un ruido le sacó de sus pensamientos.

- ¿¿¿QUE NUNCA ME IBAS A DEJAR IR HIJO DE PUTA??? PUES ANDA QUE HAS TARDAO. - gritó una voz familiar mientras embarcaba en el Sea Esta.

****
- Pablo, tenemos que hablar - dijo Pedro, la mañana siguiente.
- Lo sé.
- Lo que pasó en el Tiranic...
- No. Lo importante no es eso. Lo importante es lo que pasó después.
- Lo... lo siento mucho. No quería... No quiero que me recuerdes de esa manera.
- No te preocupes. Estabas desesperado y creías que yo había muerto. Pero comprenderás que no pueda perdonarte.
- Sí... Entonces... ¿Es esto un adiós?
- Me temo que sí - dijo acercándose lentamente.
Y se besaron, por última vez, con la puesta de sol de fondo.

Al llegar al puerto, Pedro disfrutó de su libertad al máximo. Viajó por todo el mundo y acabó siendo un exitoso modelo, aunque tenía vetado el modelaje de bañadores. Incluso le dieron el premio a la Sonrisa más Encantadora tres veces y el de Modelo Masculino del Año, algunas de ellas incluso derrotando a Gilderoy Lockhart y Derek Zoolander, sus eternos rivales.
Pablo, por su parte encontró un nuevo amor, Alberto, con el que vivió feliz muchos años, y se reencontró con su amigo Íñigo. También se reencontró con el señor Francisco Nicolás, el que les coló en el barco, ya que descubrió que era su primo perdido, y gracias al cual pudo agradecer a Esperanza Gracia la milagrosa curación de su lisiadura.
Pedro y Pablo jamás volvieron a verse, pero aquel fugaz amor a bordo del Tiranic quedaría en sus memorias, y en su corazón, para siempre.
*Música dramática de créditos finales* tiririiii tiroriroritiiii tiririii tii tiiii Eh bri nait in mai drims ai si yu ai fiiil yuuu 🎶

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⏰ Última actualización: Jul 17, 2016 ⏰

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