-¿Qué ha pasado? -dijo Milagros-. Si funcionaba...
-Prueba a actualizar -sugirió Kate.
Kiara ya se había adelantado a su sugerencia, pero cada vez que pulsaba el icono de actualizar obtenía el mismo resultado: NO HAY NINGUNA CONEXIÓN DISPONIBLE.
-Se ha perdido la señal -dijo Kiara-. Lo siento mucho.
-No es culpa tuya -la tranquilizó Álex-. Ni siquiera se nos habría ocurrido de no ser por ti.
-Eh, dejáme intentarlo -dijo Dimitri. Kiara se hizo a un lado y Dimitri empezó a abrir ventanas de redes disponibles y herramientas de diagnóstico de conexión que ella ni sabía que existían-. A veces resulta complicado mantener una conexión. Si esta funciona, lo descubriré.
Kiara no tenía muchas esperanzas, pero apreciaba el entusiasmo de Dimitri.
-Os dije que no funcionaría -masculló Milagros. Se sentó en el banco de la ventana y cruzó los brazos sobre el pecho.
-Eres una sabelotodo -le soltó Kate.
Milagros la miró levantando la barbilla en un gesto de desaire y dijo:
-Bueno, alguien tiene que ser la voz de la razón, ¿no?
-¿Te crees que eres la única aquí que tiene cerebro? -Kate estaba furiosa-. Al menos Kiara ha tenido una buena idea y estaba intentando ser útil. Tú lo único que has hecho es ir de jefa y creerte que eso te hace superior a los demás. Deja de dártelas de guay.
Milagros se incorporó lentamente, manteniendo la cabeza erguida.
-Por lo menos yo no me paso el fin de semana actuando como una guarra.
-¿Qué quieres decir?
-¿Acaba de llamarte "puta"? -dijo Ryan.
-Lo que quiero decir es -dijo Milagros, cruzando de nuevo los brazos- que si vosotros dos no os hubierais escabullido por ahí...
-Nadie se ha escabullido -repuso Ryan, pronunciando las palabras lentamente-. Álex se ofreció a dormir en el sofá.
Kiara ladeó la cabeza. ¿Álex había dormido en la sala de estar? Juraría que él había sido el primero en llegar a las escaleras después de que ella descubriera el cuerpo de Celia.
-Solo estoy diciendo -prosiguió Milagros- que si anoche hubieras dormido en tu habitación quizá Celia no estaría muerta.
-¡Esto es el colmo! -Kate se lanzó a por Milagros, pero Álex se interpuso entre ellas.
-Vale, ya está bien -dijo. Pelearnos no nos servirá de nada. Tenemos que decidir qué vamos a hacer. -Luego se giró hacia Dimitri-. ¿Has conseguido algo?
-No. -Dimitri cerró la tapa del portátil de Kiara, se levantó y tiró del cable de red, que salía de detrás de la estantería que había en el rincón, junto a la ventana-. Parece que atraviesa la pared. -Sin decir nada más, echó a correr hacia la cocina.
-¿Qué pasa ahora? -dijo Milagros.
Oyeron abrirse la puerta del patio y, a través de la ventana, Kiara vio a Dimitri asomando la cabeza hacia la parte trasera de la casa. Se detuvo un instante y luego salió disparado bajo la lluvia.
Siete cuerpos se agolparon sobre el banco de la ventana y miraron hacia el exterior. La lluvia golpeaba el cristal y convertía el paisaje en una mancha impresionista y confusa. Al ver la silueta borrosa de Dimitri recogiendo algo del suelo embarrado, Kiara pensó en las imágenes producidas por un caleidoscopio.
-¿Qué es eso? -gritó Milagros, apretando su cara contra el cristal-. ¿Qué es lo que ha recogido del suelo?
Kiara distinguió algo amarillo en la mano de Dimitri y contuvo el aliento. El cable de red.