¿Donde estas Navidad?

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Diciembre, 1988

Una semana antes de Navidad:

Harry no estaba sintiendo mucho el espíritu de la navidad este año. Él había cumplido ocho años en Julio y se acercaba a una etapa difícil, no era un niñito, pero no era lo suficientemente grande para asistir a Hogwarts. Estaba entre lo uno y lo otro, como le gustaba decir a Augustus, una parte de él deseaba seguir siendo un niñito para permitir que su padre y abuelo le dijeran que hacer, y otra parte se rebelaba y deseaba que le dieran mas responsabilidades. Su gatita, Parches, lo mantenía entretenido, ya que disfrutaba cuidarla, ella le daba interminables horas de diversión y compañía cuando sus dos mejores amigos, Blaise y Neville, no estaban. Él sabía que ella lo adoraba y él a ella también, la relación entre ellos era muy fuerte.

Aun así, él se sentía. . .insatisfecho esta temporada. Él había ido de compras navideñas con Severus esa mañana y había visto en la tienda de Quidditch el nuevo prototipo de escoba de carrera, una Starcatcher 1900, y se había quejado de inmediato para tener una. Él no pudo evitarlo, aunque sabía que Severus diría que no. La escoba era gloriosa, toda brillante y vivaz y al mirarla parecía que volara aunque estuviera quieta. Era la novedad de este año, y cualquier niño mago que amara el Quidditch quería una.

Harry sabía que la escoba era carísima, pero él también sabía que su padre era el Maestro de Pociones mejor pagado en las islas británicas, y su abuelo tenia bastante dinero también. Augustus había comenzado a enseñarle sobre su herencia el año pasado y no se había molestado en esconder el echo de que los Prince, y por extensión también los Snape, eran de dinero aristocrático. Así que Harry sabía que el dinero no era problema.

Severus lo era.

Severus se rehusaba permitirle a Harry una escoba de tamaño completo, mucho menos un modelo de carreras, al menos hasta que tuviera once años, e incluso quizás doce. Él se mantenía firme en su opinión de que un niño no podría manejar un modelo tan complejo, ni siquiera alguien con el talento de Harry.

Harry sabía eso. Pero aun así no pudo evitar preguntar. Y cuando Severus le dijo que no, que era demasiado pequeño, no pudo evitar sentirse enojado y avergonzado. Entonces hizo algo que no había echo en mucho tiempo. Él había echo tremenda pataleta, justo en medio de la tienda.

Oh, no del tipo que hacia cuando tenia tres años, cuando lloraba y se tiraba al piso, sino que la versión de ocho años, donde se ponía muy molesto y quejoso y hacia muecas hasta que parecía como si hubiera tragado una de las grageas mas desagradables de Bertie Bott. "¡Tu siempre me tratas como un bebé, Papá!" se quejo al principio, mirando malhumorado a su padre. "Ya soy lo bastante grande para una nueva escoba. La otra ya me queda chica. ¿Porque no puedo tenerla?"

Severus le dio una mirada de advertencia. "Tu sabes porque, Harry. Ahora deja de quejarte."

Harry le dio una patada al piso. "No es justo. Si soy grande para tener una mascota, puedo tener una escoba como la Starcatcher. Soy un buen volador, incluso el abuelo lo dice. Él dice que tengo talento natural."

Severus se mordió el labio exasperado. "Talento natural o no, tu no estas listo para manejar algo con tanta velocidad. No tienes suficiente experiencia y eres demasiado joven. Siento mucho que no quieras oírlo hijo, pero es la verdad. No voy a comprarte algo solo para que este guardada hasta que tengas la edad suficiente para volar y arriesgar que sea una tentación."

En ese preciso momento, Harry miro al mostrador, y vio a Draco Malfoy con su madre, Narcissa, pagando por una Starcatcher, la misma que Severus se había rehusado comprarle a Harry. Celos cubrieron a Harry como una plaga de furúnculos. Draco tendría una y Draco tenia su edad, ¡y la madre de Draco no pensaba que era demasiado pequeño! ¿Como eso era justo?

Dejado en un pesebreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora