Denis es encantador -dijo Kiara, mientras abría la cremallera de su mochila.
-Sí -respondió Tessa, encogiéndose de hombros-. No está mal.
-¿No está mal?
-Eso es lo que he dicho.
Hasta allí había llegado el buen estado de ánimo de Tessa.
-Pues no sé, pero daba la impresión de que estabas a gusto con él. Y fue un detalle que te ayudase en la playa y a subir a la casa.
-Sí, supongo.
Kiara frunció el ceño. Tessa se estaba comportando de manera arisca intencionadamente; Kiara tenía claro que ya había fijado su objetivo en Denis.
-Alto. Ojos azules. El pelo tan rubio como el tuyo. ¿Qué es lo que no te gusta de él?
-Montones de cosas. -Tessa abrió el armario y examinó el espacio disponible.
-¿Por ejemplo?
-Se tiñe el pelo, para empezar. Tiene las cejas negras.
-Vaya. -Solo Tessa podía fijarse en algo así. Kiara estaba totalmente fuera de juego-. Me parecía que hacíais una pareja estupenda.
Su amiga se giró bruscamente hacia ella.
-¿Qué pasa, estás intentando juntarme con alguien antes de dejarme tirada en septiembre?
Kiara se quedó momentáneamente sin habla. No se había esperado aquella reacción para nada.
-¿Qué, eso es lo que estás intentando hacer?
-¿De qué estás hablando, Tess?
-Estás tratando de que algún otro cargue conmigo antes de que me dejes.
-¡No voy a dejarte! Me voy a la universidad. -Aquellas discusiones empezaban a parecer las de un matrimonio al borde del divorcio.
-No me aceptaron en el programa de Escritura Creativa de la Universidad de Washington -mintió Kiara-. Ya lo sabes.
Tessa entrecerró los ojos y abrió la boca para decir algo, pero pareció pensárselo mejor. Volvió a cerrarla y le dio la espalda.
Kiara la imitó y volvió a concentrarse en sacar sus cosas de la mochila. ¿Acaso sabía Tessa que la universidad más cercana a la que Kiara había mandado solicitud de ingreso se hallaba a más de mil kilómetros de distancia? Imposible. La única persona que sabía con certeza a qué universidades había enviado solicitudes era su madre, pues era ella la que se ocupada de todo el papeleo. Y si había una persona en el mundo entero que quería asegurarse de que Kiara pusiera tierra de por medio con su pegajosa mejor amiga, esa era su madre.
-Tú y Álex parecéis uña y carne -dijo Tessa, de modo inesperado.
Con que eso era lo que le había molestado. Kiara se lo había estado temiendo desde el mismo momento en que Álex se había puesto a su lado en el embarcadero para acompañarla hasta la casa. Había esperado que la atención que Tessa recibía por parte de Denis la distrajera de la que no recibía de Álex.
Pero no había habido suerte.
-Tessa, no empieces.
-¿Qué? -Tessa sacó un vestido sin tirantes de su maleta y lo tendió sobre la cama-. Solo ha sido un comentario.
Kiara sacó unas camisetas negras y unos vaqueros de su mochila y los metió en un cajón y dejó su diario y el portátil en el fondo de la bolsa.
-Álex no me interesa.
-Pues quién lo diría -le soltó Tessa, con aquella entonación cantarina tan suya, pero Kiara no se dejó engañar. Tessa estaba dolida por el desaire de Álex y ahora lanzaba ataques a diestro y a siniestro-. Daba la impresión de que los dos estabais coqueteando a lo grande.
No habían vuelto a hablar sobre el tema desde el día de la fiesta de bienvenida, ambas habían optado por no mencionar el tema, aunque eso significase no resolver el problema. Hasta ahora.
-Solo somos amigos, Tess -dijo Kiara.
-Los amigos no se citan para el baile de bienvenida.
-Nadie me pidió ir al baile -dijo Kiara. Ya había mentido tantas veces sobre aquella noche que cada vez le resultaba más fácil volver a hacerlo-. Esa noche me quedé en casa, con gripe. -Oh, sí, la epidemia de gripe. Se había quedado en casa fingiendo estar enferma y había escrito páginas y páginas de porquería sensiblera y rebosante de angustia en su diario.
-¿Lo prometes?
Kiara se esforzó por sonreír. Otra promesa más que no podría cumplir.
-Tessa, lo prometo. No me interesa Álex Grey. Juramiento sagrado.
Le tendió la mano con el dedo meñique estirado para que ella lo enlazara con el suyo, pero Tessa se quedó mirándolo durante un instante como si estuviera decidiendo si quería dar por terminada su agresividad o todavía no. Luego, con un impulso típico en ella, lanzó sus brazos alrededor del cuello de Kiara y le plantó un beso en la mejilla.
-Lo siento -dijo y lanzó un suspiro-. Creo que ya he perdido un poco el control al verlo.
-Lo sé.
-Entre eso y que vas a dejarme...
Kiara sacudió la cabeza.
-Tess, no voy a dejarte. Nunca.
-Pero te vas.
Esa era la cuestión, clara y simplemente. Kiara se marchaba. Dentro de siete meses estaría comenzando una nueva vida en Los Ángeles, y por mucho que intentase fingir delante de Tessa que eso no era lo que iba a pasar, ambas eran conscientes de que era cierto.
-No es como si me fuera a ir a Europa o algo así -se justificó Kiara.
-Sí que lo es -repuso Tessa, y torció el gesto en uno de sus pucheros patentados. Aquella mueca provocaba sudores a los chicos-. Encontrarás a otra amiga y te olvidarás por completo de mí.
-A, eso no va a ocurrir; y B, eso no va a ocurrir.
-¿Lo prometes?
-Sí, Tessa.
-¿Y no te interesa Álex?
-¿No acabamos de hacer un juramento sagrado?
Tessa le dio un breve abrazo y enseguido se echó hacia atrás:
-Porque, si estuvieras interesada...
-¡Tessa!
-Si lo estuvieras -prosiguió con una sonrisilla burlona-, tendría que advertirte: ese chico tiene una gran...
-¡Tess! -Kiara se tapó los oídos con el dedo índice de cada mano. No quería oír un informe de primera mano sobre las partes íntimas de Álex, y menos si venía de Tessa. Ya era bastante malo saber que Tessa y Álex se habían liado borrachos en una fiesta, pero era aún peor oír la narración de la escena-. No te escucho. No te escucho. No te escucho.
Tessa se dejó caer sobre la cama con un ataque de risa.
-Solo me refería a que... -se interrumpió al quedarse sin aliento y luego continuó-: Para tu ¿primera? primera vez, podrías querer...
-¡NO TE ESCUCHO!
Tessa se giró hacia un lado y se rio con más fuerza todavía y, contra su voluntad, Kiara acabó por unirse a ella. Se tiró de espaldas sobre su cama y las dos amigas se rieron como crías hasta que la tensión y el agotamiento del día desaparecieron por completo de sus cuerpos. Eran momentos como aquel que le hacían recordar a Kiara por qué quería tanto a Tessa. Sus vidas iban en direcciones diferentes, pero en lo profundo de su ser ambas seguían siendo dos niñas bobas de doce años que se reían con las mismas bromas absurdas, se protegían la una a la otra, y eran, por encima de todo, inseparables.
Cuando por fin se calmaron, Tessa extendió su brazo hacia Kiara.
-Lo siento.
-Lo sé -respondió ella, apretándole la mano.
-¿Seguimos siendo amigas?
-Siempre.
-Genial. -Tessa se puso en pie y se alisó la falda-. Vamos abajo. Me estoy muriendo de hambre.