Pensaba en aquellas palabras una y otra vez, "no eres la única", pensaba en que me iba a pasar, que iba a ser de mí, de mis padre. Espera, ¡mis padres! ¡tendria que estar ya en casa!
Me levanté a todo correr de la camilla, me levanté tan rápido y estaba tan magullada que me mareé y todo empezo a dar vueltas, me caí al suelo, miré abajo, ¡no llevaba pantalones! Habia olvidado por completo que no los llevaba puestos. Miré alrededor en busca de algo con lo que taparme, mi ropa estaba en la mesilla de noche, cogí mis panatalones y mientras salia de la enfermeria me abrochaba los botones, mientras saltaba a la pata coja a la vez que me ponía mis botas e intentando no caerme vi a Luke acercándose a la enfermería.
-Qué estas haciendo? Se supone que tienes que estar en la enfermería reposando, tienes el cuerpo machacado.
-Mis padres me estan esperando en casa- dije mientras sujetaba una de las botas con mi boca- ya tendría que estar en casa.
-Pero...- empezó a contestarme Luke, pero yo ya me alejaba corriendo moviendo la mano para despedirme.
Corrí y corrí hacia mi casa, atravesando el bosque, las vallas y el tenebroso y solitario pueblo, llegue a mi casa, me aproximé a la puerta y me limpié las botas en el felpudo, al mirar arriba para abrir la puerta vi un papel que decía :
Alaia, no entres en tu casa, si se te ocurre gritar, llamar por telefono o directamente entrar a tu casa para avisar a tus padres que estas bien les mataremos, y ni se te ocurra venir con tus amigos del Bosque.
Firmado: La Sombra "Empecé a retroceder incrédula, mis padres, habían metido en esto a mis padres. Di un paso más hacia atrás, pisé mal el escalón y me caí hacia atrás. Comencé a llorar. ¿Qué estaba pasando, por qué me tenía que pasar a mí? Cuando por fin dejé de llorar me levanté y me sacudí los pantalones, comencé a caminar hasta llegar a la entrada del bosque, estaba lejos del campamento, ahora mismo quería estar sola. Me senté en una roca al lado de un río, escuchar la corriente me relajaba.
Metí la cabeza entre mis brazos y me quedé así un buen rato, pensando en que podría hacer yo sola para poder recuperar a mis padres, volví a levantar la cabeza y grupo de animales me estaban rodeando y me miraban curiosos, había ciervos, conejos, algún pájaro, zorros y más animales que no conseguía diferenciar.
Me quedé observándoles atónita, nuca ningún animal se me había cercado tanto...
-¿Estas bien?-Me preguntó una voz en mi cabeza a la vez que un zorro se acercaba.
Me estoy volviendo loca, debe ser el estrés.
-¿Estas bien?- Repitió la voz.
Yo, ya asustada, miré al zorro, el ladeó la cabeza.
-¿Me estás hablando?- Le pregunté con la voz temblorosa.
El zorro asintió.
Me levanté de golpe asustando a los animales, los cuales retocedieron un poco. Me llevé las manos a la cabeza y empecé a caminar de un lado a otro repitiendo:
-No estoy loca, no estoy loca.
-Alaia, tranquilízate.
Me giré de golpe miré al zorro con los ojos como platos. Definitivamente me he vuelto loca. ¿¡Además, por qué todo el maldito bosque de sabe mi nombre!?
-Zorro, por favor, dime que no estoy loca, que esto es solo un sueño,-me dejé caer sobre mis rodillas- porfavor.
-No estás loca- solté un suspiró de alivió- puedes hablar con los animales.
-¡Qué!-grité a la vez que los animales que se habían ido acercando volvían a retroceder asustados.
-Hay una cosa que te tengo que explicar, te tengo que llevar a un sitio, pero tienes que decírselo al líder de bosque, es hora de que lo sepan.- Respondió el zorro.
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La Elegida
FantasyAlaia una chica de ciudad es obligada por sus padres a un pequeño pueblo en medio de la nada, pero acaba siendo menos aburrido de lo que parecía. (menuda mierda de descripción).