Yago

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Los yetis comienzan a acercarse, ¡Oh, mierda! Jamil me toma del brazo. Encuentro su mirada.

- Tengo una idea. Cierra tus ojos – me ordena.

Doy un suspiro y hago lo que me dice. Al instante siento sus manos en la espalda y me susurra al oído.

- Vas a caminar, yo te guiaré, y no abrirás los ojos hasta que estés listo. Cuando te calmes y no tengas miedo ¿De acuerdo?

- Ok – respondo.

Entonces comenzamos. Doy un paso, sintiendo el musgo suave bajo mis pies; sigo con el otro. Mi respiración se tranquiliza, siento una ráfaga de aire a mi lado derecho, acompañado de un suave gruñido. Estamos pasando frente a un yeti, suelto una risita exasperada.

- ¿Qué pasa? – me pregunta Jamil.

- Es estúpido, tenerle más miedo a una enorme bestia que caminar sin rumbo con los ojos cerrados.

- ¿A caso desconfías de mí?

- No... para nada, pero no deja de ser ridículo.

- Bueno, sigue pensando en ridiculeces y te aseguro que estaremos bien.

Sonrío. Me detengo y escucho a Jamil respingar. Esto es inaudito, yo, el hermano mayor, la cabeza de la familia, permite que su hermano lo guie en un camino lleno de bestias espantosas porque les tiene miedo. Él camina sin preocupación, siempre lo ha hecho, aún cuando le avientan maíz a la cabeza, lo empujan y lo insultan, él sigue caminando sin decir nada, sin importarle nada... definitivamente es más fuerte que yo, y quiero seguir su ejemplo.

- ¿Qué pasa?

- Estoy listo – le digo. Dejo de sentir sus manos y abro los ojos.

La imagen me perturba, hay más yetis de los que había en un principio. Me asusto lo suficiente para llamar la atención de las criaturas. Bajo la mirada rápidamente, ¡Concéntrate! Ignora que hay bestias a tu alrededor... ¡Rocas! Eso es, solo son rocas enormes.

- Una carrera.

- ¿Qué?

- Una carrera... hagamos una carrera - le digo.

Jamil sonríe, sabe que entendí como evitar ser devorados. Si los yetis atacan a un ser que tiene miedo, ignoraran a un ser que no lo tenga. Entonces, lo contrario al miedo es el valor y si no eres valiente de naturaleza puedes ayudarte de otros factores, como la imaginaciòn, la distracciòn... 

- ¿Estás seguro de eso?

- Son solo obstáculos, Jamil, y es momento de corroborar la teoría.

Me sonríe, cómplice de la locura que haremos. Entonces veo hacia adelante, las luces rojas que se proyectan en nosotros solo se vuelven eso, luces.

- Uno... - dice.

- Dos... - sigo.

- ¡Tres! – gritamos y comenzamos.

Pareciera que corremos en un campo de enormes rocas que se mueven. A cada paso que doy me concentro en llegar solo al final, no hago caso de las luces rojas sumidas en sus caras. Si algo se mueve lo esquivo ágilmente. Corro, sigo corriendo. Algo se mueve adelante, es un brazo. Antes de chocar mis manos se lanzan hacia adelante y lo toman con fuerza, doy un salto y me impulso para pasar sobre él, caigo y sigo. Volteo por un instante para ver en dónde está Jamil. Sigue corriendo, sonriendo, le estoy ganando pero no por mucho. Continuo mi carrera, izquierda, derecha, derecha, ¡Rayos! Esto es como un laberinto. Esquivo árboles y rocas, volando cual rafaga. Tengo una loca idea y me empeño en hacerla, saltaré encima de cualquier Yeti que se me atraviese. Aparece uno de espaldas, salto y corro sobre él, sintiendo el pelaje y la gruesa piel que lo acompaña. Al llegar a la punta doy un brinco y al caer, giro para amortiguar el impacto en mis pies. Me reincorporo y sigo adelante, volteo nuevamente para ver a Jamil, está muy atrás. Me rio de él y...

Revelación: La Historia de un Mundo SalvajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora