8: Sombras secretas.

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Había visitado Francia cientos de veces, París la mitad de ellas. Sin embargo, siempre viajaba con Draco (de cuya compañía no podía 'disfrutar' porque él se desaparecía días enteros conquistando francesas), o si la suerte estaba de su lado, Ginny la acompañaba en su travesía.

Sin embargo, ésta vez se sentía completamente distinto, ya que ella nunca había viajado con alguno de sus amantes.

¿Por qué?

Porque ninguno de ellos era lo suficientemente importante.

—Hermione —los brazos de Theo se entrelazaron en su cintura.

Porque a ninguno de ellos echaría de menos.

—Buen día —respondió con una sonrisa, girando un poco el rostro para encontrar los labios del otro.

Porque por ninguno de ellos arriesgaría  la reputación de su matrimonio.

—¿Te apetece ir al Le Meurice ésta noche después de la reunión?

Porque con ninguno de ellos iba a cenar al restaurante más costoso de la ciudad sólo para disfrutar de una velada en compañía del otro.

—Sí.

Porque todos eran diversión fugaz. Pasión de unas cuantas horas. De una sola noche. No eran largas e intensas conversaciones ingeniosas en las que intercambiaban opiniones sobre cualquier tema.

Theo sonrió, y aún teniéndola entre sus brazos la hizo girar, admirando los destellos dorados que emitían las iris castañas de Hermione cuando hacían contacto con los leves rayos de sol del atardecer.

—Eres hermosa —le dijo, acariciando su mejilla tersa.

Incómoda por el romántico gesto, desvió la mirada y le sonrió levemente.

—Iré a bañarme a mi habitación —se excusó, escapando de los brazos del joven.

Él la miró alejarse.

—No tienes porque dormir en otra habitación. Vine contigo para que estuviéramos juntos, Hermione. Has permanecido extraña desde anoche. ¿Por qué?

Y ella no sabría responder a eso, aunque sabía que Theo tenía razón. Pero algo en el fondo de sí le decía que no era buena idea caer bajo la tentación de pasar la noche con él... no en días como ése. Tenía el presentimiento de que si lo hacía, en un futuro próximo el acto le traería consecuencias. 

—Aún tengo que perfeccionar algunos puntos del contrato, y tengo que estar lista para la junta de ésta noche —se acercó a él rápidamente.

—No intentes excusarte —respondió el castaño, un tanto molesto.

Hermione lo silenció con un beso, pasó sus manos alrededor de su cuello y lo atrajo hacia ella para tenerlo a su merced. Él no tardó en corresponder a su apasionado gesto, e inmediatamente posó sus manos en la cintura de la chica.  Antes de que Theo diera un paso más hacia la cama, la antigua Gryffindor lo soltó con rapidez.

—Después, ¿de acuerdo?

Y sin esperar respuesta alguna, siendo consciente de que no llegaría el momento de estar con él esa noche y mucho menos la siguiente; salió de la habitación, atormentada por incómodos pensamientos.

Casado con una PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora