Después de aquel casi beso con Lucky las cosas han cambiado.
Es lunes por la mañana y no creo que sea humanamente posible sentirse así de mal como yo lo hago. Incluso Hayley me dijo que me veía como la mierda, sí, más de lo normal.
Afortunadamente me queda una clase más para ser una mujer libre de escuela aunque ahora sería víctima del trabajo.Decido irme a casa y no entrar a la última clase. De cualquier manera, hasta el día de mañana entregarían los resultados finales. Camino lo más rápido que mi enfermo cuerpo me permite. Ha comenzado a llover y no he cargado una sombrilla por culpa de la chica del clima que dijo que estaría "soleado todo el día". Mentiras.
Estoy a 10 metros de mi auto y desde aquí reconozco la camioneta que ha aparcado a mi lado. Suelto un suspiro de alivio al voltear a todos lados y darme cuenta que Lucky no se encuentra cerca.
Troto hasta mi coche y subo a éste. Me quito el, ahora pesado, suéter que tengo puesto y me quedo en una simple camiseta algo mojada también. Enciendo la calefacción y me acerco para secarme. Me recojo mi cabello en un chongo algo desastroso y arranco el auto.
Mi primer destino es la farmacia para comprar una caja de pastillas y esperar sentirme mejor. Me estaciono en frente de la farmacia y saco mi teléfono celular para enviarle un mensaje a Josh y explicarle por qué no iría hoy.
No espero a su respuesta y salgo del auto. Entro rápidamente y un escalofrío recorre mi cuerpo. Aún no estoy completamente seca y el lugar tiene el aire acondicionado algo fuerte. Me dirijo al mostrador pero se encuentra vacío. Toco con mis nudillos sobre la superficie de vidrio para hacer saber mi presencia. Unos ruidos provenientes de la puerta con un cartel que recita "Sólo empleados", me hace saber que sí hay alguien trabajando.
Un chico pelirrojo y de baja estatura sale mientras se acomoda los lentes.
—Disculpe la tardanza, es un desastre allá atrás —dice y señala con el dedo pulgar a la puerta.
—No te preocupes —le respondo. Un ataque de tos viene a mí y él me ve con una mirada de pena.
—¿Qué llevarás?
—¿Tienes algo para evitar que me muera el día de hoy? —pregunto.
Él ríe y asiente. Regresa al almacén y tarda unos 3 minutos en salir.
—Aquí tienes.
Me pasa una caja pequeña de pastillas.
—Esto evitará que mueras por hoy, al menos de la tos —dice.
Escanea la caja de pastillas y pago por ella. Me dice que tengo que tomar 1 cada 8 horas y asiento. Agradezco por su trato y salgo.
El clima ha mejorado ligeramente. Ya no está lloviendo, pero el cielo sigue igual de oscuro y el aire frío. Este era mi clima favorito.
Subo a mi auto y aviento las pastillas al asiento del copiloto. En menos de 5 minutos ya me encuentro dejando mi coche aparcado en el estacionamiento del edificio donde vivo. Desabrocho mi cinturón de seguridad y giro para tomar mi bolsa con la caja de pastillas. Se encuentra en el lugar donde debería estar, pero hay una caja debajo de ella. Pareciera un regalo.
Mi corazón se acelera, ese paquete no es mío, lo que me decía que alguien lo había dejado ahí mientras yo estuve la farmacia.
Tomo la caja con cuidado y la golpeo despacio. Parece una caja normal. Reviso toda su superficie y encuentro en la parte de abajo una nota que dice: Para Amanda.
Quito el moño que tiene encima y rasgo el papel de regalo, una caja blanca con la frase NO ABRIR me espera a dentro.
ESTÁS LEYENDO
|| Gasoline || Lucky Blue Smith
Fiksi RemajaÉl era gasolina y yo el fuego. Separados no éramos nada. Pero juntos podíamos quemar el mundo entero.