Capítulo 1

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— ¡Maldito seas! —era la voz de Zwei. Oz la oyó amortiguada, como si estuviera muy lejana. Apenas pudo entender las palabras, ya que un grueso muro de piedra le separaba de Óscar y la Baskerville. Aguzó el oído para poder captar toda la conversación.

— ¡Señor Óscar! —oyó entonces que gritaban algunos miembros de Pandora. Habían venido para ayudar a Óscar, se dijo Oz. "Puede que sobreviva". Su tío era un hombre fuerte, y quizá podrían cerrar la herida a tiempo de que no perdiera demasiada sangre. Había que confiar en que Zwei no hubiera alcanzado ningún órgano vital con la hoja de su puñal—. ¡Deprisa! ¡Protejamos al señor Óscar!

— ¡Malditos entrometidos! —exclamó Zwei, furiosa.

Oz apretó el brazo de Gilbert, tratando de buscar ánimos. Gilbert le miró y Oz pudo ver, a la escasa luz que proyectaban las pocas antorchas que había repartidas por la pared, la sonrisa de ánimo que le dirigió su sirviente.

Alice permanecía alerta, a la espera de nueva información. Pero Oz ya estaba tranquilo. Pandora estaba allí; nada le ocurriría a su tío.

—Elegiste esconder la llave en el anillo de Sara —dijo otra voz. Esta era dura y profunda, y Oz no pudo reconocerla del todo—. Eso es tan típico de ti, Óscar.

De pronto, a Oz se le paró el corazón. Había reconocido la voz.

Era la de Zai Vessalius.

—Así que esta es la verdadera razón por la que querías que fuera tras Oz... —dijo Óscar—. Necesitabas que abriera la Puerta del Querubín para robarme la llave...

Óscar jadeaba suavemente, y se le quebraba la voz al final de cada frase. Oz apretó más el brazo de Gilbert, sintiendo cómo sus esperanzas se desmoronaban lentamente. Pero no del todo. Zai era el hermano de Óscar; sin duda trataría de curarle, ¿verdad? Haría todo lo posible para salvar a su hermano, ¿no era cierto? Al fin y al cabo, siempre existía una conexión especial entre los hermanos. Él la tenía con Ada, y Vincent, que adoraba a su hermano Gilbert, también la tenía. Y todos sabían que Vincent haría cualquier cosa por Gil. Zai también salvaría a su hermano, ¿no?

Oz seguía teniendo sus dudas, pero se aferró a aquella pequeña porción de esperanza como lo hacía al brazo de Gilbert. Buscó la mano de Alice también. Aunque ella no era muy cariñosa, se la cogió y le dio un pequeño apretón. Sabía que era un momento difícil para el joven Vessalius.

—Desafortunadamente para ti... —siguió la voz de Óscar—... una vez cerrada, esta puerta no puede ser abierta de inmediato. No serás capaz de seguir... a Oz y a los otros...

Los ojos de Oz comenzaron a escocerle, pero se mordió el labio inferior y aguantó las lágrimas. No podía llorar, debía concentrar todas sus fuerzas en escuchar a su tío y desear que todo acabara bien.

Zai volvió a hablar, con sorna.

— ¿No te arrepientes de tu decisión ahora?

—En lo más mínimo. Dije todo lo que quería decir... —Óscar paró un segundo para tomar aire y luego volvió a hablar, con voz suave—. Les he confiado mis sentimientos a ellos...

Gilbert apretó los dientes. Óscar había sido casi como un padre para él, y para Oz también. Podía imaginar cómo se sentía su Joven Amo, porque él se sentía de la misma forma.

Y Oz comprendió la dura realidad: la pregunta de Zai, la respuesta de Óscar... Aquella alusión a su sobrino y amigos...

Su tío no iba a sobrevivir. Zai no le salvaría, como Oz había esperado que hiciese.

La Caja de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora