Prólogo

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Había llegado el día. Nunca pense que yo, una simple chica de quince años pasaría un año entero en uno de los mejores centros de alto rendimiento del mundo, e iría con mi segunda familia. Mi equipo de natación y eso no tenía precio.

Estaba en el coche con mis padres, me estaban llevando a la parada de autobus, donde esperaban todos los demas.

- Te echaremos mucho de menos.- Dijo mi madre, dandome un fuerte abrazo.

- Y yo a vosotros.- Los abrace a los dos.- A ti también enano.- Le revolvi el pelo a mi hermano.

- Cuídate y no hagas locuras.- Me advirtió papá.

- Sabes que...- Mi padre alzó una ceja.- No prometo nada.- Sonreí como una niña buena.

Cogí mis maletas y me encamine hacia los demás a esperar al autobus. Mire a lo lejos y vi a mis padres y mi hermano subir al coche, les echaría de menos.

- ¡Hey Ro!- Vi a Danna a lo lejos saltando y saludandome como una loca.

- Hola Dan.- Reí. Llevaba su cabello castaño en una coleta floja y apenas podía diferenciar sus hermosos ojos azules ya que eran las cinco de la mañana y ni siquiera había salido el sol.

- ¿Lista para empezar el año de tu vida?- Sonrió de lado.

- Lista ¿lista Dan?

- Listaaa.- Alzamos nuestros brazos. Sería un año loco.

Al fín el autobús llegó y todos nos suvimos, no sin antes dejar las maletas en el maletero de abajo. Todos fuimos al final del autobús, yo me senté con Danna en los penúltimos asientos.

Saque mi móvil y los cascos y me puse la música. Mire por la gran ventana el paisaje conocido que poco a poco se iba alejando, hasta que mis ojos se cerraron y me dormí.

Mi cuerpo se movía, alguien lo movia, parpadee varias veces para adaptar la vista y mire a mi derecha.

- ¿Qué quieres pesada?- Gruñi.

- Me aburro.- Abrí mis ojos como platos.

- ¿Y para eso me despiertas?

- Sip.- Sonrió.

- Chicos ¿quién se apunta a jugar a las cartas?- Pregunto Claire. Ella era tres años mayor que yo, tenía el pelo rubio y los ojos verdes, parecía una auténtica modelo. Sin decir que había llegado a los europeos, era una buenísima nadadora y todos la admirabamos, teníamos suerte de tenerla en el equipo.

Todos nos apuntamos a jugar y pasaron casi dos horas entre risas, insultos tontos y partidas.

- ¡Otra vez!- James tiró las cartas.- No puede ser que ganes cuatro veces seguidas.- Me dijo desanimado. Paso sus dedos por su cabello castaño mientras me miraba con sus brillantes ojos verde grisáceo que me imnotizaban.

- Soy la mejor en esto.- Le guiñe un ojo y el rio.

- Y en otras cosas.- Abrí mis ojos.

- ¿Tu eres tonto?- No se ni por qué pregunte. Sean me iba a responder pero le fulmine con la mirada.

- Sean cállate.- Hasta Devon se cansaba de él a veces y eso que era su mejor amigo.

Sean bufo y se aisló de la conversación mirando por la ventana. Me sentía algo mal, siempre que le echaba la bronca por sus idioteces o le insultaba y se perdía en su mundo me reconcomia la conciencia. Pero es que es insoportable.

- No entiendo por qué es así.- Dije para mi misma sentandome de nuevo en mi asiento.

- Déjalo Ro.- Danna me pasó su móvil.- Mira, lee este capítulo.- Danna siempre leía libros en su móvil y muchas veces me enseñaba lo que leía. Tengo que admitir que algunos libros eran buenos.

El autobús se paró y todos miramos por la ventana.

- ¡Hemos llegado!- Anunció el Coach.

Todos bajamos del autobús y cogimos nuestras maletas, hacía bastante frio. El autobus se marchó y nos dejó ver el gran edificio que habia frente a nosotros. Era blanco con muchos ventanales, estaba todo nevado.

- Chicos.- El Coach se puso frente a nosotros y después miró hacia el edificio.- Bienvenidos al C.A.R. Snowy.

C.A.R. SNOWYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora