Capítulo XI: Libre... Pero no para el trabajo.

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Ha pasado una semana. Es lunes, son las 08:45 de la mañana y mi clase de deporte acaba de terminar, dándome a mí y a todos mis compañeros quince minutos extra para el almuerzo... o cualquier otra cosa.

Me dirijo hacia los vestidores/regaderas de chicas para poder tomar una ducha rápida y ponerme ropa con la que realmente me sienta cómoda. He dejado un par de cambios en mi pequeño casillero asignado en aquel lugar.

Al llegar, una oleada de vapor me rodea y me siento alegrada; a pesar de ser inicios de abril, el invierno se negaba a irse por completo. Punto para California, pienso, y me recuerdo que no he llamado a Brian desde el sábado. Sólo dos días, lo sé, pero extraño muchísimo mi hogar.

—Hey —una chica castaña de cabello algo corto se sienta a mi lado en la banca. Me encuentro esperando el momento adecuado para desnudarme cuando se hayan ido la mayoría de las chicas.

—Hola —respondo incómoda, ya que sólo lleva su ropa interior puesta. A pesar de desviarle la mirada pronto, noto que su conjunto es morado.

—Taylor, ¿cierto? —afirmo con la garganta. Maldición, por qué no se pone algo de ropa real—. Soy Kris.

—Mucho gusto —respondo aún mirando al suelo.

—Sí, igualmente... ¿Te incomoda que esté en ropa interior?

—Bastante —respondo riendo con nervisismo.

—Lo siento —ríe bajo—. Es sólo que... Iba a ducharme pero te vi perdida viendo a la nada y pensé que algo te pasaba.

Oh, genial, ahora cree que tengo problemas mentales.

—¿Todo bien?

—Sí, sí, gracias —respondo mirándola a la cara, para que vea que no pasa nada. Creo que estoy haciendo una cara rara, pues se ríe un poco al verme balbucear—. No soy lesbiana.

¡¿POR QUÉ DIJE ESO?!

Kris ríe fuertemente. No sé de qué manera lo ha tomado, pero le ha causado gracia.

—Está bien, tranquila. ¿Sabes? Creo que te llevarías bien con Jamia. Tienes... algo.

—Seguro.

Kris se despide y se pone de pie. Al dar un par de pasos hacia las regaderas, gira un poco la cabeza, me guiña el ojo, y se quita el sostén como si nada.

—Le dije que no era lesbiana —me susurro intentando no alterarme.

¿Eso fue un coqueteo?, ¿o sólo quería incomodarme más? Lo que haya sido, fue lo suficientemente extraño para que me hiciera salir de ahí en ese momento. Tomaría la ducha en mi casa; bastó con un poco de desodorante y ropa limpia.

***

—Taylor, hey, hola, linda —sonríe coqueto y me intenta seguir el paso.

—No ahora, Gerard.

Avanzo más rápido en busca de la cafetería. Acordé con Mikey verlo ahí a las nueve con diez minutos.

—Parece que viste un fantasma.

—Más bien un par de tetas —susurro.

Gerard susurra un "wow", seguido de una risa bastante pícara. Volteo a verlo por un segundo y una sonrisa de pervertido se ha formado en su rostro. No tengo tiempo para eso, no quiero hablar de ello, y el hambre me está matando; debido a que se me hizo tarde en la mañana, no desayuné en casa con mi padre.

Ignoro todo lo que escucho salir de su boca (mayormente comentarios sobre lesbianismo, y una que otra petición de detalles) y avanzo cada vez más deprisa.

T.W.I.U.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora