1. Un matrimonio peculiar

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El casi inaudible crack de la puerta la sacó de su lectura. Ahí estaba él. Su esposo. Parado bajo el umbral de la puerta con una sonrisa satisfecha, Draco Malfoy le miraba con curiosidad.

—¡Vaya! Mi linda esposa esperándome despierta —dijo sarcástico, mientras entraba a la gigantesca habitación.

Lo miró de arriba a abajo con indiferencia. Llevaba el traje mal acomodado, la camisa fuera de los pantalones y la corbata en la mano. ¿Quién sería la pobre ingrata a la que se había tirado esa noche?

—No te creas tan importante —le dijo con una sonrisa de lado, que quizás, al pasar ya varios años con él, se le había pegado— Theo se acaba de ir.

El rubio negó con la cabeza mientras se sentaba a la orilla de la cama para quitarse los zapatos. Fue entonces que la miró.

Su ondulado cabello castaño se revoloteaba ligeramente por el aire que entraba desde el ventanal abierto de la alcoba. Llevaba aquella bata que solía ponerse encima de ése camisón de seda color vino que a ella le encantaba utilizar. Y que, ciertamente a él tampoco le importaba que usara. Maldijo mentalmente cuando la observó un poco más. Tenía un perfil perfecto, y su piel era la más suave que había tocado. Hermione Malfoy, de soltera Potter (aunque él seguía llamándola Granger), era una mujer bellísima.

Pero él no era hombre de una sola mujer. Y ciertamente, ella tampoco era mujer de un solo hombre.  

—¿Theo? Tiene años que no lo veo.

Hermione encogió los hombros y dejó su libro sobre la mesita de noche antes de pararse de la silla.

—Somos buenos amigos —dijo sonriendo pícaramente.

—Me imagino que son más que eso. Pero para mí, es el peor amigo que tengo. La última vez que lo vi, fue cuando salimos de Hogwarts, de eso han pasado cinco años; y antes de venir a saludarme, lo primero que hace es acostarse con mi esposa —con su varita conjuró ropa limpia para dormir.

Draco se paró inmediatamente y miró la cama frunciendo el ceño mientras hacía una mueca de asco.

Hermione rió despacio.

—No te preocupes, sabes que soy la esposa más condenadamente respetuosa y casta del mundo —dijo sarcásticamente mientras reía—. ¡Oh! Y jamás dije que me había acostado con él.

—Tampoco dijiste que no lo habías hecho.

—Tiene meses que lo hago —aceptó sonriéndole.

Draco rodó los ojos.

—No tenía idea, Granger. Creí que aún te tirabas a Wood —nunca la llamaba "Potter", obviamente sentiría como si estuviera hablando con el imbécil de Harry Potter.

—Simplemente me aburrí, Draco —respondió mientras se metía en la grandísima cama, bajo las sábanas plateadas—. ¿Y la prima de Pansy qué tal estuvo?

El rubio chasqueó la lengua mientras se metía al cuarto de baño para tomar una ducha.

—Me aburrí de ella.

La castaña rió, acurrucándose bajo las cobijas.

—Buenas noches —dijo alto, para que le escuchara.

—Buenas noches, señora Malfoy —respondió irónicamente, abriendo el grifo del agua.

[...]

Casado con una PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora