Revelación: La Historia de un Mundo Salvaje

Jamil

Los yetis pasan de largo, abro mis ojos al escuchar una explosión lejana. Los cristales del domo se rompen cerca de la entrada principal. Una nave atraviesa la aventura ¿Será Strad escapando? Algunos voltean a la misma dirección.

- ¡No tengan miedo, cierren los ojos para no ver a los Yetis. Ellos huelen el miedo, así que no teman! Todo estará bien.

Todos me escuchan y se relajan como pueden, a pesar de escuchar más gritos alrededor. Nosotros nos quedamos agachados y quietos. La masacre continua, escuchamos a lo lejos las detonaciones de armas.

*

Pasa una media hora al menos y todo está en silencio. Hace unos momentos lanzaron un proyectil con dirección a la selva. Desearía saber por qué. Volteamos a ver alrededor, los yetis se han ido. Las puertas en la que estamos se abren, comenzamos a entrar rapido. Hay mucha gente, con diferentes vestimentas y casi amontonados. Los empujo y me abro camino al edificio principal, de repente Anuar habla.

- Es coronel Strad intentó escapar, el misil que lanzaron le dio a su nave y cayó – la gente comienza a aplaudir, a vitorear y a celebrar por la caída del maldito perro. Lo admito, algo dentro de mí se mueve de alegría –. Ahora hay que organizarnos para regresar a las secciones y recuperar lo que sea necesario: alimentos, bebida, ropa, todo lo que crean util para nuestra supervivencia. Ya no hay peligro, recuerden no tener miedo, los militantes los escoltarán. Gracias.

Corro al edificio central, mientras la gente camina en dirección contraria. Al entrar veo a Emmer, a Anuar, Margo y Rodrick, ajustándose sus trajes. Listos para salir... mi estómago se hace hueco.

- ¿Y Yago? – nadie responde al momento y se miran entre ellos - ¿Dónde está? – insisto.

- Strad escapo en su nave, Yago logró subir a ella... cuando regresamos para bajar al elevador, algunos de nuestros compañeros lanzaron un misil de largo alcance y derribaron la nave – responde Emmer.

Mi corazón se detiene, la piel se me eriza. No, no, no es posible, él no puede...

- Iremos al lugar donde cayó la nave... para buscarlo – dice Margo.

- Yo iré con ustedes...

- No... Jamil, quédate con tu familia, cuídalos y... - me interrumpe Anuar.

- No, yo iré, yo sé cómo andar en la selva. Yo tengo que ir, por favor, déjenme ir con ustedes... por favor – la voz se me quiebra.

Escuchamos unos rugidos a lo lejos, es mejor que me calme. Los chicos me ven, sin poder decirme nada, me miran dudosos y compasivos, ¿Creen que no puedo soportar lo que llegue a encontrar allá? Quizá no lo haré, pero necesito verlo con mis propios ojos para convencerme de que es real, de que él está... Una imagen horrorosa cruza mi mente y cierro los ojos para esfumarla.

- Denle un traje y un arma. - dice Emmer -. Lleven los suministros necesarios para un largo viaje, partiremos en media hora – concluye.

Lo veo extrañado, pues de entre todos los allí presentes no pensé que él fuera quien diera la orden sin más. Él odia a Yago.

- Gracias.

Le digo. Él se acomoda un guante y agacha la mirada. Luego se va con algunos de sus compañeros.

*

El traje me pesa, pero puedo caminar. Quise negarme a llevarlo puesto pero iremos más allá de lo que Yago y yo exploramos. No sé qué otras cosas encontremos. Tomo un par de cuchillos y ajusto una ballesta en mi espalda, para Yago. Salimos del edificio. Es casi medio día, escucho que una pequeña y dulce voz gritar mi nombre. Dara aparece, corro a abrazarla, me agacho y la envuelva. Mamá y Nerea también llegan y se avientan a mí. Anuar viene detrás de ellas, las trajo para que se despidieran, lo que me parece fatal, podría ser la última vez que las veo. Hago un esfuerzo por reprimir las lágrimas.

- ¿A dónde vas? ¿Dónde está tu hermano? – pregunta Celia, preocupada.

- Iré a buscarlo... lo traeré de regreso, volveré, lo prometo. No tengan miedo y cuídense – le digo.

Ella me envuelve en sus brazos con fuerza. Sollozando. Me toma la cara con sus manos y me limpia los ojos.

- Cuídate mucho, hijo.

Asiento y vuelvo con el grupo. Emmer y Anuar toman la delantera, Margo lleva una mochila de suministros al igual que Rodrick. Emmer deja a cargo a un chico de suma confianza, lo abraza antes de continuar con su camino. Podría asegurar que es su hermano pero por la firma en que se miran... Han dicho mucho sobre Yago y yo; que nuestro cariño de hermanos es verdadero. Lo que no saben es que no es cariño solamente, sino amor... Amor verdadero e incondicional. Caminamos por la explanada, que esta semi vacía. Las puertas están abiertas, saldremos por la sección A. No hay transportes disponibles así que atravesaremos la sección a pie.

Hay algunas personas llorando, rodeando cuerpos envueltos en mantas blancas cuyas manchas rojas se hacen notar a todo fulgor. Algunos cuerpos ni siquiera están cubiertos. Agacho la vista al suelo para desvanecer lo que acabo de ver. La mayoria de los edificios de la sección están destruidos, aún hay fuego en algunos, producidos por los tanques de gas que explotaron. Hay escombros y nos detenemos a contemplar lo que era el túnel, el muro derrumbado.
Hay vidrios rotos alrededor. Contemplo hacia arriba. Buena parte del domo está destruido y deja entrar los rayos de sol, que son más intensos. Strad, el maldito cobarde ya había planeado esto. Comenzamos a pasar sobre las rocas, me resulta difícil no tropezar por culpa de las pesadas botas. Emmer saca una tablita pequeña de cristal, de un compartimiento que tiene su pecho. Aprieta un botón y veo un holograma verde. Un mapa. Lo mira mientras camina.

Pasamos los diez metros que formaban el túnel, el grosor de lo que era la entrada del muro. La selva yace frente a nosotros, un temor me recorre el cuerpo pero recuerdo que debo mantenerme tranquilo, ¡él está bien, está vivo y lo vas a encontrar!

- Es por allá, ¿listos? – dice Emmer, señalando el camino a seguir.

- ¡Esto es una locura! – replica Rodrick. Noto en su expresión algo de entusiasmo.

Respiro hondo y comienzo a caminar. Emmer acelera el paso y yo también, corro a su lado. Me echa una mirada antes de hablar.

- ¡Hey! Lo encontraremos – me dice.

- Lo sé – afirmo con una seguridad que no tengo por que verdaderamente lo encontraremos. Solo espero que no de la forma en la que mi mente me obliga a imaginarlo.

FIN DEL LIBRO 1