Capítulo II

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Capítulo II

Oxford, Inglaterra, 4 de enero de 2013

No me sentía como antes, me miré en el espejo de la que sería mi nueva habitación y lo que vi, en otros tiempos me hubiera espantado. No me reconocía. ¿Cuánto se puede cambiar en un año? ¿Cuánto te pueden cambiar? Quería olvidar que fui usada y solo concentrarme en mí objetivo, en por qué estoy aquí. ¿Escapar? ¡No! Cumplir mi meta, a eso vine.

Me senté en la cama y comencé a desempacar mi ropa para meterla en los cajones. Mi cuerpo en Inglaterra, mi mente en lo que suplicaba se quedara en el pasado como un mal sueño. Tocaron a mi puerta y di la señal para que entraran.

-Hola, ¿estás cómoda?- Me preguntó mi casera, la señora Kate. Una mujer de cuarenta y tantos años que me alquiló una habitación de su casa mientras estudio mi maestría en Oxford, parece ser una persona confiable y agradable, espero no equivocarme y llevarme bien con ella.

-Sí, gracias por preguntar. Estoy adaptándome.

-Espero que te sientas bien aquí. ¿Tienes hambre?

-Si le digo que no le estaría mintiendo- contesté con una sonrisa.

-Entonces deja eso y acompáñame a la cocina que te preparo algo.

-Gracias.

Los pasillos de aquella casa de dos plantas eran estrechos, pero sus habitaciones tenían buen tamaño. Algunas paredes conservaban un tapiz de flores algo antiguo y otras paredes se veían más modernas pintadas de celeste con algunas pinturas de paisajes.

-Estoy redecorando- comentó como si hubiera leído mis pensamientos- me acabo de divorciar y el desgraciado me dejó prácticamente en la calle, con lo que pude sacar del divorcio le pagué a mi hermana la parte que le correspondía de esta casa y me quede con ella. El inmueble era de mis abuelos y lo heredamos mi hermana y yo.

-Tiene un aspecto muy familiar. Es como siempre se ve en la televisión.

-¿Cómo en televisión?- preguntó mirándome extrañada.

-Sí, ya sabe. Las series y películas británicas.

-Oh ya entiendo.

Al llegar a la cocina me indicó que tomara asiento en un pequeño juego de comedor para cuatro que había en una esquina.

-Si quiere puedo ayudarla- me ofrecí.

-No, para nada. Esta vez va por mi cuenta. Tu siéntate y vamos a conocernos. ¿Te gusta el té?

-Si, por supuesto- lo de los ingleses y el té pensé que era exageración, pero al parecer era cierto.

-Creo que tengo unas galletas de avena en la alacena que está arriba de ti.

Me levanté a buscarlas y al abrir pude darme cuenta que llevaba una dieta estricta en alimentos orgánicos.

-Y bien, Domi-nica... cielos, no me acostumbro a pronunciar tu nombre, discúlpame si lo hago mal.

-No se preocupe si se le hace más fácil abreviarlo, hágalo.

-Domi ¿te parece bien?

-Así me llaman mis amigos.

-Ok-prosiguió- ¿y que vienes a estudiar exactamente a Oxford?

-Estoy licenciada en Psicología y vengo a especializarme en Psicología Clínica.

Ella creía que era amor (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora