Santa Barbara probablemente no era el lugar en el que Jackson había esperado encontrar al chico al que de una forma bastante lejana terminó de arruinarle la vida porque nadie en su sano juicio quiere que su padre vaya a la cárcel, incluso cuando es un delincuente. Siempre existe una parte de cada persona, más pequeña que el cariño, que te incita a no querer que nada malo les pase a las personas cercanas a ti, tal vez por amor o tal vez por miedo a no saber cómo reaccionar ante una situación de ese tipo.
Jackson no sabía en qué onda se encontraba Isaac pero seguramente muy en su interior no quería quedarse huérfano, tampoco Camden lo deseaba y aun así Jackson tuvo el valor de tomar el teléfono y avisar a la policía del ataque violento que estaban sufriendo los Lahey al otro lado de la calle. Deslizó un poco la cortina y por ese pedacito de espacio libre observó la llegada de las patrullas con las torretas encendidas, la ambulancia, las esposas que se aferraron a las muñecas del señor Lahey, los ojos llenos de lágrimas de Isaac antes de que se llevaran a su hermano en una ambulancia con una herida sangrante en su costado.
Días después fue toda una noticia en todo Beacon Hills y meses, semanas, tal vez sólo horas más tarde, desaparecieron los dos últimos miembros de la familia y con eso cualquier esperanza de Jackson de decirles que sentía mucho no haber dado aviso antes.
Y ahora ahí estaba, de pie frente a Isaac Lahey, usando ropa de viaje y con el aroma de carretera aun impregnado en su piel, se sentía sucio, patético y culpable, sobre todo culpable.
-¿Son tuyas? –Preguntó al detenerse frente a la enorme pizarra del lado izquierdo llena de fotografías de muchedumbres.
-Completamente –Isaac jaló la silla del ordenador y se sentó sobre ella con los hombros recargados en el respaldo.
-Son buenas –Respondió Jackson justo cuando la puerta de la habitación, que dio por hecho era de Derek, se cerró no dejándole más opción que la de hacer frente a la situación.
-Gracias –Isaac le dedico una media sonrisa desde el asiento. Tenía los ojos igual de grandes que los que Jackson dibujaba de vez en cuando en su cabeza y los mismos rizos alborotados. -¿Quieres tomar algo?
-Lo siento –Jackson apretó los dedos hasta no sentirlos y luego los relajó –Y no quiero tomar nada.
En ese momento deseó salir corriendo, bajar al estacionamiento, montarse en auto y volver a la seguridad de Beacon Hills.
-No pensaba culparte –Isaac se pellizcó el puente de la nariz –Ni tampoco recordártelo.
-Pues que bien –El corazón del estudiante de preparatoria se desaceleró en ese momento -¿No tienes nada para comer?
-Crema de cacahuate –Isaac sonrió un poco más amplio -¡Derek, deja eso para más tarde!
La puerta de la habitación se abrió automáticamente mostrando a un Derek bastante confundido y un Stiles muy sonrojado. Jackson no creía poder sobrevivir ahí más tiempo del requerido pero de alguna forma esperaba con ansias lo que pudiera pasar.
* *
Stiles nunca había visto una universidad más que en fotografías porque la academia de policías no contaba mucho como universidad y solamente había ido unas cinco veces en todo el tiempo que Parrish estuvo encerrado así que cuando Derek les ofreció dar un mini tour por el campus no pudo negarse, se montó en el Camaro únicamente para volver a bajarse y deslizar el asiento hacia adelante para que Jackson y Isaac pudieran ir atrás.
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STALKER
FanfictionDerek Hale no era un acosador, solamente era un estudiante que tuvo la suerte de encontrar un tipo de belleza demasiado extraña en un adolescente que ni siquiera sabía que la poseía.