Capítulo 4

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Aquel horrible monstruo tenía cuerpo de hombre y cabeza de toro. Su enorme nariz se agitaba continuamente mientras esperaba a sus oponentes. Dos brazaletes de plata rodeaban sus anchas muñecas, y cubría su cuerpo con tan solo un taparrabos desgastado. Sus grandes cuernos y su enorme hacha hacían que Oz temblara de terror. Era cierto que la guadaña de B-Rabbit era gigante, pero no tenía nada que envidiar al imponente arma de aquel ser, cuyo filo brillaba amenazadoramente a la luz de las antorchas.

Su fuerte respiración se oía desde la posición en la que se encontraban los miembros de Pandora, que consiguieron apartarse a duras penas cuando la monstruosa criatura embistió contra ellos, de pronto, blandiendo su hacha. Cuando chocó contra la pared con fuerza, un enorme cráter se grabó en la piedra, pero el muro no se derrumbó. El grupo aprovechó aquel momento, en el que el monstruo se había quedado atrapado en la piedra, para escapar e intentar trazar un plan.

— ¡Vamos, coneja estúpida! ¿A qué esperas? —exclamó Gilbert haciéndose oír por encima del estruendo que hacía la cadena.

En ese momento, el monstruo consiguió salir del boquete y girarse hacia ellos, gruñendo amenazadoramente.

—No puedo hacerlo —contestó Alice entre dientes. Gilbert la miró horrorizado, pero Oz solo mostró preocupación. Sabía, por lo que había sucedido con Phoenix, que B-Rabbit solo se manifestaría cuando hubiera una situación de gran necesidad, como ocurrió al peligrar la vida de Cheryl. El chico se preguntó si alguien tendría que estar a punto de morir para que aquella vez también funcionara.

De pronto, cinco cadenas aparecieron al lado de sus contratistas, dispuestas a defenderlos trabajando en equipo, como habían hecho desde que llegaron a la Caja de Pandora.

— ¡Es el minotauro! —Exclamó Rufus, adelantándose con Dodo—. Thaurus es poderoso... Guarda el laberinto por órdenes de Pandora, quien le regaló...

No le dio tiempo a terminar. Thaurus había tratado de descargar su hacha sobre ellos, haciendo que Dodo fintara en el aire, pero Owl detuvo el golpe con sus alas. Cuando Raven, a su lado, intentó alcanzar a Thaurus en el pecho con las alas, este se apartó con destreza, realizando un arco con el arma para alcanzar a Eques, que estaba a su izquierda.

— ¡Eques! —gritó Sharon, pero la cadena estaba preparada: desapareció de pronto, reapareciendo a varios metros de su anterior posición. Thaurus, desconcertado, trató de localizar a la cadena, lo que le dio tiempo a Dodo para contraatacar: se lanzó hacia él, desestabilizándolo y provocando su caída. Sin embargo, cuando Demios alzó una afilada ala, Thaurus rodó hacia un lado y se incorporó con el hacha en alto.

Raven escapó del filo del arma a tiempo, pero algunas plumas negras cayeron en su huida. A pesar de la fuerza de Thaurus, Oz confiaba en que podrían derrotarlo, porque Phoenix era más poderoso que él y salieron victoriosos del enfrentamiento contra el pájaro. Sin embargo, todo había sido gracias a Alice y no estaba seguro de que la chica fuera capaz de adoptar la forma de B-Rabbit en aquellos momentos. Así que esta vez deberían intentarlo sin la ayuda de la poderosa cadena.

Frustrado mientras contemplaba el combate que se libraba ante sus ojos, se preguntó por qué no era capaz de encontrar la forma de liberar el poder de B-Rabbit por su cuenta. Recordaba cuando Gilbert había sellado el poder de Alice, de forma que ella no pudiera usar continuamente su forma de cadena. Sin aquel sello, su poder sería liberado fácilmente, pero ahora Raven no controlaba a la chica y, teóricamente, esta podría transformarse en B-Rabbit cuando deseara, sin ningún control.

Mientras los contratistas de Pandora se levantaban para controlar mejor a sus cadenas, Oz se abrió la camisa con lentitud. Acababa de recordar la consecuencia de firmar un contrato ilegal con una cadena, y quería comprobar cuánto había avanzado su sello, ya que desde hacía un tiempo había dejado de sentir la aguja al moverse sobre su piel. Seguramente fuera porque su cuerpo se había acostumbrado ya a aquella marca, al igual que ocurría con muchos otros contratistas.

La Caja de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora