El día de hoy sólo tuve tres clases por el terrible clima que había. El cielo parecía caerse en forma de gotas de agua. Y yo no me podía sentir más feliz. La lluvia siempre había sido una de mis cosas favoritas. El sonido es de lo más relajante que puede existir y el mojarse en ella de las más divertidas.
Al fin mi carro estaba listo, así que ya no tenía que sufrir el viajar en autobús. Por ahora. Al terminar mi última clase le había enviado un mensaje de texto a Lucky para preguntar cómo le había ido en su examen pero aún no respondía.
Mis intestinos empezaron a rugir tan fuerte que por un momento se me cruzó la idea de que se estaban comiendo el uno al otro. Por lo cual conduje hasta una cafetería cerca de la Universidad. Cuando entro, el exquisito aroma de café y pasteles hace que me sienta en el cielo.
Ordeno en el mostrador un sándwich y un café para llevar. Mientras espero puedo darme cuenta que un chico rubio me ha estado observando. Lo paso por alto porque de seguro es sólo mi paranoia. De pequeña había sido víctima de un casi-secuestro. Lo que hacía que ahora sintiera desconfianza hacia todos. Con mi orden lista y pagada, salgo del lugar y me dirijo a mi auto. Me acomodo en el asiento y justo cuando estoy por arrancar mi celular suena. Es Haley.
—Ho...
—Tienes que venir ahora mismo.
El tono en su voz me dice que algo muy malo ha pasado.—¿Estás bien? —pregunto con miedo a su respuesta.
—Sí lo estoy, pero por favor llega ya. —Los sollozos se hacen presentes y no hacen más que inquietarme.
—Voy para allá.
Arrojo el celular al otro asiento y empiezo a conducir. Mi corazón palpita a mil por hora y en lo único que puedo concentrarme es en que Haley esté bien. Y en tratar de no causar un caos con los demás coches. Aparco en frente de la entrada del edificio y bajo corriendo lo más rápido que mis piernas me permiten. Los 30 segundos que tardo en subir las escaleras se sienten eternos. Encuentro a Haley sentada en frente del apartamento, con su cabeza entre sus piernas mientras es abrazada por un chico al que no le puedo ver el rostro.
Me acerco corriendo hacia ella y la abrazo mientras acaricio su cabeza.
—Todo está bien, tranquila. —Le susurro.
Ella me devuelve el abrazo y puedo sentir los pequeños espasmos causados por su llanto. Tarda unos minutos en tranquilizarse pero lo logra. Toma un respiro y siento su cuerpo relajarse.
—Lo mejor será que lo veas por ti misma Am.
—¿De qué estás... debes estar bromeando.
Estaba segura que mi quijada debía encontrarse en el suelo. Parecía como si un tornado hubiese entrado en el departamento. Los muebles se encontraban volteados, la mesa del centro partida a la mitad. Era un caos. Y debí haberme detenido, pero no lo hice. Avanzo hasta la cocina sólo para encontrarlo en igual estado o incluso peor. Alacenas vaciadas, cubiertos en el suelo y pedazos de vidrio por todos lados. No quería imaginar cómo estaba mi habitación. Y para mí sorpresa se encontraba exactamente como la había dejado en la mañana antes de irme. Entro a revisar que todo esté en orden y me doy cuenta de una nota que yace en mi cama.
''Los Ángeles, CA. ''
— ¿Qué es eso Am? —pregunta Haley.
—No lo sé, estaba sobre mi cama.
—Llamé a la policía y reporté el incidente, llegarán en 10 minutos. —Me anuncia—. Por cierto, quiero presentarte a alguien—. Al fin sabré quién es el chico misterioso—. Amy, él es Neels. Neels, mi mejor amiga Amy.
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|| Gasoline || Lucky Blue Smith
Teen FictionÉl era gasolina y yo el fuego. Separados no éramos nada. Pero juntos podíamos quemar el mundo entero.