Capítulo 17

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Miré de reojo a Sean, y pasando de él, volví a empezar una partida, la cual volví a perder. ¡No podía ser más mala en serio! Gruñi y creo que hasta Sean se asustó un poco. Intentó quitarme la consola pero la aleje de su alcance alzando una ceja.

- Venga Roma, yo también quiero jugar.- Negué con la cabeza.

- Hasta que no gane, mínimo una partida, no te la doy.- Fruncio el ceño y apretó sus ojos cerrados para volver a abrirlos, mirandome fijamente.

- Esto irá para largo.- Se colocó cerca de mí hasta que nuestros codos rozaron y observo atentamente la pantalla.

Volví a empezar el juego y todo parecía ir bien. Al personaje del juego le habían pegado pero seguía con vida. De pronto, una imagen de aquellas cuatro paredes y de Sean medio muerto se me vino a la cabeza. En la partida, me dispararon y me quedé casi sin vida, lo pude ver en una pequeña barra a la izquierda de la pantalla que ahora, en vez de verde estaba roja. Me mordi el labio, estaba tensa, había llegado mas lejos que antes y no quedaba nada para que consiguiese ganar la partida.

Noté que Sean se movía a mi lado, una corriente pasó por mi oído y mejilla izquierda. Las manos de Sean se posaron sobre las mías, me tense aun más. Su respiración en mi cuello me hacía estremecer por el frío, pero sus calidas manos lo contrarrestaban. Empezó a ayudarme a controlar los botones y me susurró lo que debía hacer al oído. Intenté concentrarme, pero mi corazón empezó a latir más ápido que ninguna vez. Un último golpe y llegue al final del nivel. Salté lo más lejos de Sean posible, no aguantaba un segundo más ahí. Notaba que el corazón se me saldría del pecho, quizá fuese de los nervios de la partida, o de la emoción por haber superado ese nivel tan costoso.

- ¡Gané!- Levante los brazos y Sean negaba con la cabeza riendo.

Tocaron a la puerta. Me extrañó, ya que Dan siempre llevaba las llaves, así que supuse que no eran ellos pero, ¿quién podría ser? Ya que estaba de pie, le hice un gesto a Sean para que jugase él y fui a ver quién era. Me asomé por la puerta y una reluciente sonrisa me derritio entera.

- Hola James.- Sonreí y abrí la puerta del todo.- Pasa.- Él sonrió de lado, pero sólo pasó unos metros de la puerta dejándola abierta.

- Solo venía a...- Se fue acercando hasta que choque con la pared. Me agarró de la cintura, pegándome hacia él. Le mire a los ojos, estaban cerrados.- Verte.- Inspiró mi colonia y dejó un pequeño beso en mi cuello. Parpadee lentamente intentando controlarme. Mi estomago se revolvía y mi corazón iba a explotar.

Fue dejando pequeños besos al rededor de mi cuello hasta que besó la comisura de mis labios. Estaba a punto de besar aquellos labios tan deliciosos que nada más pensarlo me volvía loca, cuando un ruido hizo separarnos. Giramos la cabeza, aún algo juntos hacia la derecha. Sean estaba ahí de pie, pero la consola estaba en el suelo, totalmente hecha pedazos. Abrí los ojos como platos, ¡esa consola era carísima! ¿Cómo estaba así?

- Pensaba que estabas sola.- Susurró James para él.

- Pues no, no lo está.- La voz de Sean sonó más grave de lo normal, aunque su expresión no transmitía ningún sentimiento.

- No hablaba contigo gilipollas.- Abrí mis ojos como platos alejándome de él.

- Pero yo sí contigo mediometro.- Contestó Sean apretando los puños. James lo fulminaba con la mirada, dando un paso hacia alante.

- Vuelve a llamarme así y te juro...- ¿Desde cuándo se llevaban así? Pensaba que eran amigos, hasta ahora.

- Hey ya.- Dije cansada de su peleita de gallos.- ¿Por qué os ponéis así?

