Capítulo 2

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El hombre se incorporó lentamente, quitándose la manta del regazo y tapándose de nuevo la cuenca del ojo izquierdo con el flequillo. Solo entonces todos estuvieron completamente seguros de que habían oído su voz un instante antes; cabía la posibilidad de que su imaginación les estuviera jugando una mala pasada, haciéndoles creer que oían lo que querían oír.

Sharon corrió hacia Break y le abrazó, haciéndole saber que estaba con él. Porque, ahora que Break estaba ciego, cosa que Sharon había descubierto en la ceremonia de mayoría de edad de Oz en la mansión de Isla Yura, necesitaba tenerla cerca más a menudo. No solo porque el hombre no podía realizar todas las actividades que hacía antes sin ayuda, sino porque ella era una de las pocas personas en las que Break confiaba de verdad, y en aquellos momentos lo que más necesitaba el contratista de Mad Hatter era una persona en la que poder apoyarse, una persona que lo ayudara a recuperarse de sus heridas, tanto mental como psicológicamente.

—Break —susurró la dama, enterrando el rostro en el cabello del hombre—. Oh, Dios mío, Break, estás vivo... Creía que iba a perderte...

Break esbozó una sonrisa, aquella sonrisa que le caracterizaba y que tanto miedo le daba a veces a Oz.

—No se preocupe, señorita —aseguró. Aún tenía la voz débil, pero se esforzó por sacar aquellas palabras de su garganta—. Mi hora aún no ha llegado.

Liam se levantó del sofá, llevando el plato de galletitas hasta Break para que comiera algo. Alice miró a Liam con el ceño fruncido, molesta por perder su comida. El joven también cogió una de las tazas, la única que no había sido utilizada aún, la llenó de té y se la entregó a Break, quien agradeció todo aquello con un asentimiento de cabeza.

—No comas muy rápido, Break —fue lo único que Liam pudo decir—. Estos días no has podido alimentarte demasiado y tu estómago no está acostumbrado. Podrías vomitar toda la comida.

Break rio, aunque la risa sonó de una forma que hizo estremecer a Oz. El hombre no estaba recuperado, aún no. Seguía necesitando cuidados.

—Vamos, Liam, deja a este pobre hombre comer en paz. Creo que he sufrido estos días de una forma más que suficiente —dijo mientras se llevaba a la boca dos galletas seguidas para devorarlas con avidez—. Estaba encerrado en una mazmorra con la rata Nightray rondando por ahí, pero tú estabas... ¿Dónde estabas, por cierto? ¿Tumbado en una cómoda y mullida cama, encerrado en una habitación? Debes de haberlo pasado fatal con toda esa tortura... —tosió un poco, pero ya no salía sangre de su boca.

Oz rio, contento de volver a tener al gracioso hombre con ellos, y al mirar a Gilbert vio que este esbozaba una pequeña sonrisa. Liam se puso muy rojo y apretó los dientes, avergonzado.

Oz estaba, por primera vez en varios días, relativamente tranquilo. Por un momento podía olvidarse de sus preocupaciones y centrarse en Break. Sin embargo, el joven Vessalius sabía que tarde o temprano debían salir de aquel lugar, ya que no tenían ni idea de dónde se encontraban y tal vez corrieran peligro.

Cheryl seguía al lado del sofá con una taza de té entre las manos, conversando con Rufus Barma, así que Oz se acercó a ellos.

— Entonces, ¿dónde nos encontramos, Rufus? ¿Estás seguro de ello? —preguntó la anciana, que llevaba un rato conversando con el duque.

El aludido negó con la cabeza.

—No estoy totalmente seguro de cuál es este lugar, y eso me exaspera. No puedo soportar la falta de información...

Oz se sentó a su lado, uniéndose a la conversación.

—Dentro de poco deberíamos buscar una salida, ¿no? —Preguntó el chico—. Si no salimos pronto, podrían atacarnos. Alguien debe de habernos metido aquí, ¿no?

La Caja de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora