Algo extraño

158 5 2
                                    

Me llamo Alaia, tengo 16 años, vivo en una ciudad aburrida, en una casa aburrida, con unos padres que no saben que llevar a una adolescente de viaje a un pueblo remoto es una mala idea.
Pues nada, estoy en el coche, escuchando musica, viendo pasar una llanura en la que al fondo, al lado de las montañas hay un bosque, la verdad, me gustan bastante los bosques, nunca lo había pensado, la tranquilidad, los animales, los árboles los rios, no sé por qué pero me gusta.
Al cabo de un tiempo ya hemos llegado al pueblo, mi padre, mi madre y yo cogemos las maletas y nos vamos a una diminuta y terrorifica casa rodeada de semejantes.
Entramos en la casa y nos encontramos un salón que tenía unas butacas llenas de polvo y una tele vieja que dudaba mucho que funcionara, de todos modos fui comprobarlo mientras mi madre se iba a inspeccionar la cocina, cuando le dí a el botón apareció una imagen de un bosque, me quedé un rato mirándolo, me imaginaba a mí trepando por los árboles, cazando.
-¡Ah!
El grito me sacó de mi aturdimiento y fui hacia donde procedía, la cocina, mi madre estaba subida a la encimera con los ojos abiertos como platos.
-¿Qué pasa?-dije imaginándome lo que pasaba.
-U...u...u...na ra...ta.-tartamudeó mi madre.
En cuanto la ví pasar cogí un cuchillo que había encima de la encimera y se lo tiré a la rata acertándole en la espalda.
Sin saber cómo lo había hecho cogí una bolsa de plástico, quité el cuchillo de la espalda de la rata y metí la rata en la bolsa.
-¿Quieres el cuchillo?-mi madre negó con la cabeza aún un poco desconcertada por lo que acababa de pasar, por lo tanto metí el cuchillo en la bolsa y me dirigí hacia la puerta, al pasar por el salón miré a la tele, el paisaje había desaparecido, fui a encenderla, pero ya no funcionaba.
-Qué raro.-pensé.
Salí a la calle y fui a tirar la basura, me iba a dar la vuelta para volver cuando noté que alguien me estaba obserbando, me giré, pero no vi a nadie.
Llegué a mi casa y subí la maleta a mi habitación, cogí una chaqueta de mi maleta y les dije a mis padres que me iba a dar un paseo.
Empecé a vagar por las calles de ese extraño pueblo, las casas se hacían cada vez más tenebrosas según avanzaba, sentía mil ojos que me miraban aunque el lugar parecía abandonado, al cabo de unos minutos llegué a un claro con un camino que a su izquierda tenía un bosque que se parecía a el bosque que había visto en la televisión, ¿o me estaba volviendo loca?
Me empecé a acercar al bosque, los árboles estaban muy juntos, me seguí acercando, y empecé a ver un hueco entre los árboles.
-Buenas tardes.
-¡Ah!-grité dándome la vuelta.
Miré a mi perseguidor, una chica de más o menos mi edad, de ojos marrones oscuros, casi negros, pelo castaño vestida con una túnica con capucha larga y negra que le cubría desde los pies a la cabeza.
-Me has asustado-la regañé.
-Lo siento, no estoy acostumbrada a hablar con la gente. ¿Eres nueva por aquí?
-Sí, ¿tú vives aquí?
-No, me estaba dando un paseo, suelo venir mucho por aquí.
-Ah-hubo un silencio incómodo-bueno, me voy.
-¡No, espera!
-Me dí la vuelta resoplando.
-¿Qué?-respondí.
-¿Cómo te llamas?
-Alaia, ¿tú?
En el momento en el que dije mi nombre dió un pequeño salto hacia atrás, y yo la miré extrañada.
-Teresa. Adiós.
Y se fue lo más rápido que pudo hacia el interior del pueblo.
En ese momento empezó a llover.
-¡Mierda!
Según dije esto salí corriendo hacia donde había ido la extraña chica llamada Teresa.
Cuando llegué a mi casa a mi madre y mi padre estaba intentando arreglar la tele.

-Hola.-saludé.
-Hola.-respondieron al unísono.
-¿Qué tal?¿Qué has visto?-preguntó mi madre.
-Pues- no sé por qué no me parecía buena idea contarle nada de lo que había pasado-nada, me he dado una vuelta por el pueblo, que no es demasiado acogedor y cuando ha empezado a a llover me he vuelto a casa, lo raro es que no he visto a nadie del pueblo.¿Vosotros qué habeis hecho?
-Pues yo he organizado un poco la cocina, tu padre ha descargado el coche y luego nos hemos puesto a intentar arreglar la tele, como puedes comprobar.
-Bueno, me voy a mi cuarto a deshacer la maleta y a ordenar un poco el cuarto.
Me subí a mi habitación, una buardilla con una cama que tenía mi maleta encima, me acerqué a ella y empecé a sacar la ropa, cuando terminé bajé a el salón donde mi padre seguía intentando arreglar la televisión.
-¿Dónde está mamá?
-En la cocina, preparando la cena-respondió sin tan siquiera mirarme.
Me dirigí a la cocina donde estaba mi madre, cuando llegué la ví cocinando unos espaguetis boloñesa, mis preferidos.
-Mamá, ¿quieres que te ayude con algo?
-Si pudieras poner la mesa sería perfecto.
Me puse manos a la obra y cogí tres platos, tres vasos y las demás cosas necesarias y me fui a la mesa del comedor a ponerlo, cuando terminé mi madre pegó un grito llamándonos a cenar, yo fui a por mi padre que parecía no haberse enterado y nos pusimos a cenar.
-¿Has visto a alguien?-preguntó mi madre.
-Sí, pero no era de aquí.
Pasamos toda la cena en silencio, sin saber qué decir.
Cuando terminamos ayudé a mi madre a recoger la mesa y cuando fregué los platos, les dí las buenas noches a mis padres, me subí a mi cuarto, me puse el pijama y me tumbé en la cama.
Todo había sido muy raro desde qué llegamos a este pueblo; no hay nadie en el pueblo, de repente me he obsesionado con los bosques, soy la campeona mundial lanzadora de cuchillos, la tele funciona y luego no, y una chica que está como una cabra intenta impedir que entre en el bosque.
No quise seguir pensando en ello asique me dormí.

La ElegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora