Me levanto de mi acogedora cama para ir a revisar los sonidos provenientes de la sala. Tomo un cepillo de mi tocador en caso de que sea alguna persona extraña. Abro la puerta lentamente y salgo de puntas tratando de no hacer ruido. Voy caminando por el pasillo que conecta a la sala con mi habitación y la de Haley y siento mi corazón desbocado. Me acerco al interruptor y enciendo las luces. Un grito de horror sale de mi garganta al presenciar aquella escena. Haley está con el pecho al descubierto, encima de alguien.
- ¡Oh por dios! -Digo con la cara completamente roja-. Creí que sería algún ladrón.
Tapo mis ojos y me dirijo a la cocina intentando borrar las imágenes anteriores.
- ¿En serio pensabas defenderte con un maldito cepillo Amy? -grita Haley desde la sala,
-Sólo avísame cuando sea seguro para mí y mi salud mental pasar al dormitorio.
Me preparo un té, ya que debido a la reciente situación sabría que no podría dormir. Espero a que el agua se caliente en la tetera, mientras me siento.
-Neels ya se fue. -La voz de Haley me saca de mi concentración en mirar el mantel de girasoles de la mesa.
-Pudieron haber sido más considerados y no sé, ¡tener sexo en tu maldita habitación Haley! -chillé. No me molestaba el que trajera a un chico que realmente le interesaba. Lo molesto era que tuvieran sexo en el sofá, donde yo también me siento. Había pasado antes. Ella había traído a un chico llamado Robin, llevaban saliendo dos semanas. Los encontré teniendo sexo en la mesa de la cocina. No pude comer ahí por alrededor de seis meses.
-Amy, estábamos sólo besándonos. Pero una cosa llevó a la otra y bueno, ya sabes el resto -dijo y tomó asiento en la silla de en frente.
-Sólo... manda a lavar ese sofá -suspiro. Estaba enojada, pero también cansada por toda la tarea que había tenido de la universidad y el trabajo en la oficina. Ser secretaría de una persona tan ocupada como Josh Dykes necesitaba su mérito.
-Mañana mismo general. -Levanta su mano derecha y hace un saludo militar-. En serio lo siento Amy.
La tetera comienza a sonar y me levanto de mi asiento para retirarla del fuego. Tomo dos tazas de la alacena y vacío el agua en ellas junto a un sobre de té. Dejo uno en frente de Haley y otro en mi lado.
-Está bien, estás perdonada hija mía -pongo mi mano en frente de mí como si fuera un sacerdote.
-Gracias, aunque no entiendo por qué te alteraste. Es algo natural cariño. Seguro tú también lo has hecho en el sofá.
Tomo un sorbo de mi té pero mantengo la taza en mi boca para evitar responder a su pregunta.
-¿En alguna mesa? -dice, pero no obtiene ninguna palabra de mí- ¿en el suelo?
Mi boca sigue pegada a la taza de té que está quemando mis labios.
-De ninguna manera, ¡no puede ser! -Grita Haley-. Eres virgen. -Agrega con unas risas de por medio.
-No es gracioso Hal -digo. Me levanto de mi lugar y dejo la taza en el fregadero. Camino fuera de la cocina y Haley imita mis acciones.
-No te enojes Amy, es sólo que... -muerde su labio y se debate entre seguir o no.
-Continúa -giro para mirarla a la cara.
-Bueno, asumí que no eras virgen. Eres bonita y divertida, eso es todo -dice-. Aunque eso explica por qué siempre que comentaba algo relacionado al sexo cambiabas de tema.
-Estoy segura que te reirás de esto y no me importa. Pero quiero esperar al indicado. Quiero que sea especial, sólo se tiene una primera vez, ¿no es así?
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|| Gasoline || Lucky Blue Smith
Teen FictionÉl era gasolina y yo el fuego. Separados no éramos nada. Pero juntos podíamos quemar el mundo entero.