Capítulo VIII

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Al finalizar las clases me "despedí" de Zayn y seguí hacia el salón de detención. Al entrar vi que sólo habían tres chicos y una chica sentados de manera dispersa en el salón. Más o menos sabía quiénes eran, o al menos ya los había visto aquí anteriormente. Eran de los típicos pendejos que pensaban que tenían más huevos que los profesores y hacían lo que se les venía en gana. Tanto así que terminaban aquí casi más de cinco veces al mes. Me senté en uno de los asientos alejados de todos y recosté mi cabeza sobre mis brazos en la mesa. Al par de minutos escuché como la profesora gorda y vieja que se encargaba de detención entraba y se sentaba en el escritorio frente a nosotros. Si la enfermera escolar era asquerosa y horrible de mirar, esta le ganaba. Tenía algunos cuatrocientos años y era tan ciega y sorda como una roca. Sonreí mentalmente mientras seguía con mi cabeza cabizbaja, pero mirando a todos lados con el rabillo del ojo. La chica a tres asientos a mi derecha se llamaba Stacey, consumía drogas hasta por el culo y se había ya revolcado hasta con el conserje. El chico a cuatro asientos al frente de ella era de apellido Jefferson, no sabía mucho de él, pero sabía que una vez lo habían mandado aquí a detención por toda una semana por andar ligando a las poristas en los vestidores, por tercera vez en el año escolar. Los otros dos chicos que quedaban a cuatro o cinco asientos al lado de Stacey, eran Rick y otro chico del cual no sabía nada. De Rick había escuchado que le gustaba acosar a los chicos del primer año, también había rumores de que lo hacía por qué le gustaba los vírgenes inespertos, pero realmente me vale mierda eso cuatro pendejos. Mi visión total era a lo que hacían. La vieja se había quedado dormida con el periódico en la cara, Stacey estaba igual cabizbaja, tal vez estaba inconsciente o que se yo, llevaba media hora así. Jefferson tallaba algo raro en su mesa y Rick le andaba mirando el trasero al chico sin nombre mientras esté miraba por la ventana como un pendejo. Alcé la mirada hacia el reloj en la pared detrás de la momia, digo, encargada de detención. Faltaba hora y media para el partido.

-Oye, tutankamen, ya pasó mi media hora- Escuché a Jefferson decir, pero la vieja lo ignoró. Éste simplemente se levantó y miro hacia nosotros. -Yo me largo- Y así, agarró sus cosas y se fue.

-A la verga, a mí solo me falta media hora- Escuché a Rick quejarse.

-A mí igual- Dijo el chico a su lado.

-¿Y si nos vamos?- Rick le preguntó con un leve tono pícaro, el cual el otro chico ignoró olímpicamente mientras se encogía de hombros. Ambos también agarraron sus cosas y se fueron.

Comúnmente siempre era así. Cuando al de menos tiempo se le acababa su hora y tenía que irse, a los que le faltaban poco se iban igual. Al fin y al cabo, nadie vendría hasta la próxima media hora, pero a mí aún me faltaban dos. A la otra media hora entró uno de los profesores, chequeo la lista y miro que todos estuviésemos. Tachó los nombres de los chicos que se habían ido por qué habían "cumplido" su hora, y sin darle mucha importancia a la vaca vieja que dormía en el escritorio, siguió por donde mismo había entrado. Era mi oportunidad de salir si quería llegar a tiempo para el partido. Miré a Stacey, quien seguía tirada sobre su mesa, pero esta vez con sus brazos en una posición diferente que hace media hora, al parecer aún seguía viva. Agarré mis cosas de manera silenciosa, me levanté y caminé lentamente hacia la puerta. Cuando estuve apunto de abrirla, en un inconsciente tic golpee mi brazo contra el armario de libros al lado de la puerta. El culo y el alma se me cerraron al igual que los ojos. No más por el dolor que por el puto golpe en seco que di, pero ninguna de la encargada de detención o Stacey se movieron. Rápido, pero en silencio, abrí la puerta y miré para todos lados. No había nada ni nadie en los pasillos, típico para un viernes en la tarde. Así que salí lo más rápido posible antes de que alguno de mis tics o putos sonidos estropearan mi escape. Caminé hacia la puerta a un par de metros de distancia que dirigía hacia uno de los patios traseros, donde podía salir, saltar el muro de la escuela y seguir hacia casa de Zayn. Al tocar el pomo de la puerta, me percaté que estaba cerrada. Miré a todas partes, ahora sí me cago la puta. Volví a darle vuelta al pomo y nada, estaba completamente cerrada. Apoyé mi cabeza sobre la puerta y me puse a pensar en qué hacer. La puerta al lado de los baños, perfecto. Esa puerta quedaba un poco más lejos y me dejaba algo más incubierto en el patio, pero aun así era mejor que nada. Así que corrí lo más silencioso posible hasta llegar a la puerta. Cerrada. Del puto enojo le di una patada a la puerta, pero luego me arrepentí al escuchar una puerta abrirse detrás de mí. Mierda y más mierda.

-Oh, ¿te quedaste encerrado?- Y en ese preciso momento hubiese preferido que el lame bolas del director en persona me hubiese pillado. Voltee lentamente y con miedo de encontrarme a aquella jirafa parlanchina de ojos cagones. Miré hacia arriba y sin duda era él. Traía una sonrisa de oreja a oreja, una camisa con estampados horribles, jeans negros, desgastados y ajustados, y unas botas igual de desgastadas color café. Además de marica parecía vagabundo.

-¿Qué carajos haces aquí?- Le pregunté a la defensiva, pero este solo río levemente. -¿De qué te ríes?-

-¿Eres así ha menudo?- Preguntó con su voz de retrasado.

-No que más, solo que llegué a esos días del mes. ¿Qué te importa?- Contesté sarcástico, intentando no alzar la voz y mirando para todas partes de manera desesperada. Si sigo aquí parado como idiota me verán.

-Je je, perdón- Contestó lento y sereno, como si yo tuviese todo el puto día. -Me llamo Harry- Dijo sin más.

-Y yo largo de mi puto camino marica de mierda- Le contesté mientras lo empujaba lejos y seguía intentando buscar alguna otra salida, pero él me detuvo.

-Si quieres puedo prestarte las llaves- Voltee con mirada confusa, de que demonio de llaves está hablan... Oh. Vi como sacaba un pequeño juego de llaves de uno de sus bolsillo traseros. -El conserje me dejó esta copia. Tuve que quedarme a ayudar a la bibliotecaria a acomodar algunos libros, así que acepté hacerle el favor a la profesora de Geometría y pasar por el salón de detención en media hora. Sabes, cada profesor está asignado a chequear a cada hora, dicen que la encargada es algo anciana y se queda dormida en pleno trabajo, pobresilla. Aunque nunca he estado en detención.- Paró de hablar cuando se dio cuenta de mi cara de "pero de que grandísima mierda me estás hablando". Por el amor a todo lo sagrado y no sagrado, si antes pensaba que era molestoso, ahora sí que podía notar cuanto. -Oh perdón, tengo la mala costumbre de hablar demasiado- Dijo sonriente, y no sólo tenía la puta mala costumbre de hablar demasiado, también hablaba lento y con pausas estupidas.

-Me vale verga- Le dije mirando las llaves. La jirafa con velocidad de tortuga solo río y caminó hacia la puerta, metió la llave en la cerradura y la abrió. Caminé rápido para salir, pero su voz de retrasado me interrumpió.

-No te preocupes de la detención. Te puedes ir tranquilo- Voltee a verlo con ojos extremadamente abiertos y con una confusión que me llevaba la chucha. -Ve, tacharé tu nombre, no hay razón por la que debas esperar tanto- Y con eso fue cerrando la puerta lentamente.

-Oye... Tú- Le llamé, causando que sacara la cabeza por el pequeño espacio que quedaba de la puerta casi cerrada. No sabía cómo, pero en parte estaba agradecido. -Que te den- Y con eso seguí caminando. Perfecto Louis, así lograras triunfar en la vida.

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⏰ Última actualización: Jan 22, 2016 ⏰

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Tourette {Larry Stylinson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora