Las clases pasaron rápidas, apenas me enteré de los cambios de asignaturas, si no fuera por la cantidad de gente que se peleaba por salir del aula no me hubiera dado ni cuenta. Aunque si hubo algo que me indicó que era final de lección fue Javier, que me evitó lo máximo posible. Si existe algo peor a que la persona que te gusta no sepa de tu existencia, es que esa persona sepa de tu existencia y aún así te trate como si no existieras.
No quise hablar con nadie y me dirigí directamente a la salida al acabar el horario escolar, ni presté caso a Diana que intentó llamar mi atención para meterse conmigo o cualquier cosa de las suyas, tampoco quise detenerme a hablar con Javier, muchas emociones en un solo día.
Cuando llegué a mi cuarto, tiré mi mochila a un lado de la cama y me dejé caer sobre esta. Miré el techo y pensé en todo lo sucedido, no pude reprimir las ganas de llorar.
¿Cómo ha sucedido todo esto? No lo tengo claro, lo que sí tengo claro es que la única forma de relajarme será con anime. Y qué mejor que un anime de drama para llorar aún más como masoquista que soy.
Vi los capítulos finales de animes como Clannad, Angel beats y el drama por excelencia: Shigatsu wa kimi no uso.
-¿Por qué tuvo que desaparecer Menma? Aunque al final la vieron todos-. Sollocé con lágrimas en los ojos.
Cuando por fin mis lágrimas se agotaron pude notar como la tensión de mi cuerpo había desaparecido, sin embargo, todavía no podía olvidar lo anteriormente sucedido.
¿En verdad doy tanto asco?
Deprimida y sin saber que hacer, decidí conectarme a un juego online que Javier y yo frecuentabamos, quizá con la esperanza de encontrarmelo. Para mi sorpresa así fue, pero no intenté hablar con él, ni seguirle, no intenté nada. Tan solo me quedé quieta mirando su avatar para después desconectarme.
Incapaz de hacer nada para olvidarme de aquel chico perfecto decidí salir a dar una vuelta a un cibercafé. Para mi sorpresa me encontré un transeúnte conocido.
Me quedé mirándolo fijamente hasta que levantó la vista, sonrió y abrió su venenosa boca.
-¡Pero mira a quien tenemos aquí! ¡Si es la loli con complejo de tsundere!
No le respondí, me quedé inmóvil igual que un animal observa los movimientos de su depredador para reaccionar ante ellos.- Ven aquí y sientáte conmigo que tú y yo tenemos algo que aclarar.
Me acerqué lentamente obligándo a mis piernas a moverse, no puedo quedarme inmóvil deseando que el mundo siga girando sin mi en él, la vida no funciona así.
El tiempo si.
Pensé y volví a detenerme. Tenía miedo, ¿de qué?, ¿de que me confirmara que mi relación con Javier se había vuelto como la de Alexy y Violeta o de que me acusara de haber sido yo la causante de ese accidente?. Fuera lo que fuera mi cuerpo no quería ser más destruido. Aún así avancé hacia la mesa y me senté enfrente del rubiales de sonrisa altanera.
-Menos mal, has tardado la vida en venir aquí. Ya pensaba que tenía que ponerte aquí un dakimakura de Sebastian o Levi para atraerte.-Comentó con su tono de burla habitual.
-Que... ¿Que es eso de lo que tenemos que hablar?- Pregunté dubitativa.
Me miró de reojo y se puso serio, dejando de lado su característica sonrisa.
-En estos momentos estás tan vulnerable que es aburrido meterme contigo de lo fácil que es...-Suspiró mientras colocaba ambos codos en la mesa.-¿Piensas que lo sucedido ha sido culpa mía?
Fue tan directo que me dejó sin habla, pero no respondí por otro motivo. Bajé la cabeza y cerré los ojos, muy en el fondo sentía que el tenía algo de culpa aunque no fuera del todo cierto.
-Como pensaba...-Volvió a suspirar.-Mira no me voy a disculpar porque es cosa vuestra y yo no tengo nada que ver en esto. Pero voy a ayudarte.
-¿Por qué? ¿No te caigo mal?
Me miró con los ojos realmente abiertos y estalló en carcajadas.
-¿En serio crees que me caes mal? ¿De dónde has sacado eso?
-Pero no paras de molestarme y al igual que Javier odias mi forma de ser.
-Estás tan equivocada... Lo primero, tú no eres así porque sino Javier no se habría acercado a ti en años, si que es cierto que odio esa actitud tuya que tienes a veces pero esa no es tu forma de ser.-Tras decir esto permaneció unos segundos en silencio, serio y sonrió de la forma que suele hacer al decir una pulla.-Además, ¿no sabes que los chicos siempre molestamos a las chicas que nos gustan?
-Entonces... ¿me estás intentando decir que yo te...?
-Piensa lo que quieras, pero yo ante todo cumplo mi código de amigo. La chica de un hermano no se toca.
No supe cómo reaccionar a eso por tanto tan sólo me reí liberando mi estrés y dije para mi misma.
-Me recuerdas a un personaje de un shojo.
Lo cual él escucho y me respondió curioso, con su sonrisa característica.
-¿A sí? ¿No me digas? ¿A Usui? ¿O tal vez soy más el príncipe negro y tú la chica lobo?
-A Obi de Shirayuki-hime.
Elevó los ojos arriba intentando pensar en el personaje y una vez encontró lo que buscaba me miró sorprendido y desvío la mirada molesto. Sabía perfectamente por qué lo decía y había dado en el clavo.
-Como sea. ¿Quieres mi ayuda o no?
Sonreí animada mientras asentía enérgica con mi cabeza. Había recuperado un poco mi ánimo y encima había descubierto uno de los puntos débiles del chico de boca venenosa.
Ya era hora de que las cosas cambiasen a mi favor.
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Diario de una otaku
RomanceSara, es una chica normal en un instituto como cualquier otro. En su instituto pasa totalmente desapercibida, puesto que no es de las más populares, pero tampoco es una marginada. Ella siempre piensa en como la verán los demás, por eso guarda sus se...