Y EL DÍA DE SU PERDICIÓN SE APROXIMA.
El rostro de Tessa estaba pálido como el de una muerta. Sus ojos permanecían clavados en el respaldo de tela cubierto de manchas de la butaca que tenía delante, y se mordía el labio inferior con tanta fuerza que Kiara temía que acabara por hacerse una herida. Nunca había visto a Tessa tan mareada.
-Tess, ¿estás bien?
Su amiga hundió las uñas en la butaca.
-Sí.
-Te estás poniendo verde.
El ferry se inclinó hacia la izquierda al recibir por estribor el golpe de una ola especialmente grande, y Tessa se cubrió la boca con las dos manos. Por un instante, Kiara creyó que su mejor amiga iba a vomitar allí mismo, en la cabina de pasajeros, pero Tessa se relajó a medida que el barco recuperaba su horizontalidad.
-Estoy bien -repitió, volviendo a bajar las manos.
-Sí, ya lo veo. -Kiara rebuscó en su mochila y sacó una bolsa de plástico por si acaso Tessa la necesitaba. Su amiga la aceptó con gesto distraído-. ¿Crees que todavía faltará mucho? -preguntó Tessa. Kiara se echó hacia atrás y apoyó los pies en la fila de asientos que tenían delante.
-Creo que ya casi hemos llegado.
-¿Lo prometes?
-No puedo prometerte cuándo llegará el ferry , Tess -suspiró-. Pero según el horario, ya casi estamos, ¿de acuerdo?
-¡De acuerdo! -exclamó Tessa con brusquedad. Kiara reconoció aquel tono de voz de su amiga. Por norma general, indicaba un rápido cambio en su estado de ánimo, algo que sucedía con demasiada frecuencia en aquellos días, especialmente cuando dejaba de tomar sus antidepresivos. Pero, en lugar de preguntarle por sus medicamentos, lo que daría lugar a una discusión, intentó que Tessa pensase en otra cosa.
-¿Te acuerdas cuando tus padres me invitaron a Friday Harbor? -Fue el verano antes de comenzar el instituto, la primera vez que la familia de Tessa la había invitado a pasar unas vacaciones con ellos. Un atisbo de sonrisa apareció en la comisura de los labios de Tessa.
-Te mareaste un montón.
-¿Verdad que sí?
-Lo echaste todo en el baño de aquel ferry.
-Pensé que tu madre me iba a tirar por la borda - se rio Kiara.
-Yo también -dijo Tessa seguido de una risa tonta.
Aquel no era uno de los mejores recuerdos de Kiara, pero pensó que quizá serviría para que Tessa se distrajera y dejara de pensar en su estómago revuelto.
-Y tú no ibas mareada en absoluto. Así que estoy segura de que aguantaras hasta que lleguemos a Emy Island.
Tessa negó con la cabeza.
-Pero entonces era verano. Cuando el mar está en calma -dijo, señalando con un gesto hacia los ventanales-. No como ahora.
Kiara miró hacia el exterior.
-En eso tienes razón.
Kiara miró por la ventana. La llubia había amainado momentáneamente, ya no había surcos de agua zigzagueando por los cristales; el viento, sin embargo, había aumentado. Aullaba a través de la cabina, azotando el barco desde la proa y golpeando ambos lados con una fuerza casi sobrenatural.
Tessa apoyó la cabeza sobre el hombro de Kiara.
-Quizá no deberíamos haber venido.
-Es un poco tarde para eso -repuso Kiara, sin poder contener la risa.