- Porque este idiota no tiene respeto.- Señaló Sean a James con la mano.

- Exacto, no tengo respeto a quién no lo merece.- Ambos estaban rígidos e imponentes. Las venas de sus brazos se notaban a kilómetros. Wow esto no lo esperaba.

- Vete de aquí James.- James rio irónico y se cruzó de brazos. Madre mía que brazos más...¡centrate Roma!

- ¿Para dejaros a ti y a tu bizcochito solitos?- Sean apretó la mandíbula.- Superalo Sean, nunca...- No pudo terminar. Sean se abalanzó sobre él. ¡Dios mío, le estaba matando a puños!
Reaccione de mi asombro e intenté separarlos, pero eran mucho más fuertes que yo a pesar de todo. Lágrimas se agolparon en mis ojos al ver la expresión en la cara de Sean. Ese no era él, ¿qué le había pasado? Los humos me explotaron y clavé mis uñas en los hombros de Sean para conseguir quitarlo de encima suya. James, con los ojos abiertos, dijo algo que no escuché y tuve que empujarlo para que saliese cotriendo de la habitación. Mis ojos fueron directos a Sean, tirado en el suelo apoyado en sus codos. Maldito loco...

- Imbécil...- Dije furiosa.

- Se lo merecía.- Se levantó costosamente.

- ¿Se lo merecía?- Reí un instante para después, acercarme a él.- No debiste hacer eso, ¡eres un monstruo! ¡casi lo matas!- Negué con la cabeza intentando controlarme.

- ¡¿Por qué le defiendes?!- Por que...

- ¡Porque le quiero Sean!- Levanté los brazos rendida.- ¡Le quiero y no puedo evitarlo!- Sean suspiró y miró hacia otra parte indignado.

- ¡¿En serio te gusta ese?!- Señaló por donde se había marchado.

- Ese...- Me acerque más a él y le señalé, poniendo un dedo en su pecho y mirándole con rabia a los ojos.- Ese, es mucho mejor que tú en todo.- Apretó la mandíbula.

- ¡Él solo juega contigo Roma! ¡¿Es que no lo ves?!- Agache la cabeza, James no estaba jugando conmigo ¿verdad? Solo que al estar con Jane, se dio cuenta de que yo era mejor ¿verdad?

- Sean, vete.- Señalé la puerta, evitando mirarle.

- Roma...- Me aparte de él.

- Por favor.- Me cogió de la mano pero me aparte bruscamente.

- ¡Joder, vete!- Suspiró rendido y se marchó.

Me giré cuando él ya no estaba, pero si lo estaban Devon y Danna. Lo habían visto todo. Los miré y sin decir nada, Danna se despidió de Devon secamente y cerró la puerta al entrar para venir directamente a abrazarme. Ninguna dijo nada, ella lo había visto todo y no hacía falta explicarlo. Una lágrima cayó de mi ojo y enterre mi rostro en el hueco del cuello de ella. Sean se había puesto así por nada, era un idiota.

Al separarnos, nos sentamos en el borde de la cama y Danna me cogió una mano para acariciarla como siempre hacía. Le encantaban mis manos. La miré con los ojos inchados y ella apretó los labios.

- Ro...

- Lo odio.- Susurre.

- Estás en todo tu derecho.- Levanté la cabeza, ¿me estaba dando la razón?- Sí Ro, Sean ha sido un inmaduro.

- Siempre lo es.- Dije con la voz firme.

- Sí, pero pasa de él.- Frunci el ceño.- Pasa de todo, hazme caso.

- Pero...

- Son. Subnormales.- Paró en cada palabra, yo asenti. Definitivamente, lo eran.

- En aquel momento me entraron ganas de matarlo.- Mas animada rei con maldad al imaginarme a Sean hecho mierda.

- Se notaba.- Sonrei de lado y me acomode en mi lugar.

- Lo supongo.- Dan me miro espectante. Antes solo nos peleabamos por tonterias pero ahora, lo tenia claro.

Odio a Sean Moore.

C.A.R. SNOWYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora