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Para ambos chicos era 'especial' el hecho de ir a un ''cita''. Ninguno de los dos había estado en una como tal, ni siquiera Rubén con la linda Scarlet ya que ésta vivía en otro país –por cuestión de trabajos de sus padres el cual es otro tema-

El moreno en su habitación caminaba de un sitio a otro, estaba tan nervioso que en su rostro una sonrisa iluminaba, por otro lado a unas cuadras de allí, Rubén, se miraba al espejo, no había decidido vestirse ''elegante'' para él no era una cita, sólo una salida de amigos y ya.

Bufó y salió de su habitación, el castaño era el que más estaba alterado de los dos, puesto que había sido él el que le pidió a Miguel, su enemigo, ir a salir.

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Desde su habitación Miguel escuchó el sonido de la bocina del auto, llevó ambas manos a su pecho sintiendo su corazón latir rápido, tomó todo el aire posible y bajó para salir de casa y allí observar el vehículo, un Daewo Matiz, Miguel se acercó y abrió la puerta, Rubén le sonrió cómo saludo y ya dentro arrancó.

- ¿Todo bien?- Preguntó el moreno observando por la ventana el recorrido.

- Si ¿tú que tal?

- Bien igual.

Después de eso, hubo aquel silencio incomodo, después de unos largos minutos Rubén había llegado a la zona de la cita, el cual no era un lugar refinado, no era un restauran ni nada por la condición.

No era nada más que un gran aparcamiento donde había muchos camper de comidas rápidas.

- ¿Qué es esto? – preguntó Miguel- Creí que íbamos a un lugar cerrado pero aquí está todo Madrid- Pronunció al ver un grupo de niños corriendo con las bocas repletas de dulces.

- Esto es mejor que uno de esos lugares- Le sonrió. Llevó su mano hacía el brazo de Miguel y lo haló hacia una mesa libre.- ¿Qué quieres comer?.

- No sé, sorpréndeme- Rubén negó divertido mientras fue a unos de los camper.

Realmente esta cita no es como Miguel se lo esperaban, eso hizo que se diera cuenta de lo muy diferente que eran, es obvio que Miguel fue creado en un hogar donde las cosas tenían marcas sin embargo Rubén no, a medida que miraba su alrededor le empezaba a gustar el lugar, ya que era uno de esos sitios donde puedes pasarlo a lo grande con tus familiares, como una gran exhibición donde te encuentras muchas cosas, desde niños intoxicados por golosinas hasta octogenarios bailando con la poca energía que corre por sus venas, era un lugar alegre a excepción del lugar donde al principio quiso ir, esto jamás de los jamases se compraría con un restauran, la música es alta, había muchas luces, mesas, autos, camper vendiendo comidas, dulces, juguetes, personas jugando. Esto era único.

- ¿Por qué sonríes?- Rubén preguntó confundió, dejó dos grandes hamburguesa a la mesa, junto con dos cervezas.

- Me gusta este lugar- Rubén sonrió a gusto, a él también le gusta mucho ese lugar.

- Pues, no es el lugar indicado para una cita, o quizás sí, se pasa genial- explicó tomando asiento

- Seguro- Miguel sonrió comenzando devorar la hamburguesa junto al castaño quien lo miraba con entusiasmo, sintiendo esa tibieza en su estómago al cruzar mirada con él, pensó poco, y se dio cuenta de que Miguel no es tan malo como él decía; de hecho era muy lindo y entretenido.

Después de terminar toda la hamburguesa y las cervezas emprendieron a dar una vuelta por el lugar, Miguel movía sus ojos de un lado a otro con afectividad, para él todo lo que miraba era tan maravilloso puesto que jamás había estado en algo similar porque sus padres decían que las plazas de este tipo era donde estaban las personas sin futuro, pero que va, ese sitio era grandioso y había personas maravillosas.

Los ojos del moreno se iluminaron al instante que miró el juego de los autos chocones, no dudó ni un segundo en tomar la mano de Rubén y arrástralo al lugar.

- Dos boletos- pidió Rubén y cuando se los facilitaron Miguel corrió como niño emocionado para entrarse en los autos mecánicos, Rubén en otro y la diversión emprendió.

Había mucha gente chocándose entre ellas, Rubén se estaba divirtiendo y más cuando miraba la sonrisa de comodidad de Miguel, la estaban pasando bien y en su sonrisa se destellaba.

El viento golpeaba su cabello negro, las mejillas levemente ruborizadas, y por un momento el tiempo para Rubén se detuvo, no importaba las demás personas, sino aquel chico quien lo miraba con agitación y que después de acabar el tiempo en los autos chocones corrió a sus brazos y este por supuesto que lo rodeó.

- Miguel, ya puedes soltarme- Miguel rió y lo hizo se alejó y sonrió.

- Hay que repetir esto- planteó retomando el camino.

- Creo que estoy de acuerdo.

Y lo estaba, otra salida no les vendría nada mal a ambos.

- ¡Una carrera hasta la aquella rueda!- gritó el moreno para salir corriendo al instante, Rubén lo imitó, parecían dos críos apenas, la brisa golpeaba los rostros de ambos y sus corazones palpitaban a mil.

Miguel se contuvo de inmediato al sentir que el aire no les llagaba a sus órganos, tocó el pecho sintiendo un dolor leve, Rubén llegó a su lado segundo después, lo miró con el ceño fruncido ya que el moreno estaba más pálido de lo que era y con los ojos cuajados.

- ¿Qué sucede?

- Sentí que moría- exageró- mi corazón- llevó su mano a su pecho.- me siento debilitado.

- ¿Quieres que te lleve a casa?

- Yo quiero subir a la noria- hizo un puchero, Rubén le sonrió de lado y negó tomándole del brazo para ayudarlo a caminar y que no se desmayara al intento.

- Podemos regresar después.

Regresaron al auto, Rubén lo ayudó a entrar. Había sido fugaz la ''cita'' pero recreada.

Rubén encendió el estéreo y era lo único que se escuchaba, Miguel recostó su cabeza en la ventana y cerró sus ojos para calmarse.

Después de unos extensos minutos, llegaron a la casa de Miguel, Rubén detuvo el auto y quitó el seguro de las puertas.

- ¿Tú te sientes bien?- preguntó, Miguel asintió.

- Gracias por la 'no' cita- bromeó- Estuvo genial.

- Sí, estuvo genial.

- Nos vemos mañana- Miguel abrió la puerta.

Pero la cita no estará completa, sin el beso de despedida.

Se iba a arrepentir de esto y lo sabía pero sentía que era necesario hacerlo y a antes de que Miguel saliera del todo, lo impidió tomando su brazo, Miguel se giró pero antes de que pudiera reaccionar la cara de Rubén estaba muy cerca de la suya con sus labios tocando a los suyos.

Fue rápido, de inmediato Rubén se alejó y se reusó a mirar a Miguel, no quería saber cuál era su reacción, sólo quería evadirse de allí.

Miguel sonrió embrollado y salió del auto, al instante Rubén arrancó a 70 km/h humillado y muy arrepentido.



Otro nuevo capítulo con mucho salseito ahr. Estoy cómo emocionada.

Si les gusto este cap, no olviden dejar un voto y un lindo comentario.

Comenta también si quieres una dedicación.

Hasta el próximo capítulo.


Miguel; El chico nuevo ↬ Rubelangel (Pronto corregida y culminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora