6: La razón del rompimiento.

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El chelo acompañado del arpa y los violines que se tocaban solos por arte de magia —nótese la ironía— en una esquina del salón, ambientaban el lugar con exquisita clase.

La Mansión Kingsley estaba abarrotada de personas de todo tipo, desde las familias de la élite mágica, hasta jóvenes hijos de mortífagos, los héroes de guerra, ex alumnos y profesores de Hogwarts, y la prensa mágica.

Draco sintió el roce delicado de una conocida mano en su espalda, y en su rostro se instaló una sonrisa gatuna.

Bebió el último sorbo de whisky que quedaba en su copa y se giró lentamente hasta quedar frente a frente.

—Alegrando esta estúpida fiesta con tu belleza, preciosa —la aduló mientras su mirada lujuriosa la recorría de arriba a abajo.

Daphne sonrió.

—Creí que tu esposa era la que alegraba esta celebración.

El rubio rodó los ojos.

—¡Por favor! Hermione luce bien, pero tú... —se relamió los labios— Te ves increíble.

—Daphne, querida... —la rubia se alejó inmediatamente de Draco— Hola, ¿qué tal? Soy Alexander Huffman —dijo con mirada escrutadora.

El joven heredero aceptó su mano, estrechándola desinteresado.

—Draco Malfoy —respondió—. ¿Eres americano?

—Mi acento me delata —aceptó.

Daphne se mordía un labio con algo de nerviosismo, Draco se dio cuenta de eso.

—¿Son amigos o pareja? —inquirió con cautela.

El chico de cabellos oscuros sonrió, antes de pasar una mano por la cintura de la rubia.

—De hecho, estamos comprometidos.

Draco asintió, sintiendo la mirada preocupada de su ahora ex amante sobre él.

—Daphne no me lo había mencionado, ni siquiera sabía que estaba en una relación —dijo con una sonrisa lobuna, mirando de reojo a la joven.

—¿Son viejos amigos? —preguntó Alexander, un poco confundido.

El ojigris sonrió enigmático.

—Nuestras familias siempre estuvieron amistadas, por tanto, nos conocemos muy bien —y en la última oración, añadió un toque de picardía que sólo Daphne captó.

—Me imagino.

—Ahora, si me disculpan, voy a buscar a mi esposa —dijo alejándose, no sin antes lanzar una mirada a Daphne en la que claramente le recordaba «te lo advertí».

Sería falso de su parte decir que no se había sentido sólo un poco decepcionado de Daphne, después de todo, ella había sido la amante más estable y menos molesta de todas.

A la distancia pudo distinguir a la preciosa hermana menor de Daphne. Hizo una mueca.

Ni muerto volvía a meterla en su cama.

Casado con una PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora