Capitulo 3

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Entro en la cámara y lo primero que me encuentro es a un joven muchacho (más o menos de mi edad) atado en una silla con una maraña de pelo negro tapando su rostro. Me quito cuidadosamente mis guantes y trato de adoptar una actitud indiferente. Cojo un arma. No quiero hacerle daño, solo intimidarlo. Él no ha notado mi presencia. Me acerco silenciosamente y me apoyo en la pequeña mesa que hay en frente de él. Su cabeza sube lentamente para observarme. Me quedo petrificada. Su mirada. Unos ojos azules oscuros me miran sorprendidas. Los ojos mas espectaculares que he visto en mi vida sin duda. Trato de no mostrar mi sorpresa y me aclaro la voz.
Le miro directamente mientras le hablo.
-Vas a decirme como escapastes, si alguien te ayudó y en ese caso me darás nombres.
Me sigue mirando. Sin hablar. Estudiándome. Se me agota la paciencia. Elevó la voz.
-¿Estás sordo o qué? Si no hablas me temo que vamos a tener que jugar.
Sigue mirándome, perforándome con esa mirada. El chico es valiente. No habla.
Finalmente se me ha agotado la paciencia. Me giro y miro la mesa en la que estaba apoyada. Genial, cuchillos. Cojo una navaja y le sonrío mientras se la muestro. Sigue mirándome. Me está poniendo nerviosa. Me acerco a él y le hago un pequeño y rápido corte en la mejilla. Hace una mueca. Bien.
-¿Vas a hablar o sigo?- mi voz tiene un ligero toque de pesar. Alguien que ha podido escapar de este edificio no debería estar atado a una silla en una cámara oscura. Debería estar en algún alto rango militar. Pero sigue siendo un criminal, me recuerdo.
-¿Cómo te llamas?- la pregunta me pilla por sorpresa. Todo el mundo al que he tratado en este lugar me ha insultado y tratado de golpear, aunque es cuestión de tiempo que quiera matarme. Pero nunca, nadie se ha interesadopor mi estúpido nombre.
-La que hace las preguntas aquí soy yo-respondo,aparentando ira.
-Siento decirte, que no pienso responder hasta saber tu nombre. Lo siento, me educaron así, ya sabes, eso de no hablar con desconocidos y esa mierda- me muestra una pequeña sonrisa irónica. Fuerzo una carcajada.
-¿Te crees que estás en derecho de exigir algo?
-Si tanto te interesa saber cómo escapé de esta maldita prisión supongo que sí, tengo derecho a exigir tu nombre- su mirada está alegre. Esto es ridículo. Está en una jodida cámara de tortura y está sonriendo. Le hago otro corte mucho más profundo en el muslo derecho. La mueca que hace ahora es mucho más intensa. Le ha cambiado la cara. Ya era hora.
-Han cambiado las tornas. Quiero tú nombre y edad-le digo irritada.
Me mira con algo de odio. De repente me siento mal. ¿Qué cojones me pasa?
-Daniel Baker, 19 años.
-¿Quién te ayudó a escapar la pasada noche?
-Nadie.
Me río un poco aunque no era mi intención. Su mirada es de suficiencia. Creído.
-Digamos que por un momento me creo que tú solito, un muchacho de diecinueve años, escapastes sin ninguna ayuda del edificio más seguro del país. ¿Cómo?
-¿Es tan difícil de creer?-dice con un rastro de diversión en su rostro.
De repente me fijo en que tiene una herida de bala en el hombro derecho. Perfecto. Empieza el juego.
¿Tienes pensado responder?-le pregunto directamente.
-No
Me dirijo rápidamente a su hombro y le introduzco un dedo por la herida de bala. Empieza a gritar. Tengo ganas de parar inmediatamente. Solo un poco más Ross, me digo. Se lo introduzco un poco más y lo saco. Deja de gritar. Me mira con auténtico odio. Espero que no note la culpabilidad en mis ojos. Me acerco a su oreja.
-Ahora es cuando me dices cómo cojones escapastes- le susurro.
Fija su mirada en mi.
-No pienso decirte una mierda-me dice, escupiendo las palabras.
- No me obligues a hacer cosas de las que luego me arrepienta- hablo sin pensar. ¿Acabo de decir que luego me voy a arrepentir? Pero que...
De repente él pega una patada a mi espinilla y la navaja cae de mis manos dejándome ligeramente sorprendida.Tira con su cuerpo la silla y logra alcanzar con sus manos la pequeña navaja, ni si quiera me da tiempo a reaccionar cuando me doy cuenta de que está suelto, completamente liberado de sus ataduras y se dirige hacia mí con la navaja en su mano.
Estúpido.
Cojo su mano con la navaja y la retuerzo hacia su espalda dislocándole el hombro con la herida de bala. Grita a todo pulmón y dirijo una patada a su entrepierna que lo deja tendido en el suelo. Casi inconsciente. Vuelvo a colocar la silla en su sitio y cojo cadenas de la mesa , esta vez no creo que se libere con un simple cuchillo. Cojo su cuerpo y lo vuelvo a colocar su cuerpo en la silla. Rodeo su cuerpo con la pequeña cadena de metal y la aseguro con un cerrojo. Me quito un poco de polvo del uniforme y me apoyo en la mesa.
-¿Por dónde íbamos?-digo tiñiendo mi voz con un ligero toque de diversión.
Daniel está con la cabeza gacha asimilando el dolor que le he causado en su hombro derecho. No me mira. Dios, este muchacho es exasperante. Cojo una pequeña arma con dardos que simulan el dolor de una bala aunque no causa sus mismos daños. Es un bonito juguete. Duele pero no mata. Le disparo en la pierna. Grita. Elevo la voz.
-Me estoy cansando- le digo, aburrida- tengo cincuenta cajas con armas que no te van a gustar así que te sugiero que respondas a mis preguntas cuánto antes y sin vacilar.
Levanta su cabeza y dirige su magnífica mirada a mi cara e intenta escupirme. Le vuelvo a disparar, esta vez en el pecho. Su grito esta vez me aturde. Vuelvo a preguntarle.
-Salí abriendo la puerta. Es un sistema muy complicado, puedo explicártelo. Simplemente giras el pomo y sales. Libertad. Arco iris. Unicornios. Ya está.
Grito y llamó a James. Viene en seguida. En cinco segundos exactamente.
-¿Algún problema Ross?-me dice.
-Me he cansado-respondo- dejadlo en una celda de aislamiento y dadle solo un vaso de agua. Seguiré con él mañana.
-De acuerdo comandante.
Salgo por la puerta, no sin antes escuchar un grito. Parece que James aún no quiere encerrarlo en la celda.

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