9: De franceses y decepciones.

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—¡Madre! —la voz del rubio resonó por el pasillo que daba a la habitación de sus padres.

La gruesa puerta de roble que estaba al fondo del pasillo se abrió, mostrando la alta y delgada figura de Narcissa Malfoy. Su rostro estaba entornado en un gesto de seriedad casi sepulcral.

—¿Por qué levantas la voz de ésa manera tan vulgar, Draco?

—Madre, necesito tu ayuda —se acercó a ella para saludarla con un beso en la mejilla.

La elegante dama se cruzó de brazos, mirando a su hijo casi con pena. Él, al notar la mirada de su madre, acotó rápidamente.

—Sé que has leído la nota de El Profeta —ella se mantuvo callada y tan sólo asintió con la cabeza—. Quiero aclararte que poco me importa lo que Granger haga...

—Es una Malfoy, hijo, llámala como se debe.

El platinado resopló.

—Ella no merecía portar nuestro apellido —espetó furioso—. Rompió nuestro acuerdo.

La aristócrata soltó una recatada pero divertida carcajada.

—¿Romper su acuerdo? ¡Por favor, Draco! Eres mi hijo, y te elegiría a ti por sobre todas las personas pero... —sonrió con amargura— No pongas sobre los hombros de Hermione toda la culpa cuando tú también mereces llevar esa carga.

Draco hizo caso omiso.

—Debes empezar a hacer una lista de invitados selectos, pero enfócate en los miembros de la prensa. Mañana daremos una gran fiesta.

Narcissa lo miró, confundida.

—¿Por qué? Creí que habías decidido que el aniversario lo celebrarían Hermione y tú a solas, en la finca que tenemos en Suiza; y, a su regreso se daría el baile.

El vástago Malfoy negó.

—Ya no —suspiró—. Tengo que acallar los rumores que la insensatez de mi esposa y su amante provocaron —dijo, como si hablara de simples e irrelevantes negocios.

—Entiendo.

El rubio asintió, y procedió a retirarse, pero la voz de su madre lo detuvo.

—¿A dónde vas? Deberías ayudarme a organizar esto, tú conoces mejor los gustos de Hermione respecto a flores, decoración...

—Yo no conozco a esa mujer en lo absoluto —espetó, mientras se giraba hacia Narcissa. Agregó— Un cosa más: No le escribas a tu nuera sobre la celebración de mañana.

—Pero... ¿por qué? —inquirió confundida.

Draco rió con sorna.

—Conozco a Nott, y sé lo saboteador que puede llegar a ser... si se entera de la fiesta, convencerá a Granger de quedarse un día más, y arruinará todo.

Un deje de compasión se asomó en la mirada azul de la mujer.

—Si así lo deseas, así será hijo.

Casado con una PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora