Capítulo 5

32 2 0
                                    


— ¿Contratista? —preguntó Sharon, desconcertada—. ¿Cómo puede hacer un contrato una cadena de la Caja de Pandora? ¿Y cómo lo sabes tú?

—Porque yo lo sé todo, ¿recuerdas? —respondió el duque, algo ofendido—. Ya comenté que había leído un antiguo libro sobre algunas cadenas curiosas, realmente parecidas a algunos seres provenientes de la mitología. Pues bien, Leviathan es una de ellas. La describen como una gigantesca ballena de ojos amarillos, y de hecho en la Biblia se le atribuye la imagen de Satanás o de la serpiente que tentó a Eva. Además...

Sharon resopló, impaciente.

—Ya, bueno, pero yo te he preguntado por el contratista.

Rufus dirigió a Sharon una mirada de desdén. Al parecer, los modales de la dama lo habían molestado, pero continuó hablando.

—A eso iba cuando me has interrumpido, pequeña Sharon. Bien, su contratista se llama Jonás y fue tragado por Leviathan cuando navegaba por los mares del mundo humano. Era un pobre marinero inocente y no sabía qué sucedía, pero había oído hablar de Leviathan, porque se había tragado a más marineros de su pueblo, y una vez dentro de la bestia decidió hacer un contrato ilegal con él para poder vivir.

Vincent se acercó a él con curiosidad mientras, con sus tijeras, cortaba pedacitos de una galleta para comérsela lentamente.

—Duque Barma, si Jonás hizo un contrato ilegal con una cadena de la Caja de Pandora... ¿qué sucederá cuando el tiempo de su sello se acabe? ¿Caerá al Abismo?

El duque lo miró fijamente, con el ceño fruncido, para después estallar en carcajadas.

— ¡Muy observador, joven Nightray! —Exclamó apartándose un mechón de la frente—. Lo cierto es que no estoy seguro, pero sospecho que así es. Eso quiere decir que el Abismo y la Caja de Pandora están relacionados, de alguna forma, entre sí —carraspeó para mirar a Cheryl—. Teniendo en cuenta esa relación, tenemos la teoría de que quien nos metió en este lugar...

—... podría ser la Voluntad del Abismo —concluyó la anciana duquesa.

— ¡Pero eso es una tontería! —Protestó Alice, escupiéndole a Oz las galletas que se había metido en la boca—. Alyss estuvo hablando conmigo, así que no tiene ninguna razón para volver a requerir mi presencia. Además —añadió, pensativa—, si quisiera hacerlo podría, sencillamente, transportarme al núcleo del Abismo, como ya hizo en nuestro último encuentro.

—Está muy bien que reflexionéis y eso, pero... —intervino Gilbert con voz débil—. Leviathan sigue acercándose, ¿sabéis?

Rufus asintió y se acercó a Cheryl para cogerla en brazos, señalándole a Liam con un gesto de la cabeza la silla de ruedas de la duquesa. El sirviente se acercó y la plegó, entregándosela a Gilbert, quien se la guardó en el interior de la capa ante la mirada curiosa de Oz. No se había dado cuenta de aquel proceso en todo el viaje, aunque lo cierto es que se había preguntado dónde dejaban la silla de ruedas cuando Rufus llevaba a Cheryl mientras nadaban.

A Sharon aquel gesto le parecía muy dulce y romántico, pero era evidente que Cheryl no era de la misma opinión. Y Rufus, a pesar del amor que le profesaba a la duquesa Rainsworth, no parecía muy contento con la idea de tener que soportar el peso de una persona más mientras nadaba.

—Debemos encontrar un islote más grande —ordenó el duque Barma mientras se zambullía con Cheryl, quien se cubrió la cara con las manos para evitar que el agua le entrara en los ojos.

Todos siguieron al duque, alejándose de la cadena mientras buscaban un islote que les pudiera otorgar mayor libertad de movimiento. Finalmente, lograron encontrar uno muy grande, más que ninguno de los que habían visto hasta entonces. Subieron a toda prisa, ayudándose unos a otros, y revisaron la posición de Leviathan.

La Caja de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora