Capítulo diecinueve

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—¿Dónde está mi maldita cámara?—.

Debería haber salido hace 10 minutos hacia las clases de fotografía, y aquí me encuentro, poniéndome las botas lo más rápido que puedo.

—Tú sabrás donde pones tus cosas— responde mi hermano.

¿En qué sitio me escondería si fuera una cámara?

Vale, esta pregunta no creo que me ayude mucho.

—Concentrate Lux— inspiro soltando todo el aire y cierro los ojos, intentando recordar donde dejé la cámara.

Busco la cámara de forma más concentrada y mirando mejor por todos los rincones.

Ni rastro.

Me siento en el filo de mi cama, fijando la mirada en la pared.

Han pasado 15 minutos desde que han empezado las clases.

El primer día es el más importante, y yo, idiota que soy, no podré ir porque he perdido el objeto esencial, la cámara.

Muy inteligente Lux, sigue así.

Me levanto de la cama y noto como piso algo. Aparto el pie y veo que es la correa de la cámara sobresaliendo.

Me agacho lo más rápido posible y ahí está, mi cámara, debajo de mí cama, y sí, debajo de una cama.

¿Por qué está ahí y cómo demonios ha llegado? ni yo lo sé. Me planteo el hecho de que haya sido mí hermano el que la ha escondido ahí para perder tiempo y hacerme quedar mal delante del profesor o profesora de fotografía, pero esa idea se desvanece de mí mente tan rápido como recuerdo que llego demasiado tarde.

Dirijo la mirada al reloj digital de mí escritorio. Aún puedo llegar, supongo. Pospondremos el misterio de cómo mi cámara acabó aquí debajo para otro momento.

Me cuelgo la cámara y salgo como una bala hacia fuera.

El día está nublado, ese tipo de día que parece que está a punto de arrancar a llover pero no lo consigue.

Recojo mi pelo en un moño bajo y despeinado mientras llego por fin a mí destino.

¿Por qué hay gente? ¿No sé supone que deberían de haber entrado hace media hora?

—Hola Lux— me saluda Josh.

—¿No sé supone que deberíais estar en mitad de la clase?

—¿Qué? pero si quedan cinco minutos para que empiece la primera clase.

—¿¡Hablas en serio?! ¡Pensaba que llegaba tarde!

—Bueno, pues te equivocabas.

Se hace un silencio bastante incómodo entre nosotros, no sé por qué, me siento intimidada con Josh.

Él es muy atractivo, y sí, reconozco que alguna vez me he sentido atraída por él, pero sin exagerar.

Se une a nuestra 'increíble conversación' una chica de la clase de Josh. Solo la conozco de vista, nunca he hablado con ella.

Tiene un pelo rojizo que le llega hasta la cadera. Cuanto desearía tener ese pelo.

Sus ojos azules y las pecas le dan un toque de amabilidad y simpatía, solo por ello ya me cae bien.

—¡Hola Josh!

No puede tener una sonrisa más brillante y perfecta.

—Hola, me llamo Katherine, aunque mejor dime Kath— se presenta dirigiéndose a mí.

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