5: Astucia paciencia y falsedad

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Daphne Greengrass poseía una elegancia innata y una belleza que deslumbraba a cualquier hombre, y mataba de envidia a cualquier mujer.

Sus largas y rizadas pestañas acentuaban el hermoso color de sus ojos, idéntico al del escudo de su antigua Casa de Hogwarts. Nariz pequeña y labios delgados, naturalmente rosados e hidratados. Daphne, contrario a su hermana menor, tenía el cabello rubio, el cual emitía unos hipnotizantes destellos dorados bajo la luz del sol. Pero por supuesto, la joven heredera cuidaba su piel más que cualquier cosa, especialmente del sol, y por tanto, era tan blanca que pareciese que jamás había absorbido energía del astro rey. Era alta y delgada, pero de curvas llamativas.

Sus andares eran gráciles, demostrando su innata elegancia; tenía tanta seguridad de sí misma que pensaba que si tan sólo se lo hubiera propuesto, Draco se hubiera divorciado de su esposa a su primer chasquido de dedos.

Si tan sólo hubiera tenido ésas intenciones.

Draco no era alguien que quisiera para formalizar una relación. Primero, porque él estaba "felizmente casado", y a pesar de su seguridad de sí misma, ella sabía que él jamás arriesgaría la buena reputación que se había ganado con el tiempo, sólo por una de sus amantes. Segundo, ella no estaba interesada sentimentalmente en Draco. Si bien, le encantaba pasar sus noches con él, y su compañía era por demás satisfactoria; nunca pisó terrenos románticos con el rubio. Sus encuentros eran completamente inclinados hacia el interés carnal de cada uno.

Era cierto que Draco exigía exclusividad durante el tiempo que duraran sus relaciones, sin embargo, Daphne no le obedecía para nada. Después de todo, siempre sería una Slytherin que no acataba reglas.

Y finalmente, estaba el hecho de que  estaba comprometida con un rico mago americano que había conocido en uno de sus viajes. Tampoco estaba enamorada de él, por supuesto... Porque si verdaderamente lo amara, no buscaría calor en otros brazos.

Estuvo a punto de colocarse unas gotas del perfume que causaba alergia a Draco, pero declinó con una sonrisa astuta: Las noches de fiesta siempre acarreaban sorpresas y alguno que otro morreo en los jardines.

No le agradaba que su amante interrumpiera sus besuqueos con sus molestos estornudos.

[...]

Theodore Nott era un joven soltero muy, muy codiciado. ¿Pero qué mujer en su sano juicio no desearía a alguien como él para estar el resto de su vida?

Era alto, de cuerpo atlético y ejercitado, de cabellos castaños levemente alborotados, y facciones sumamente atractivas, destacando entre todas ellas, sus enigmáticos ojos azul cielo que derretían a cualquier fémina.

Habiendo sido criado en una familia rica y poderosa, y sumando el hecho de que era huérfano de madre; su padre le dio todos los lujos que pudo, intentando vanamente de cubrir el espacio vacío en la vida del chico que exigía una figura paterna. Aunque claramente sí tuvo tiempo para inculcarle la supremacía de su sangre.

Perteneció a la casa regida por la astucia y la ambición, codeándose con los engreídos herederos de incontables fortunas de Gringgots, siendo claramente, él uno de ellos. No obstante, siempre prefirió mantener un perfil bajo, contrario a quien fuera su mejor amigo: El arrogante Draco Malfoy.

Su amistad con el rubio siempre fue sincera y real, pero jamás perteneció a ése séquito de lamebotas del chico. El porqué, era simple: Él jamás se consideraría inferior a alguien. Ni siquiera al príncipe de Slytherin.

Casado con una PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora