Después de dejar de sentir la calidez de Daichi, mi alrededor se volvió gélido. Era raro como en menos de 15 minutos había conseguido decirle a Daichi mi amor hacía él. Aunque realmente me sentía aliviado. El miedo de ser rechazado nunca existió, solo era un mero espejismo. Aquella ilusión que mi mente formó solo fue por el miedo que yo sentía sobre mis sentimientos y para así poder huir de ellos. Decidí sentarme en el futón mientras que miraba al exterior gracias a la ventana que estaba abierta. Fuera se podía ver un jardín no muy grande que acaba en un largo y alto muro. El jardín tenía un par de pinos y árboles japoneses, aunque resaltaba unos cuantos cerezos de una altura bastante elevada. También podía ver por un lado, de lo que mi visión me podía otorgar, el comienzo de un estanque. Estaba claro que aquel lugar era una mansión japonesa. La visión que tenía era espléndida y no me podía quejar por aquello. Aunque una mejor visión era poder ver a Daichi con el torso sin el yukata, besándole sin parar, peinando su pelo con mis dedos, acabar haciendole el amor...
- ¿Pero que...?- pensé en el momento de imaginar aquello mientras que mi cara se volvía toda roja.
¿Desde cuando tenía aquellos pensamientos sobre Daichi? ¿Desde cuando pensaba en todo aquello? Aunque no lo puedo negar. Quiero tocar a Daichi y el me quiere probar... Sexualmente. No somos caníbales por favor. A medida que iba pensando en todo aquello que se iba volviendo más y más erótico por momentos, un pequeño pinchazon mi vino de la pierna. Estaba claro el lugar de donde provenía el ligero dolor. Aparté las telas de mi yukata para ver mi pierna y así el vendaje que tenía en mi muslo. En el momento que Tendou me diparó no me percaté mucho de donde lo había hecho, solo me importaba parar de sangrar y ayudar a mis padres. Pero bueno... Vi como la venda que cubría mi muslo parecía ser nueva. Tal vez Yachi o Kiyoko me la habrían puesto. Eso significaba que ellas dos tendrían que saber algo sobre medicina. Irónico. Yo estoy estudiando medicina a pesar de todo y no sé que hacer con una herida. Lo mejor es que las prácticas no se hacen hasta el último curso... Tuve que acabar suspirando al final. En muy poco tiempo todo se había liado demasiado. Toqué la venda de mi pierna con cuidado para luego colocarme bien la tela del yukata haciendo que cubriera de nuevo mis piernas. Aún no entendía el porqué de la amenaza de Daichi sobre lo de no salir sin avisar a una de las dos chicas. ¿Que problema había? Solo estaban los de Karasuno, ¿no? Decidí levantarme, caminando un poco a duras penas, y desantendí la orden de Daichi saliendo de la habitación. No iba a pasar nada por caminar un poco por aquella mansión, es más, tal vez necesitaba caminar fuera de la habitación. Aún no me atrevía a salir fuera por esa razón decidí pasearme por los pasillos. Eran largos y muy similares. Yo dibagaba por esos pasillos como podía y sin rumbo alguno. En cierto momento me paré para así cerrar mis ojos mientras que una ligera sensación de nostalgia me invadía. No sabía bien de que era aquella sensación pero me agradaba. Me hacía sacar una pequeña sonrisa. Al abrir mis ojos sonriendo, vi como Kageyama estaba frente a mi estupefacto. Ni que hubiera visto un fantasma hombre... Al verle me sorprendí un poco ya que mi cara lo reflejaba. Luego volví a sonreir y me acerqué a él como pude.
- Hey Kageyama. Te has vuelto mucho más alto.- le dije animadamente una vez que estaba cerca suyo y observaba su altura.
- Uno ochenta y uno.- me contestó de algún modo con tono seco y haciéndome una pequeña reverencia.
- Y también te has vuelto más seco de lo habitual...- le dije riendo forzada y nerviosamente mientras colocaba mi peso en mi pierna saludable.
- No.
- Claro que sí.
- Creo que se está equivocando Suga-san.- me dijo el azabache frunciendo un poco el ceño, típico de él.
- Seco y soso.- le contesté mientras reía levemente ante la estraña situación que se colocaba entre los dos.
- Ugh...- Kageyama no pudo evitar fruncir un poco más el ceño mientras que un ligero sonrojo salía de sus mejillas.
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Dilo aunque duela
FanfictionSuga amaba de corazón a Daichi, amigo y compañero de equipo, pero nunca pudo decir el amor que sentía hacia él. La última oportunidad que tenia la derrochó. Después de eso Suga se fue a estudiar a Hokkaido. Ahora han pasado tres años desde la gradua...