Bestia salvaje

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La tierra comenzó a temblar, se sintió más fuerte en el sur del país y la población asustada pensando en que se trataba de un terremoto, buscaba ponerse a salvo pero ese fuerte estruendo que causó una explosión y la onda de expansión que se formó y arrasó con todo en su camino, les hizo dar cuenta que se trataba de otra cosa. Aquellos que salieron, murieron al instante y unos pocos que se mantuvieron dentro de sus casa, corrieron con la buena suerte se seguir con vida ¿Pero por cuánto tiempo?

Bajo los escombros se encontraban los cuerpos sin vida de muchos habitantes de aquella zona cercana a donde ocurrió la explosión; algunos se hallaban atrapados y gritaban por ayuda y otros intentaban buscar a sus familias entre todo el desastre. En una casita humilde, o lo que quedaba de ella, un joven de quince años yacía tendido en el suelo con el techo a escasos centímetros de él amenazando con caerle encima, lo único que podía hacer era arrastrarse hasta llegar a la única salida que tenía pero habían dos cosas que no lo dejaban moverse, el miedo que tenía en ese momento y el cuerpo de su madre sobre él que lo protegía aún incluso después de haber fallecido. El chico la llamaba con un hilo de voz que salía a duras penas de su garganta que dolía por el nudo que se había formado pero su madre no le contestaba. Sabía lo que había sucedido, ella ya se había ido y por más dolor que sintiera, tenía que salir de allí para que la muerte de su progenitora no fuera en vano. El muchacho comenzó a deslizarse hacia atrás lentamente sin quitarle los ojos de encima al gran pedazo de concreto que podría caer en ese momento; el espacio que tenía para salir el cual se hacía entre el suelo y el techo derrumbado, era muy estrecho y aunque se raspó casi todo el cuerpo al intentar deslizarse a través de éste, logró salir.

Todo estaba en ruinas, aunque pequeña, esa casa era fuerte pero se había caído como un castillo de naipes. Ni los pocos muebles y cosas que tenían se podían ver, todo estaba tapiado entre las piedras y la tierra. Parecía una autentica pesadilla, el chico cerraba fuerte los ojos y los volvía a abrir para ver si se encontraba acostado en su cama pero lo que tenía frente a él era la realidad, estaba sucediendo en esos momentos y todo allí estaba igual. A lo lejos podía escuchar gritos y llantos y sus lágrimas no tardaron en salir. Se puso de pie, tambaleándose y buscó salir sin saber a dónde iba. Caminaba saltando los escombros, raspándose las manos y las rodillas ya más de las que la tenía; miraba a su alrededor en busca de su hermano pero seguramente también debía de estar bajo las piedras y eso lo hizo sentirse peor al saber que se encontraba solo. Comenzó a sentir como le faltaba el aire y los ojos le ardían, algo había en el ambiente que lo hacía ahogarse así que se quitó la ligera sudadera que traía y la enrolló en su cara para cubrirse la zona de la nariz y la boca. Igual le era difícil respirar pero lo aliviaba un poco.

En la calle unas pocas personas se encontraban desorientadas sin saber qué hacer ni a donde ir, daban vueltas y gritaban por ayuda. Se podía percibir la angustia y desesperación en el ambiente, los llantos y gritos desconsolados, algunos sobrevivientes con sus familiares muertos en brazos y lo que al chico más le traumatizó fue ver a una madre con su bebé de quizás tan sólo un año que yacía sin vida entre sus brazos. Su llanto era tanto que parecía que en cualquier momento también moriría para irse con su hijo a donde esa catástrofe que aún nadie entendía, se había llevado a muchos.

La confusión era otra cosa que reinaba en ese lugar al no saber lo que había sucedido exactamente, si fue un terremoto o el inicio de una guerra que había estallado, o si fue un accidente o un castigo de Dios. Nadie se detenía a ponerse a pensar en lo sucedido, sólo buscaban sobrevivir.

-¡AYUDA! – se escuchó el grito de una mujer desesperada.

El muchacho volteó hacia el lugar de donde provenía el llamado de auxilio y vio a una mujer tapiada por unas vigas que se habían caído encima de sus piernas y no podía moverse ni salir. El chico tuvo intenciones de ayudarla y corrió hacia donde se encontraba pero estando ya a escasos centímetros, un enorme y pesado pedazo de concreto cayó aplastando a la mujer por completo. Por la impresión, el joven retrocedió hasta caer sentado al suelo y vio como la sangre de esa mujer se corría entre las piedras. Todo estaba perdido, no había nadie que los auxiliara ni les explicara por qué estaba sucediendo todo eso. Un futuro en ese lugar ya no existiría y esa nube violeta que se levantó sobre sus cabezas, sería la prisión que los encerraría por el resto de sus vidas. Pero cuando ya habían perdido toda esperanza, llegó la ayuda. Tanquetas militares recogían a los sobrevivientes y les entregaban máscaras anti gas para que se colocaran. Todos iban con ellos sin saber exactamente a donde pero cualquier lugar sería mejor que allí.

No place like home: MonstersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora