Capítulo IX

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Panamá, 2011

Desperté aquella mañana del veintinueve de noviembre a las 6:00 a.m. luego de que el veintiocho fuera el día de la independencia no tuve que presentarme a mi trabajo sino hasta aquel martes, aproveché la mañana para ir a la universidad a matricular las asignaturas que tendría que cursar el próximo enero, al igual que hacer las gestiones respecto a mi trabajo de tesis.

Elegí una ropa más cómoda que la que llevé la semana anterior, ya que cuidar a unos gemelos en tacones no era muy buena idea y tuve que descartar de usar toda mi gama de tacones para dicho oficio, por lo que decidí que lo mejor sería usar unos jeans capri lavados, unos zapatos tipo Oxford en lila, una blusa púrpura holgada y una cartera Armani en lila que mi tía Jane me había regalado hace un año cuando habíamos ido a pasar navidad con ella en Estados Unidos, se podría decir que era un poco mimada, tanto mi abuela como mi tía abuela Jane, desde pequeña me llenaban de regalos caros; el buen gusto por carteras y zapatos de diseñador era algo que no podía evitar, no me excedía del límite mensual de mi tarjeta porque no era una nieta inconsciente. Mi abuela tenía dinero pero tampoco éramos millonarias.

Al terminar de vestirme me dirigí a la cocina y ya mi abuela estaba sirviéndose su café.

-Buenos días Lita, ¿cómo amaneces?

-A diferencia de otros días he amanecido con un dolor en la espalda que no aguanto.

-Deberías ir a revisar eso.

-No, deben ser ya achaque de la edad.

-Que achaques de la edad ni que nada, si debes ser la abuela más joven del planeta apenas tienes sesenta y cinco.

-Sesenta y seis, ya cumplí sesenta y seis Domi.

-Qué más da, eres joven- me acerqué y le troné un beso en la mejilla.

Mi abuela negó con la cabeza.

-Si quieres puedes llevarte mi carro hoy Domi, no me voy a acercar a la panadería hoy me quedaré a descansar.

-Wow, en realidad te sientes mal. ¿Quieres que te lleve al médico?- dije un poco preocupada, mi abuela no era de descansar, le gustaba estar siempre activa, trabajando

-No será necesario, estaré bien.

-¿Segura?- dije no muy convencida

-Sí, y no me preguntes más o me arrepentiré de haberte prestado mi auto.

-Eso no sucedería si me compraras un auto- hice una mueca con la boca similar al que hacen las niñas malcriadas.

-Más bien, eso no sucedería si no hubieras echado a perder la transmisión del auto que te había regalado y que tuvimos que venderlo como chatarra.

Mi abuela me había regalado un auto Honda Civic, precioso en rojo, pero era manual y no era mi especialidad, intenté aprender a hacerlo bien pero lo único que conseguí con mi insistencia fue echarlo a perder en un pequeño accidente donde hice un cambio mal y lo demás es historia.

-No es mi culpa que me hubieras regalado un auto manual, la próxima vez cómprame uno automático y nos evitaremos problemas.

-¡Ay, qué linda la niña pidiendo como si yo fuera santa Claus!- comentó mi abuela con falsa ofensa.

-Ya no te estreses Lita, mira que ahora soy de la clase trabajadora y correré con mis gastos personales y si no me voy ahora me atrasaré en la universidad y llegaré tarde a mi trabajo así que adiós- le dio otro beso a mi abuela y tomé las llaves del auto que reposaban en el desayunador.

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⏰ Última actualización: Feb 15, 2016 ⏰

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Ella creía que era amor (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora