Durante los tres días antes de irme a Kings, Paul no apareció por casa. No puedo reprochárselo ya que llamó por teléfono y me dijo que su madre había tenido un accidente de tráfico y que, aunque no le había ocurrido nada grave, quería ir a verla para comprobar con sus propios ojos que todo marchase bien.
Paul cogió un avión, pero antes de despegar me llamó a la BlackBerry.
– Nos veremos a la vuelta de las vacaciones de Navidad – prometió él –. Becca – añadió –. Ten mucho cuidado en Kings. No me hagas tener que ir a buscarte.
La idea me pareció tentadora. Pero no se lo dije.
– Tranquilo, Bryan no se propasará. Que tengas buen viaje, Paul – me despedí.
– ¡Becca! Espera – alcancé a escuchar antes de colgar.
– Dime – pregunté ansiosa. ¿Qué iba a decirme?
– Te… Te… Te veré en el… Hospital a la vuelta. Tengo ganas de ver pacientes contigo – acabó diciendo él.
Me sentí algo confusa. ¿Por qué razón yo pensaba que me iba a decir “te quiero”?
<<Seré imbécil>>, pensé.
– Está bien. Allí estaré. Date prisa o perderás el avión. Te echaré de menos – dije rápidamente.
Y colgué.
– Idiota, Rebecca, idiota – musité para mí misma.
¡Un poco más y me ofrezco en matrimonio! , pensé después.
Respiré profundamente y evoqué el instante en el que tres días atrás mi madre me había confesado que Paul se marcharía.
Mis ojos se inundaron de lágrimas otra vez. Pensé, que al menos, Paul estaría conmigo para hacer la selectividad.
Pero me desconsolaba muchísimo comenzar el primer año de medicina y no poder compartir con él mis primeras experiencias.
No sé por qué razón, vino a mi cabeza el día de la bolera. Cuando me agarraba para enseñarme a lanzar la bola, y eso que yo me resistía a aprender.
Me acordé del coche y de cómo me había acariciado. De sus besos en la mejilla, que a mí me parecían cargados de intenciones.
De sus medias sonrisas.
De sus chistes malos y de sus regañinas.
De esa asombrosa inteligencia suya.
De su capacidad para sacarme de mis casillas.
– Oh, Dios mío – susurré –. Estoy enamorada de Paul Wyne.
Me sentí desfallecer. Ya no podía negar lo innegable.
Bryan en cierto modo me resultaba atrayente, pero sin Paul se me hacía difícil imaginar mi futuro.
Quise estampar mi cabeza contra mi conejito de peluche.
¿Y ahora qué demonios iba a hacer? ¡Paul iba a marcharse! No podía declararme…
– Pensará que soy una niña loca que no sabe lo que quiere – susurré –. Además, aunque saliéramos juntos, aunque creciera algo entre nosotros… Se va a marchar igual.
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Becca Breaker(I): Contigo © Cristina González 2013/También disponible en Amazon.
Novela JuvenilBecca es una joven extremadamente inteligente. Ella sabe de física, matemáticas, biología, medicina, astronomía y literatura... Pero no de amor. Paul Wyne es seis años mayor que ella, está terminando la carrera de Medicina y tampoco tiene mucha id...