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Escritora.

Sollozos y gritos a las cuatro de la mañana eran lo más normal del mundo. Los rommates de Park Jimin, estaban totalmente acostumbrados a ello.

Su puerta se abrió de golpe mientras dos chicos se asomaban rápidamente al marco. Tocaban sus rodillas, arqueando en gran medida sus espaldas queriendo descansar. Park Jimin podía sentir desde cama la respiración dura de Min Yoongi y Jeon Jungkook.

— ¿Estás bien? — Preguntaba Jungkook mientras que se acercaba a su amigo con cuidado. -¿Estás bien, Jimin?-

— Sí. — Contestó el chico de cabello anaranjado con un hilo de voz. — Yo... —

Jimin abrió sus ojos de par en par cuando vio al mayor de la casa, acercándose a él.

Yoongi.

Intentó formular una oración rápida cuando fue interrumpido sin haber dicho siquiera, una sílaba.

— Esto está saliéndose de control, Park. De verdad.

Jimin pasó sus dedos sobre su cabello nervioso mientras pasaba su lengua por sus labios y un leve gemido ahogado salía de sus labios. Abrazó su cuerpo mientras miraba fijamente su regazo queriendo ocultarse.

— Esto se está saliendo de control. — Volvió a repetir Yoongi mientras su tono se volvía cada vez más áspero y agrio. — Esto es de todos los días, Jimin. Todos los días es la misma rutina.

— Hyung. — Lo llamó Jungkook. — Te queremos ayudar, pero no podemos ayudarte si nunca nos cuentas nada.

Jimin los miró sin expresión alguna mientras su ceño se fruncía claramente y una sonrisa arrogante, leve, pero arrogante se apoderaba de sus labios.

— No pasa nada. — Afirmó confiado a medida que tomaba las sábanas de su cama y las estiraba para poder cubrirse mejor. — Tranquilos, sólo he tenido un par de pesadillas.

El chico de cabello verde entrecerró los ojos y su mirada estaba clavaba en él. Su expresión era casi nula y tan fría como un iceberg.

Se acercó lentamente a él, cada paso era tan firme como el anterior.

— Es hora de empezar a admitir tus errores, Park Jimin.

La mañana siguiente despertó con un leve sudor frío recorriendo su cuerpo y pese a que no recordaba nada, era consciente de ello. Las pesadillas no cesaban. Claramente no lo harían.

El agua tibia recorría su cuerpo sin cesar mientras que su espalda estaba apoyada en la pared, quedando por debajo del chorro del agua. Cerró sus ojos mientras dejaba que el agua mezclada con shampoo pasara por sus ojos cerrados.

Quedó unos minutos sin hacer nada, nada más que ser bañado por aquella ducha.

— ¿Por qué mierda? ¿Por qué? — Se preguntó a sí mismo en voz alta dando un puñetazo a la cerámica de la pared. — Por qué?

Acomodó sus skinny jeans color negro, una polera color blanco acompañado de un abrigo negro. Tomó sus zapatos y los calzó con cuidado.

Miró su reflejo detenidamente y sonrió. Inteligente, divertido, atractivo. Park sabía perfectamente lo que valía y lo que merecía. O casi...

Pasó sus dedos con cuidado a través de su cabello ligeramente húmedo y una sonrisa ganadora se posó en sus labios  aún mirando su reflejo.

Mujeres, libertad, éxito, amigos, fiestas era todo lo que Park Jimin podría necesitar. El había escogido esa vida. Nadie más que él.

forgiveness (park jimin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora