Capítulo 8

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Un silencio, solamente interrumpido por el estruendo que el Wyvern hizo contra el suelo al caer, se extendió entre los miembros de Pandora.

—Pero... —Rufus aún no podía creerse lo que acababa de suceder—. Esto es... Esto es imposible...

Oz estaba paralizado, ya con los pies en tierra firme. Movió los dedos de los pies, descalzos desde que estuvieron en la Caja de Cristal, como para asegurarse de que seguía vivo, de que aquello era real. ¿De verdad había resucitado el Wyvern solo para salvarle la vida? ¿Qué significaba todo aquello?

Nunca había imaginado que existiera un poder tal. Ni siquiera la Voluntad del Abismo era capaz de resucitar a sus cadenas, o al menos eso pensaban hasta que habían contemplado al monstruo volver a la vida. Aquel acontecimiento había sembrado la duda en ellos.

El joven Vessalius se estremeció al pensarlo. ¿Cuántas amenazas del pasado podrían volver a atormentarlos? ¿Y cuántos sacrificios se convertirían en inútiles de esa forma?

No pudo evitar acordarse de Elliot, de su valiente forma de morir para hacer desaparecer a su cadena, Humpty Dumpty, salvando así a los huérfanos de la casa Fiona. Si era cierto que las cadenas podían resucitar, su muerte habría sido en vano.

—Bueno —comenzó Vincent, hablando despacio—, una cosa está clara: Oz es el objetivo de Pandora. No lo habría salvado, revelando así uno de sus secretos, de no quererlo con vida. Y también hay otra cosa que está clara.

El joven Nightray miró a su hermano significativamente. Probablemente habrían hablado ya sobre aquello.

—Todos los demás podemos caer, tarde o temprano —completó Gilbert—. Para ella, somos simples acompañantes, personas prescindibles que solo sirven para proteger a su objetivo.

—¿Solo hemos entrado aquí para asegurarnos de que Oz llegue con vida hasta donde espera Pandora? ¿Eso es lo que estás diciendo? —preguntó Alice, con los brazos en jarras.

Gilbert asintió, pensativo. Oz, a su pesar, también creía en aquello. Para Pandora, todos excepto él solamente eran peones en un gigantesco juego de ajedrez, en el que sin duda Oz representaba al rey, ya que, como acababa de comprobar, su muerte haría que la partida terminase.

Rufus se adelantó, apartándose los rojos cabellos del rostro con el dorso de la mano.

—Por eso hay que asegurarse de que al menos uno de nosotros acompañe a Oz hasta donde se halla Pandora. Puede que consigamos resolver todos los enigmas a los que no hemos podido encontrar solución durante el viaje: quién es Pandora, para qué quiere a Oz...

—Yo solo quiero venganza.

Todos se giraron hacia Break, que había hablado con una voz susurrante y amenazadora.

Por experiencia, Oz sabía que el hombre podía provocar tanto miedo como risa, pero nunca había contemplado aquella expresión de odio en su ojo. No era solo miedo lo que provocaba esta vez. Era auténtico terror.

En ese momento fue cuando comenzó a pensar que aquellos que lo habían llamado «fantasma de ojos rojos», tanto tiempo atrás, habían tenido sus razones para hacerlo.

—Break... —Sharon le puso una mano en el pálido hombro, conciliadora. Habló con un tono de voz tan dulce como la miel—. Ya mataste a Caribdis. Vengaste a Liam, ¿recuerdas?

El hombre sacudió la cabeza, obstinado.

—Si es cierto que Pandora es capaz de resucitar a sus cadenas cuando le plazca, la muerte de Caribdis no tiene ningún sentido, porque en cualquier momento podría volver a la vida —apretó los dientes con rabia—. Pandora es la verdadera asesina de Liam.

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⏰ Última actualización: Feb 27, 2016 ⏰

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