Libertad

1K 59 14
                                    

Más abajo de una ciudad olvidada y destruida por la estupidez humana, más abajo de esa nube violeta que cubre el cielo que alguna vez fue azul radiante por el día y negro por la noche con puntos luminosos adornándolos. Más abajo de la corteza terrestre, no se sabe con exactitud cuántos metros, un búnker protege una fortaleza secreta. Cuarteles y laboratorios que no fueron afectados por el desastre lo conforman y en un cuarto especial, un muchacho yace acostado en una cama quien según podría tener la cura para el mal que causaron en la población y que los ayudaría a vivir y adaptarse en ese país ya destruido. Monitores con molestos pitidos midiendo su frecuencia cardíaca y tensión, agujas clavadas en sus brazos y correas al rededor de sus muñecas y tobillos para que no se levantara, era todo lo que lo había acompañado durante su estadía en ese lugar después de que se lo llevaron a la fuerza. Dormir no podía, el ruido de esas máquinas hacían eco en ese silencio y constantemente la puerta se abría y cerraba para dejar pasar a algún doctor o enfermera. Él ya no tenía fuerza en el cuerpo, le inyectaban calmantes que lo dejaban atontado y no sabe cuántos litros ya de sangre le habían extraído pero sabía que no lo dejarían morir si lograban el objetivo que buscaban con su persona.

-Hora del almuerzo - anunció una enfermera al muchacho al entrar al cuarto. Colgó una bolsa con un líquido transparente en el perchero de la cual se conectaba una manguera y ésta a su vez la unió al brazo del chico con una aguja que puso en la vía. El fluido comenzó a correr hasta llegar a la vena del joven y de esa manera alimentarlo para mantenerlo lo sano. La mujer ya al terminar, se dirigió a la puerta para retirarse.

-Espere - le llamó el muchacho con tono débil pero la enfermera lo ignoró y salió - ¡Oiga! - gritó con las pocas fuerzas que tenía - Sáquenme de aquí -respiró profundamente y se tragó sus lágrimas, estaba muy débil hasta para llorar.

Min Hyuk era un muchacho de diecisiete años que cursaba preparatoria pero como a todos allí su futuro se le fue arrebatado. Cuando aquel irremediable accidente ocurrió, la explosión dejó partículas radioactivas en el aire que hizo imposible el sobrevivir sin una máscara anti gas, sin embargo Min Hyuk no tuvo ese problema, desde ese día no vio la necesidad de protegerse de esa contaminación pues su cuerpo la repeló. Los doctores del gobierno no sabían la razón del por qué, lo atribuían a que tan sólo es porque tiene un sistema inmunológico muy fuerte y gracias a ello tuvieron la idea de que la sangre del chico podría crear una cura para que la población pudiera respirar sin riesgo a contaminarse y morir. Por eso lo tenían confinado en esa fortaleza, haciéndole pruebas todos los días que lo debilitaban pero luego le daban ese llamado "alimento" que le administraban por la vena para compensarlo y mantenerlo estable. Pero aunque la vida en la superficie no existía y que lo único que había era hambruna y miseria, Min Hyuk prefería estar allí que en ese deprimente cuarto.

Conforme el alimento entraba en el cuerpo de Min Hyuk, comenzaba a sentirse un poco más fuerte pero el dolor y la incomodidad de estar tantos días atados a esa cama, no se iban. La puerta se abrió y el chico cerró los ojos para que pensaran que dormía, escuchó pasos y ruidos metálicos y luego total silencio. Miró y se encontraba solo de nuevo pero al lado de su cama, una mesa con distintos instrumentos médicos, se hallaba, la habían acabado de dejar. Sintió el miedo apoderarse de él, no sabía que le harían pero el bisturí le dio muy mala espina. De nuevo varios doctores y enfermeros entraron al cuarto portando sus batas y cubre bocas como si se prepararan para una cirugía.

-¿Qué me van a hacer? - preguntó Min Hyuk nervioso.

-No sentirás nada - le respondió uno de los doctores mientras un enfermero se acercaba a él con una jeringa en mano.

Min Hyuk desesperado comenzó a revolverse en la cama, jalando de las correas que lo aprisionaban con intenciones de arrancarlas. Se alejaba del hombre que quería inyectarle el calmante mientras otros intentaban inmovilizarlo. Por su agitación, las mangueras conectadas a sus brazos fueron arrancadas y el perchero donde se colgaba el suero y otros medicamentos, cayó al suelo haciendo un estruendoso ruido metálico. Min Hyuk gritaba desgarrándose la garganta e intentaba con todas sus fuerzas levantarse de esa cama y sus correas poco a poco se iban aflojando de tantos tirones que daba. Su mano derecha fue liberada luego de tanto esfuerzo sobre humano que hizo, del cual hasta él mismo se sorprendía pero la desesperación por su supervivencia era más fuerte. Empujó al enfermero que pretendía inyectarle, haciendo que la jeringa cayera al suelo y se rompiera en pedazos; logró desatarse la otra mano y como una fiera, arrancó las correas de sus pies, causándole un intenso dolor en los tobillos pero lo que le importaba en esos momentos era salir de allí, si tenía los huesos fracturados ya lo vería después. De la mesa en la que se encontraban los instrumentos médicos, tomó el bisturí y los amenazó con éste.

No place like home: MonstersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora