Otra vez todo volvía a estar oscuro. Estaba solo en una habitación donde no se veía nada. De repente, en mitad de esa oscuridad, Daichi apareció en frente mío viéndole con total claridad. Al parecer yo estaba en una silla con la sensación de que no me podía mover. La expresión de Daichi parecía un cúmulo de emociones, aunque en realidad me sonreía amablemente. Esa expresión era la que únicamente, o eso me parecía, me ponía solo a mí. Esa expresión de que todo estaría bien, que no había nada que temer. Yo, al ver esa expresión, no pude evitar sonreír también. Maldición, me ponía contento con solo verle. Al los segundos de sonreír, Daichi colocó su mano sobre una de mis mejillas dejándome sentir el pequeño calor que transmitía su mano. Era un suave tacto. Un tacto que siempre había querido tocar, y no por los partidos de voleibol. Apoyé parte del peso de mi cabeza en la mano de Daichi para sentir más su tacto y calor. Solo aquello me hacia sentir seguro y algo especial. Mi mirada en aquel momento se tornó algo triste a la vez que mirada a otro lugar que no fuera el rostro de Daichi. Me dolía no poder decir mis sentimientos a Daichi pero los gestos que mostraba hacía que me perdiese, hasta el punto de no saber nada y expresarme totalmente. Mantuve mi mirada apartada cuando de repente, el pulgar de Daichi comenzó a moverse dándome a entender que quería acariciar mi cara. No me esperaba para nada aquello. Miré sorprendido y desconcertado al pelinegro en frente mío. Su expresión seguía igual mientras que la mía había pasado ya por tres fases. Neutralidad, felicidad y desconcertante. ¿Que iba a ser lo siguiente? Ah, felicidad de nuevo. La expresión que había puesto anteriormente volvió a mi rostro para disfrutar de sus caricias y de su tacto. Era tan irreal aquello... No sé pero en cierto momento esas caricias acabaron, dejándome un poco incompleto, y esa mano dejó de tocar mi cara. Me sorprendí ligeramente ante aquello y miré a Daichi sin entender nada. Él seguía igual, con la misma expresión, y yo ya volvía estar de nuevo en la tercera fase. Por unos segundos todo parecía ir bien pero, al pestañear una vez, vi como Daichi se alejó de mí con la misma expresión. Todo aquello se volvía más y más extraño. Quería levantarme para acercarme a él para preguntarle que pasaba o que simplemente tocara de nuevo mi rostro, aún así, no pude moverme de la silla. Entonces, en el segundo pestañeo, al abrir los ojos, vi como una espada atravesó el pecho de Daichi. No pude evitar abrir mis ojos como platos para que después mi rostro pasara a una cuarta fase. Pánico. Miedo. Temor. Todo aquello se me acumuló en mi cuerpo para acabar sobresaltándome de la silla y llevándome las manos a la boca, presa del pánico, viendo como el cuerpo de Daichi se desplomaba en el suelo. Un charco de sangre carmesí comenzaba a formarse alrededor del reciente cadáver de Daichi. La supuesta espada que había atravesado al pelinegro no estaba, pero lo más importante era la gran herida de Daichi que le había matado. Cada vez me costaba más respirar y el pánico y el miedo se acumulaba más en mí. ¿Todo aquello había sido mi culpa? ¿Había matado realmente a Daichi? Comencé a temblar llevándome las manos en la cabeza mientras que lágrimas de impotencia y miedo surgían de mis ojos. No podía moverme de la silla y la voz no podía salir de mi boca. ¿Acaso todo aquello era un castigo?
Mis ojos se abrieron de golpe por el miedo mientras que temblaba y sudaba a la vez. Al parecer me encontraba en la misma habitación donde me había despertado anteriormente, por lo que, todo aquello, había solo una pesadilla. Una muy mala pesadilla. Me abracé a mi mismo asustado para luego sentarme intentando respirar profundamente. Tenía que relajarme de algún modo u otro. No podía que nadie me viera de ese modo. Aún así, ese sueño era demasiado extraño. ¿Como podía soñar aquello? Dicen que los sueños son el reflejo del alma, de lo que sentimos, de lo que somos... ¿Quería ver en mi sueño a Daichi muerto?
- No...- murmuré llevándome las manos a la cabeza asustado.
No. No. No podía ser. No quería soñar que la persona que amaba, la persona que amo muera en frente de mis ojos. Tal vez era un peligro para Daichi que yo estuviera cerca suyo. Tal vez soy un peligro. Comencé a apretar mis manos estirando suavemente de mi pelo. ¿Como podía llegar a ser tan débil? Doy tanta pena... No tengo nada para proteger a los que quiero. Soy débil.
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Dilo aunque duela
FanfictionSuga amaba de corazón a Daichi, amigo y compañero de equipo, pero nunca pudo decir el amor que sentía hacia él. La última oportunidad que tenia la derrochó. Después de eso Suga se fue a estudiar a Hokkaido. Ahora han pasado tres años desde la gradua...