Tengo miedo a amar

326 38 16
                                    

(Recomiendo poner la canción hacia el final del capitulo)

Me desperté teniendo una toalla fría en mi cabeza. No veía nada ya que esta me tapaba la cara me la quité y esperé un poco para después abrir mis ojos. Me senté en el futón que me encontraba y miré a mi alrededor. Nunca antes había visto aquella habitación. Parecía ser una casa tradicional. Me miré a ni mismo y observé que me habían cambiado de ropa por un yukata azul grisáceo. Dejé la toalla a un lado mientras que la puerta se abría. Miré a mi izquierda para ver la persona que iba a entrar.

- Oh, ¿ya te has despertado Suga?

Era Daichi. Le miré sorprendido mientras que me ponía un poco rojo y miré al suelo. Recordé mi sueño. Quería volver a soñar eso. Quería que fuera real ese sueño. Además de eso, llevaba un yukata encima. No llevaba su ropa normal por primera vez. Se veía algo... Sexy. Daichi se acercó a mi y se sentó a mi lado sin que yo lo notara.

- Hey Suga, ¿me has escuchado?- me dijo llamando la atención e inclinando un poco su espalda hacía mi.

- Sí.- le dije rápidamente para luego respirar profundamente y acabar mostrandole una sonrisa de mi parte.

- Menos mal.- dijo en un suspiro.- Te desmayaste con una fiebre muy alta, tal vez por culpa de la herida de tu pierna.

Miré rápidamente mi pierna notando que estaba vendada. Suspiré y le miré con una sonrisa temblorosa:

- Y por culpa del cansancio. Pero bueno... Por cierto, ¿y mis padres? ¿Están bien? ¿Al final que ha pasado? ¿Por qué Tendou quería matarme? ¿Qué está pasando? ¿Qué ha pasado estos tres años que no he estado aquí?

Comenzaba a ponerme nervioso ya que muchas dudas vinieron de repente a mi mente. Debía hacer algo. Saber que pasaba. Daichi me miró sorprendido para luego suspirar y acariciar mi cabeza. Esas manos no habían cambiado. Me dejé acariciar tranquilo y sereno.

- Tranquilo. Vamos paso a paso Suga.- carraspeó su voz para luego mirarme algo serio, por lo que yo hice igual.- Tus padres están bien. Están descansando en otra casa lejos de aquí. Creo que Tendou ya te lo dijo pero me buscan a mi. Soy el hijo heredero de la mafia de los Cuervos, o sea, yakuzas. 

Mis ojos se abrieron como platos. Nunca pensé eso de Daichi. Se veía siempre tan sonriente y dispuesto a ayudar a los demás que nunca pensé que podía ocurrir aquello. Por eso dicen que las apariencias engañan pero, ¿Daichi? Daichi era demasiado bueno como para ser un yakuza.

- ¿Por qué nunca me lo dijiste?

Mi voz comenzaba a sonar algo rota. Me sentía engañado. Si Daichi era mi mejor amigo me lo tenía que haber dicho. La mirada que tenía puesta en él reflejaba muchas emociones y sentimientos, pero en aquel momento se me veía mas preocupación que otra cosa. Quería saber el porque de todo aquello. Daichi bajó un momento la mirada y luego me miró con una sonrisa.

- No té quería meter en todo esto. Lo siento.- se rascó una mejilla por lo que yo acabé suspirando.- Bien, como sabes soy un yakuza. Normalmente en mi familia, el hijo hereditario elige a sus primeros camaradas por su cuenta, independientemente de la rama principal,  para que luego se conviertan en sus manos derechas. En este caso he elegido a todos los del equipo de voley cuando estabamos en tercero. Y cambiando de tema, ¿tuviste algo que decirme cuando nos graduamos de tercero?

Me quedé congelado ante aquello. Sonreí como pude e intenté hablar cómo siempre.

- ¿Por qué? ¿He dicho algo durmiendo?- pregunté algo confundido.

- Bueno, has delirado algo...

Antes de que Daichi pudiera acabar de hablar se abrió la puerta dando paso a Kiyoko. Se había vuelto muy guapa en poco tiempo.  Su pelo era más largo, parecía llevar lentillas, tenía cuerpo de mujer y llevaba un quimono encima. Al verme sonrió y luego se acercó a ambos.

Dilo aunque duelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora