¿De quien es este niño? EDITADO

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Diciembre 24, 1981

Londres:

Un hombre corpulento envuelto en un pesado abrigo y usando pesadas botas y guantes de cuero marchaba por el pavimento hacia el gran nacimiento que estaba enfrente de la Catedral de San Pablo. La iglesia estaba cerrada por la noche, eran casi las dos de la mañana y el servicio de medianoche hace tiempo había terminado. Todos estaban en sus casas durmiendo o preparando los últimos detalles en los árboles Navideños o chimeneas para la visita de Santa Claus.

Todos, claro, excepto por el obeso hombre y la delgada mujer con cara de caballo que caminaba a su lado llevando una cesta de picnic. Ella también estaba protegida contra el viento que azotaba y el frío extremo con un gran abrigo con piel en el cuello y las mangas, y su rostro estaba cubierto por una bufanda azul tejida.

Si alguien los hubiera visto aparte del gato callejero o la tiritona rata, habrían pensado que la pareja se dirigía a la catedral para entregar una canasta para una familia necesitada en Navidad. Ellos lucían como gente de bien y la canasta parecía pesarle a la mujer por la forma en que la cargaba.

El hombre miro furtivamente cuando alcanzaron su objetivo, el nacimiento de tamaño real de María, José, y el bebé Jesús, los tres Reyes Magos, los pastores y los animales rodeando el pesebre. Todas las piezas habían sido cuidadosamente talladas a mano y pintadas, lucían bastante reales, desde la sonrisa en el rostro de María hasta el brillo en los ojos del bebé. San Pablo había estado usando este nacimiento hace más de setenta años, había sido echo por un maestro tallador de madera que había muerto hace mucho tiempo.

La mujer se detuvo y dejo la canasta en el piso, miro al hombre y dijo en voz baja, "¿Estas seguro que podemos hacer esto? ¿Y si alguno de ellos se entera?"

El hombre soltó un bufido burlón. "¿Cómo? Ellos solo lo dejaron en nuestra puerta con una nota. Estoy cansado de preocuparme por otra boca que alimentar, él no es familia mía, ¿Por qué tengo que aceptar esta carga?"

La expresión preocupada de la mujer aumento. "Es el hijo de mi hermana..."

"¿Y? Tú nunca quisiste tener contacto con ella después que termino esa loca escuela y se caso con uno de esos locos. ¿Tú quieres que nuestro hijo crezca con un fenómeno? ¿Con una criatura anormal? ¿Eso quieres?"

"No, por supuesto que no."

"Escucha, ellos no pueden obligarnos a aceptarlo. Si lo quieren tanto, entonces alguno de ellos debió quedarse con él. ¡Que uno de su propia clase se encargue!" él miro a la canasta de picnic con completa repulsión y la pateo. Un leve quejido salio de adentro. "Vamos, hagamos esto antes de que alguien venga, aunque hace un maldito frío que habría que estar loco para salir en una noche como esta."

La mujer tirito, pero si era por frío o miedo a ser descubierta no se supo. "¿Quizás debimos considerar un orfanato?"

"Demasiado problema. Este es un buen lugar como cualquiera para que alguien lo encuentre." Él se acerco al pesebre, que estaba lleno de olorosa alfalfa, tomo al bebé Jesús de madera y lo dejo a un lado en el piso. Luego le hizo un gesto a la mujer, que se agacho y abrió la canasta, sacando un bulto grande envuelto en una arrugada manta azul. El bulto gimió y estornudo.

Ella se apresuro donde el hombre que la esperaba impaciente, y acostó al envuelto niño de diecisiete meses, que se veía más pequeño, ya que apenas tenia suficiente para comer, en el pesebre. "¡Listo! ¡Que el Señor se encargue de ti ahora, patético desecho!"

Entonces ella y su marido miraron una vez más alrededor y dejaron atrás el nacimiento volviendo al pavimento, ansiosos por alejarse de la escena de su nefasta acción. Jamás miraron atrás.

Dejado en un pesebreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora